Xuan Cándano. Los asturianos castigaron con severidad a su clase política en las elecciones autonómicas anticipadas. Por una parte la abstención
Francisco Alvarez-Cascos y su mujer María Porto, que reside en Madrid, pero le acompaña habitualmente en los actos públicos / Foto: Mario Rojas
fue la gran triunfadora y la mayor en la historia de la Autonomía. Se elevó a 44,08%, un 11% más que en las elecciones de mayo. Además ninguno de los tres grandes partidos (PSOE, Foro Asturias Ciudadanos y PP) ven confirmadas sus expectativas.El PSOE fue el partido más votado de nuevo y esta vez gana un escaño en relación a las elecciones de mayo. Pero es un resultado muy limitado teniendo en cuenta el fracaso de las derechas que provocó el adelanto electoral y el vacío institucional, que coincide en Asturias con una grave crisis económica, un paro que se acerca a los 100.000 desempleados y una brutal caida demográfica. Y lo más importante: los 16 diputados socialistas no le permitirán gobernar y dejan el Gobierno de nuevo en manos de un previsible acuerdo de las derechas. Sería en tal caso el segundo fracaso de Javier Fernández en sus aspiraciones a presidir el Principado. La gran renovación en la lista electoral, apartando a los socialistas asturianos salpicados por el Caso Marea, no fue un gran reclamo electoral.
El partido más castigado fue FAC, de Francisco Álvarez-Cascos, que
perdió tres escaños por su incapacidad para gobernar llegando a un
acuerdo con el PP. El 25 de marzo se enterró, probablemente de forma definitiva,
el sueño de la transversalidad de Cascos, que prometía al electorado
asturiano, cansado de la inoperancia y la corrupción del PSOE, una
alternativa regeneracionista, interclasista y asturianista. Y de ese
caladero de abstencionistas, desencantados con la izquierda y
asturianistas pescó Cascos varios miles de votos en mayo que ahora se
han volatilizado. Esos votos transversales fueron los tres diputados que perdió
ayer FAC y fueron a parar a PSOE, IU y UPyD, aunque los 13 escaños le
permitirán a Cascos seguir aspirando a presidir Asturias.
Y, a pesar de que mantiene sus 10 escaños, el PP es el partido que sale peor
parado. Aspiraba a ganar las elecciones y al menos a superar a FAC
para tener la hegemonía en la derecha asturiana. Había renovado
totalmente su lista electoral, apeando a los mayores enemigos en el PP
de Álvarez-Cascos, empezando por su número uno en mayo, Isabel
Pérez-Espinosa, a la que sustituyó Mercedes Fernández, «Cherines»,
antigua mano derecha en Asturias del ex vicepresidente del Gobierno
Aznar. Su victoria en las generales del 20-N le dio muchas esperanzas
de volver a derrotar a Cascos y empezar a socavar a su partido,
formado sobre todo por disidentes del PP. El fracaso de esta
estrategia fue rotundo. El PP es en Asturias un partido solo de
dirigentes, sin estructura territorial ni timón. El mando lo ejercía
hasta la irrupción de Cascos el ex alcalde de Oviedo, Gabino de
Lorenzo, otro de los enemigos en el PP del actual presidente
asturiano. De Lorenzo fue apartado del poder de mando, nombrado
delegado del Gobierno para buscarle un acomodo y el domingo recibió una
nueva bofetada electoral, aunque esta vez no pintó nada en la
confección de la lista. En mayo había impuesto a Pérez-Espinosa. Sin dar la cara, rumió esta nueva derrota en el hotel donde el PP
digirió como pudo tan adversos resultados.
Los partidos minoritarios se beneficiaron del castigo electoral a los
mayoritarios. IU subió un diputado, hasta situarse en cinco, y ganó
7.000 votos y 3 puntos, hasta llegar al 13%. Es cierto que es el único
Foto: María Arce
partido que crece en votos, pero sus expectativas eran mayores y las
circunstancias más propicias para un crecimiento espectacular, como en
Andalucía. Queda la duda de lo que hubiera pasado si hubiera renovado
su lista electoral, que se mantuvo intacta con Jesús Iglesias al frente, un político serio pero sin carisma alguno. Las posibilidades de crecimiento con un candidato como Gaspar Llamazares, que fue
marginado en el grupo parlamentario del Congreso por Cayo Lara, serían
sin duda mayores.
