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Atlántica XXII

¿Dónde están los sindicatos mayoritarios?

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¿Dónde están los sindicatos mayoritarios?

sindicatos mayoritarios

Momento de la manifestación en Cádiz, donde los sindicatos mayoritarios pidieron no participar. Foto / Álex Zapico

Cándido González Carnero

Se viene observando de modo constante un incremento de la conflictividad social y laboral en todo el país como consecuencia de la pérdida continuada de derechos de todo tipo, que ha dado al traste con el Estado del Bienestar de millones de personas y familias.

Un Estado del Bienestar desmantelado del que solo queda un sistema político y económico radicalmente inhumano y corrupto en sus estructuras de poder, y que ignora que solo una economía solidaria podría generar una recuperación ética, política y económica.

La responsabilidad de los trabajadores, de los jóvenes, de los parados, de los jubilados o de las mujeres en la crisis económica actual es mínima, por no decir nula, frente a las responsabilidades tan flagrantes como las del sector financiero, la clase política gobernante y la patronal. Solo hay que ver la situación.

La brecha social entre los más ricos y los más pobres no ha parado de crecer y nos ha llevado a una coyuntura de involución, donde el capital mantiene subyugada a una buena parte de las clases política y sindical, las cuales se limitan a hacer los deberes que les imponen.

Es más, los sindicatos ni están, ni se les espera en muchos conflictos que hoy existen. Y cuando alguno de ellos entra en escena es para hacer de simple bombero de la patronal. Por ello, miles de trabajadores, jóvenes, pensionistas, mareas ciudadanas, mujeres y colectivos sociales de diversa índole se están organizando de otra forma.

Y lo están haciendo para poder defender sus intereses como colectivos. Porque sin duda es ya una opinión muy extendida aquella que no encuentra a los sindicatos mayoritarios junto a las clases más desprotegidas, junto a los trabajadores que verdaderamente sufren las consecuencias brutales de los recortes de sus derechos.

Vivimos una época que, en cierta forma, me recuerda a la de hace años, antes de que se legalizaran los sindicatos, cuando los trabajadores nos constituíamos en asambleas y nombrábamos representantes para negociar.

Lo que me resulta incomprensible es que tengamos que volver a las mismas prácticas de aquellos tiempos, debido a que los sindicatos han renunciado a organizar a los trabajadores y a ponerse al frente de las luchas sociales y laborales.

El pasado miércoles 13 de junio viví una experiencia que jamás me habría podido imaginar que llegaría a ver. Fue durante la huelga general del metal en Cádiz, convocada por la coordinadora del metal, de la cual no forman parte los sindicatos mayoritarios y sí los denominados sindicatos alternativos.

Una huelga que se planteó contra las lamentables condiciones de trabajo y la precariedad que se viven en el sector, el cual resulta fundamental para la economía de la provincia. Condiciones que ofrecen jornadas laborales de 12 horas diarias por 1000 euros al mes, que esconden una alta siniestralidad laboral, y que desgraciadamente hace solo unos días volvió a ponerse de manifiesto con la muerte de dos trabajadores en un accidente laboral.

Pese a a esta situación, los sindicatos mayoritarios no solo no apoyaron la huelga, ni la multitudinaria manifestación que tuvo lugar en Puerto Real, sino que declararon ilegal la movilización y pidieron a sus afiliados que no secundaran el paro. Como tal vez les pareciera poco esta negativa formal, los mismo dirigentes de estos sindicatos acabaron encabezando piquetes a primera hora de la mañana para pedir que se fuera a trabajar. Pero no les salió bien la iniciativa porque lo trabajadores en vez de acudir a sus puestos de trabajo se fueron a la manifestación.

manfiestación de cádiz

Otro momento de la manifestación organizada por la coordinadora del metal. Foto / Álex Zapico

Este es un ejemplo más de por qué los trabajadores no se sienten representados por estos sindicatos. Porque son organizaciones que ya no asumen las legítimas reivindicaciones de los trabajadores y, por el contrario, se sientan en la mesa del patrón y de los gobiernos de turno para negociar despidos y recortes.

Ejemplos como este de Cádiz también existen en la industria asturiana. En Asturias vemos cómo cada vez más los trabajadores se constituyen en asambleas de nuevo cuño, sin los sindicatos tradicionales, en empresas como Duro Felguera, Armon, Monroe, Modultec o Burger King. La lista es larga. Y sigue creciendo. Por toda España.

A los dirigentes sindicales estatales se les ofrece participar en un teatro vacío, el llamado diálogo social, para legitimar el atraco. Y es que el dialogo social no existe. Las decisiones que resultan de ese diálogo siempre se utilizan para desmovilizar a la sociedad.

Todo esto hace que la situación sea compleja. Hace falta unidad y poder popular para hacer frente a lo inmediato, la defensa organizada de las condiciones de trabajo. Pero también debemos crear entre todos una agenda por la solidaridad y colaborar en la defensa de los derechos sociales y económicos. Sin complejos, confiando en nuestras fuerzas. Siempre desde los valores de la solidaridad de la clase trabajadora. A esta alternativa es a la que ellos temen. No quieren que la indignación social refuerce organizaciones que se alzan como un contrapoder. Contra su poder.

Tenemos la obligación de traducir todas estas experiencias colectivas, más allá de los sindicatos mayoritarios, en el fortalecimiento de la unidad de acción con empresas y sectores en lucha, con problemas y objetivos similares, y con plataformas a todos los niveles que sean capaces de disputar el poder de los empresarios. Unos empresarios que cuentan de su parte con unos políticos sumisos y unos sindicatos plegados a sus recortes, cada día más alejados de la realidad social.

Solo así, desde esta forma de lucha, desde la unidad, desde la solidaridad, conseguiremos lo que nos proponemos en este mundo al que, sin duda, le sobra precariedad y explotación.

manfiestación del metal en cádiz

A pesar de que los sindicatos mayoritarios se opusieron a ella, la huelga del metal fue un éxito. Foto / Álex Zapico.

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