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Atlántica XXII

8-M: Reivindicación y ‘sororidad’

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8-M: Reivindicación y ‘sororidad’

La huelga de mujeres fue todo un éxito, también en Asturias. Foto / Imanol Rimada.

Elena Plaza / Periodista.

Ayer fue un día de emociones y nervios. Un día de esos que sabes que pasará a formar parte de la herstoria (la historia escrita por mujeres). Un día escrito en morado, el color de la igualdad, de la lucha por los derechos de las mujeres. Un día en el que sabes que se está escribiendo historia, una historia que quizás la cultura patriarcal trate de invisibilizar, como el trabajo de tantas y tantas mujeres, ya sea un trabajo de Premio Nobel atribuido a algún hombre, ya sea ese importante trabajo-no trabajo de intendencia y cuidados…

Ayer todas las voces de las mujeres se convirtieron en una. Hasta de las que no participaron por el motivo que sea. Ayer España se paró por las mujeres, al igual que se intentó en el resto del mundo. Se echaron a las calles a lo largo del día y de la noche para hacer oír el Basta ya que tan cansadas nos tiene. Dice el PP que es una huelga de élites feministas sin mujeres con problemas cotidianos. Pues debe de ser que todas las mujeres de ayer somos élites feministas. O quizás las que hicieron huelga a la japonesa son las de los problemas cotidianos.

La concentración de la mañana abarrotó la plaza del Ayuntamiento de Oviedo. Foto / Imanol Rimada.

Y eso que ni siquiera creo que todas las mujeres que ayer salieron a la calle tengan realmente una conciencia feminista. Quizás no sepan ni lo que es realmente. Y muchas, desgraciadamente, tampoco saben que sufren violencia machista infligida tanto por hombres como por mujeres en sus múltiples variedades, pero sus conciencias comienzan a despertar. Igual que comienzan a despertar conciencias masculinas, y no de ahora, ciertamente. Lo de ayer, señoras y señores, no fue simple postureo.

Lo que ha quedado claro es el trabajo de sororidad (qué palabra tan bonita para definir el hermanamiento entre mujeres) de tantas redes tejidas por ellas a lo largo y ancho de todo el Estado. Si se quiere, se puede, y el colectivo femenino y feminista lo ha demostrado más allá de las cifras recogidas en las manifestaciones que desbordaron las calles. Los paros y concentraciones durante el día fueron una muestra. Ver tanta chavalería que, en lugar de simplemente pirar clase, se unieron al movimiento morado. Chicas y chicos, casi más que hombres adultos.

La manifestación de la noche llenó las calles de Gijón. Foto / Imanol Rimada.

Pero el 8-M no debe acabar a las 24 horas. Todos los días deben ser 8-M porque ningún solo día del año dejamos de ser mujeres, de sufrir la desigualdad. Porque igual que ayer salimos a la calle a protestar y visibilizar, cada día debemos hacer escuchar nuestra voz con cada chiste, desprecio, violencia, injusticia, asesinato… Cada día debemos seguir creando conciencia tanto en hombres como en mujeres. Y luchar para que cambien realmente las cosas. Para que se erradique la violencia de género. Para que nos dejen de pintar un mundo de rosa y azul. De sometidas y dominadores.

Para que dejen de invisibilizarnos, ningunearnos, asesinarnos. Porque tenemos voz. Y voto. Y conciencia. Y queremos cambiar el mundo. Mejorarlo. Convertirlo en un lugar más justo. Porque si nosotras paramos, se para el mundo. Y si nosotras damos un paso, avanzamos todas y todos.

Tengo claro que yo no educo a mi hijo para que sea un paisano al uso. Ni tampoco a mi hija para que sea una víctima más del patriarcado.

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