UPyD irrumpe por vez primera en la Junta General del Principado con un
diputado, Ignacio Prendes, pero su presencia no será la llave como
pretendía, a no ser que el recuento el próximo miércoles de los votos
de los emigrantes altere el resultado. Los socialistas aspiran a
obtener un diputado más a costa de FAC en la circunscripción
occidental. Eso permitiría un Gobierno de PSOE-IU, si contaran con el
apoyo de UPyD, al que IU acusa de ser un partido «de derechas».
Además de los resultados y de la abstención, avala la interpretación
del castigo a la clase política en las elecciones asturianas el éxito
de Electores en Blanco (EB), que es la sexta candidatura más votada, la
primera tras los cinco grupos parlamentarios. EB obtuvo 4.095 votos,
casi el 1%. Equo quedó en el siguiente lugar con 2.518 votos.
«¿Ganará Cascos aunque pierda?», titula esta revista en su número 19
un acertado análisis electoral del periodista asturiano José Ramón
Patterson. La respuesta de las urnas ha sido afirmativa.
Es posible que fuese simplemente el azar, por la perversa dinámica
política asturiana, o una estrategia premeditada, pero lo cierto es
que Cascos triunfó perdiendo y ahora, con menos diputados, tiene más
fácil la gobernación en Asturias. Se confirma que es el gran líder de
la derecha asturiana y que FAC llegó para quedarse. Eliminó a sus
enemigos en el PP, Gabino de Lorenzo, Isabel Pérez-Espinosa y Joaquín
Aréstegui, que impidieron que encabezase la candidatura de los
populares en mayo y luego obstaculizaron cualquier acuerdo entre los
dos partidos. Provocó un cambio interno en el PP asturiano que le
facilitará ahora negociar con antigüos seguidores suyos, empezando por
Cherines. Y coloca en una comprometida situación a los populares. Si
entran en un Gobierno de coalición con FAC tendrían que permanecer
mudos ante las reivindicaciones al Gobierno central de Mariano
Rajoy por parte de Cascos, que juega el papel caudillista de un sucesor de
Pelayo enfrentado a Madrid por defender a los asturianos. Y si apoyan
su investidura sin coger carteras se verán obligados a garantizar la
gobernabilidad y apoyar los presupuestos.
La banca siempre gana. Cascos también, aunque pierda.
franguele
domingo, 1 abril (2012) at 21:51
Cabe la posibilidad de que el electorado asturiano haya castigado con la abstención a su clase política. Pero también es cierto, si no me equivoco, que es la primera vez que se celebran unas elecciones al parlamento asturiano que no se han simultaneado con unas elecciones generales lo que puede haber ayudado al aumento de la abstención.
Tampoco hubo un gran ambiente en lo que a campaña se refiere. Algunos carteles colgados de las farolas, muy de tarde en tarde algún coche con megafonía, los medios de comunicación nacionales en silencio, los autonómicos parecido…. Solamente la campaña de las andaluzas provocó algo de ruido, más que nada por el poder mediático de la derecha obsesionado con la corrupción de Andalucía con el fin de arrasar y obtener un triunfo histórico borrando del mapa a la izquierda.
Sí, es posible que Cascos haya minusvalorado a los votantes de izquierda. Lo que no se acaba de entender es que clase de abducción mental le ha hecho Cascos a votantes tradicionalmente de izquierdas y lo que más perplejidad causa es ver como gente había dado el pego como de izquierdas haya terminado colocada en los órganos de gobierno regionales o municipales gobernados por FAC.
Quizás habría que cantarles aquello que decía: «Si torno a la mar, ye pa ser capitán, que nun ye vida, ésta de mariñán»