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Lo que ha conseguido el 8M

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Lo que ha conseguido el 8M

La huelga de mujeres fue todo un éxito, también en Asturias. Foto / Imanol Rimada.

Elena Plaza
@AtlánticaXXII

El 8M de 2018 supuso un hito en la historia del feminismo quizás marcando el nacimiento de la cuarta ola. Lejos de ser una moda, este movimiento se consolida sobre el trabajo de las tres olas anteriores y eso le da una gran solidez. Hay quien intenta cubrir el expediente colocando una mujer aquí y otra allá. Pero la realidad dice que el verdadero resultado lo da el aprovechamiento de la diversidad y del talento de las mujeres, es decir, de más de la mitad de la población. A sabiendas de que un año no es suficiente para cambiar estructuras transversales y formar a la sociedad en Igualdad, ¿qué es lo que se ha conseguido entonces?

Lo que sí se ha conseguido es dar visibilidad al movimiento feminista y a las mujeres en general. Las situaciones de desigualdad, de violencia en sus múltiples manifestaciones han quedado patentes. Durante este año ha comenzado a escribirse un relato de sororidad, de denuncia ante situaciones normalizadas que ni son normales ni se deben normalizar. Por un lado movimientos como #MeToo o #Cuéntalo han puesto el foco sobre esas violencias, por otro se reivindican los referentes femeninos en la historia, la ciencia, la cultura, la política, el deporte… La genealogía de mujeres, la Herstoria se abre paso. Las mujeres han tomado la voz y reclaman su sitio.

La violencia de género es la gran asignatura pendiente. Este año también ha sido el de situaciones tan increíbles por injustas, por machistas y patriarcales como el juicio de La Manada. La sentencia volvió a echar a las calles a la marea morada. La #JusticiaPatriarcal ha demostrado una cortedad de miras que apunta a la reacción más cruenta del patriarcado. Situaciones como la vivida revictimizan a las mujeres, las culpabilizan y crean impunidad para manadas de depredadores que en estos doce meses han dejado un saldo de más de 50 mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas. Porque en estos números no entran las otras asesinadas a manos de hombres que no mantienen una relación con ellas, como Laura Luelmo.

Y ellas solo son la punta del iceberg de un problema estructural que se ha quedado sin 200 millones de euros de dotación a través del Pacto de Estado contra la Violencia de Género. Cuestión de voluntad política.

Mujeres movilizándose en Oviedo en apoyo de la huelga feminista del pasado 8 de marzo. Foto / Iván Martínez.

Se han puesto sobre la mesa dos de los debates que más polémica suscitan: la explotación sexual y los vientres de alquiler, una nueva violencia sexual contra las mujeres. Es la mercantilización no sólo de sus cuerpos, sino de sus ovarios y del fruto de éstos.

La maternidad es uno de los grandes lastres para las mujeres en edad fértil, madres en general y familias monomarentales. En la base de esta estructura diseñada por y para hombres nos encontramos la falsa y la falta de conciliación y de corresponsabilidad, el peaje laboral que las mujeres tienen que pagar, teniendo que elegir entre carrera o familia pues en ellas sigue recayendo en un 96% de los casos los trabajos de cuidados de todas aquellas personas dependientes.

Después de casi cuatro años la UE ha acordado cuatro meses de permiso de paternidad para ambos progenitores. En España la Ley Orgánica 3/2007 introducía la ampliación de la baja para los padres de manera progresiva desde 2011, pero se quedó parado “por la crisis económica”. Más allá de lecturas puramente economicistas, esta equiparación supondrá que ya no sólo las mujeres desaparecerán de sus puestos de trabajo después de parir. Ellos también lo harán. Aunque no den a luz.

La brecha salarial da lugar a que las mujeres trabajen gratis en España desde el 10 de noviembre hasta final de año. Una brecha que en este país es del 14,2% que se eleva al 37,5% al tener hijos y que tardará más de dos siglos en cerrarse según el Fondo Económico Mundial. Aunque hay más mujeres formadas que hombres, también más mujeres analfabetas, la tasa de desempleo es mayor entre ellas (20,5% según la Encuesta de Población Activa) que entre ellos (18,7%). Sumado a que las mujeres dedican el doble de horas al trabajo no remunerado, que suelen ser las de los trabajos precarios, las reducciones de jornada, las jornadas parciales y las que dejan sus carreras profesionales aparcadas por el trabajo reproductivo y de cuidados dan lugar a la feminización de la pobreza, por supuesto también en la jubilación.

Una movilización de mujeres reciente en apoyo a la huelga del pasado 8 de marzo. Foto / Iván Martínez.

El porcentaje de mujeres directivas en España se ha congelado por segundo año consecutivo situándose en un 27%, mientras que las empresas sin ninguna mujer al mando descienden al 20%. Eso sí, no podemos olvidarnos de techos de cristal y suelos pegajosos que frenan el avance real de las mujeres y las aparta de la toma de decisiones. Por eso se quiere también apostar por las mujeres y la ciencia, por su presencia en la cultura (el 20% de las películas estrenadas en 2018 están dirigidas por ellas) y se reclama más presencia de expertas en tertulias y congresos.

Siguen existiendo ridículas teorías sobre deporte y homosexualidad, junto con que correr es un deporte de riesgo para las mujeres. Aún queda trabajo para acabar con el mito del amor romántico que tanta violencia machista justifica, poniendo el ojo en el peligro que supone la normalización del porno como modelo de relaciones sexuales. Y seguimos sin una asignatura de educación afectivo-sexual. Porque la educación es la gran herramienta para acabar con la desigualdad.

Pero a toda acción siempre se la contrapone una reacción, y son los movimientos ultraderechistas y aquellos otros disfrazados de falsa igualdad, como el neomachismo y el posmachismo, son custodias compartidas impuestas, el lobo con piel de cordero, que perpetúan la violencia psicológica, la de baja intensidad difícil de demostrar, donde la violencia económica y el control sobre la expareja instrumentalizando a las hijas e hijos están a la orden del día.

Y entre medias de todo esto hay que seguir haciendo pedagogía para explicar que el feminismo persigue la igualdad entre mujeres y hombres y no, no es lo contrario de machismo. Aún queda mucho por hacer.

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