

Secuencia de la disputa verbal en El Musel, en junio de 2012, entre José Ángel Fernández Villa y Xuan Cándano. Fotos / José Luis Cereijido.
Xuan Cándano / Director de ATLÁNTICA XXII. Estas excelentes fotos que me pasa su autor, el gran José Luis Cereijido, llegan ahora a estas páginas, no porque vuelvan a estar de actualidad, sino porque con el Caso Villa resultan realmente esclarecedoras.
Es una secuencia tomada el seis de junio de 2012, en el noveno día de las movilizaciones de la minería. En la primera aparece José Ángel Fernández Villa encarándose conmigo ante medio millar de mineros que se manifestaban en El Musel contra el carbón de importación. En la segunda soy yo el que le responde.
Aquella escena se desarrolló en medio de una gran tensión y tuvo sus repercusiones posteriores. Yo había ido a cubrir aquella movilización con un equipo de TVE-Asturias, donde ejerzo de redactor desde hace muchos años, tantos que conozco a Villa porque yo empecé en el periodismo poco después que él en el sindicalismo.
Nada más verme aparecer, Villa, que era muy histriónico, pero siempre que estuviera rodeado de los suyos, se dirigió a mi reprochándome aquel número de ATLÁNTICA XXII en el que se desvelaban las relaciones entre José Antonio Postigo y el constructor del faraónico macrogeriátrico de Felechosa, un asunto que olía a corrupción con unos protagonistas que se enriquecían mientras arruinaban el patrimonio del Montepío de la Minería. Ese número había salido cinco meses antes, lo habíamos elaborado con mucho esfuerzo y rigor Jaime Santos y quien esto firma, y yo personalmente llamé a Villa a la sede del SOMA infinidad de veces para conocer su opinión y su valoración de lo que íbamos a publicar. Nunca atendió las llamadas y eso que, con grandes encontronazos por el medio, inevitables entre un periodista y un líder poderoso, nunca tuve malas relaciones con Villa. Incluso estaba suscrito a ATLÁNTICA XXII y se dio de baja cuando salió ese número.
Sintiéndose arropado por la masa, en aquella discusión en El Musel Villa no dio argumento alguno sobre lo publicado sobre Postigo y su patrimonio, solo atacaba a un periodista incómodo. Cuando le preguntaba dónde estaban las falsedades de lo publicado no respondía.
Cuando acabó la bronca varios mineros se acercaron a mí con actitud amenazante. Entre los compañeros periodistas y un grupo de mineros de CCOO pude salir de allí sin problemas. Pero a los dos días, cuando fui a cubrir la batalla campal del Sotón con otro equipo de televisión, un minero encapuchado me reconoció y profirió graves amenazas e improperios antes de perderse por el monte en medio de una carga policial. Por seguridad, tanto mía como de los cámaras y los conductores que me acompañaban, no volví a cubrir las movilizaciones mineras.
Minutos antes del incidente verbal en El Musel, Villa había tenido otro con un jefe de los antidisturbios de su mismo pueblo, Tuilla. Aquel diálogo, tan costumbrista que parece uno de los de Maxi Rodríguez, es aún más esclarecedor que las fotos de Cereijido, teniendo en cuenta que en aquellas fechas fue cuando Villa ingresó su millonada en el banco acogiéndose a la amnistía fiscal de Montoro que criticaba en los sermones de Rodiezmo. Antiguo delator de la Brigada Político-Social del franquismo, captado por el mismísimo Claudio Ramos, El Tigre de Tuilla acusó a la Policía de “comportamientu políticu represivu” y les recordó que “ya luchamos bastante contra la dictadura franquista”.
Pero lo mejor fue cuando apeló a su experiencia:
– Yo llevo sesenta años en primera línea de este negocio.
Ya vamos descubriendo de qué negocio se trataba.
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