Afondando
Lobos, carbón y Trump
José Manuel Fernández Prado (Pepín) / Afiliado a Equo.
Las cuencas mineras del Nalón y el Caudal, en el centro de Asturias, tienen una historia legendaria de unión y lucha en torno a ideales revolucionarios. Hoy sin embargo creo que pueden ser el ejemplo de cómo la sociedad española puede virar hacia personajes infames como Donald Trump.
Para ello hay que tener en cuenta que siempre que hay una industria extractiva entra en el tejido social mucho dinero sin que haya una evolución acompasada de la cultura y la sociedad. Durante años, los sueldos de la empresa pública minera HUNOSA y los cuantiosos fondos mineros permitieron un nivel de vida falaz que no se correspondía a la generación real de riqueza. Al no existir trabajos cualificados en la zona y haberse deslocalizado las pocas empresas que los ofrecían, como es el caso de Duro Felguera, las personas jóvenes que se forman emigran, generándose un proceso de selección perverso que condiciona el ambiente social.
El carbón que ya casi no existe se convirtió en una fe religiosa incuestionable, con su liturgia y sus sacerdotes, por supuesto varones. Esto ha creado una épica nostálgica que nos recuerda permanentemente que hubo unos tiempos mejores, unos tiempos gloriosos que se reviven a través de las canciones y de los tópicos que han creado un código de humor propio.
Durante años en el discurso público no se ha cuestionado la realidad de la corrupción endémica y estructural del mundo minero. Ahora se habla de José Ángel Fernández Villa, pero casi como si fuera un accidente aislado. Y Villa no fue un accidente aislado. Ni siquiera el capo principal de un entorno, caciquil en algunos casos y directamente mafioso en otros. Los dos principales empresarios privados mineros, Rodolfo Cachero y Victorino Alonso, tienen tras de sí un amplio catálogo de juicios, denuncias e incluso condenas, incluyendo una fuga de película de la policía en el caso de Rodolfo Cachero (http://sevilla.abc.es/hemeroteca/historico-18-08-2001/sevilla/Ultima/detenido-en-marbella-un-empresario-asturiano-en-busca-y-captura_12526.html). Aun así, siguen optando y consiguiendo una y otra vez concesiones públicas que los convierten en millonarios y que les permiten ser propietarios de medios de comunicación, aunque en el caso de Rodolfo Cachero su intento fracasase hace ya unos años por la intervención arbitraria del Gobierno de Vicente Alvarez Areces.
No solo eso, sino que, en la mina de La Camocha, los informes de la Guardia Civil determinan que, durante años, los camiones de carbón importado entraban por el puerto del Musel y luego se vendían como carbón nacional llegando en ocasiones a triplicar su precio gracias a las subvenciones públicas.
http://www.elcomercio.es/v/20140119/economia/fraude-mina-camocha-juicio-20140119.html
En cuanto a los fondos mineros, realmente fondos para la reactivación de las Comarcas Mineras, estamos hablando de más de 1.300 millones de euros, para una población objetiva que está por debajo de las 600.000 personas, ya que no abarcaban toda Asturias, sino solo los municipios que tuvieron minas. Un dinero que, según informe de la Sindicatura de Cuentas del Principado, no estuvo controlado contablemente por la Administración. Informe, por cierto, del que la prensa no se hizo ningún eco, a excepción de la revista ATLÁNTICA XXII. Solo después de la caída en desgracia de Villa, cuando le pillaron el dinero de la amnistía fiscal, se publicaron referencias a ese informe como si no tuviera ya varios años.
http://www.sindicastur.es/upload/informes/IDFMineros05-088244.pdf
https://www.atlanticaxxii.org/fondos-mineros-corrupcion-y-despilfarro/
https://www.atlanticaxxii.org/se-buscan-colaboradores-necesarios-de-villa/
Son muchos los esqueletos de hormigón y los polígonos industriales vacíos que se disputan el honor de ser el pufo más sonado de los fondos mineros. Voy a hablar solo de un caso, menor y casi desconocido, pero que me indignó especialmente.
El centro de Estudios Medioambientales del Principado se construyó en 1996 con un presupuesto de 150 millones de pesetas. Teniendo en cuenta la inflación hoy superaría con creces el millón de euros. Nunca se utilizó para nada. Quedó abandonado y en el año 2012, después de muchas vicisitudes, acabó en manos del Ayuntamiento de San Martín del Rey Aurelio, donde estaba ubicado. El Ayuntamiento ordenó su demolición a pesar de que la estructura del edificio estaba en perfecto estado y era perfectamente útil para cambiarle el uso. La excusa era un supuesto proyecto de huertos urbanos. Absurdo en la localización donde estaba. A pesar de las protestas de Equo y de otros grupos, se demolió. Nunca hubo huertos urbanos, cuatro años después ahí sigue el solar vacío y yermo. Un ejemplo palpable de cómo se tiró a la basura el dinero público, a paladas y como si no hubiera un mañana.
http://equoasturias.org/por-que-derribar-un-edificio-de-16-anos/
Mina, caza y campo
Volviendo al principio nos encontramos una sociedad desmoralizada, envejecida, en clara recesión demográfica y con elevados niveles de paro. Por si eso fuera poco, los trabajos que se ofrecen suponen que una persona obtenga, trabajando, la mitad de sueldo que un minero prejubilado sin trabajar.
Es además una sociedad tradicionalmente machista, donde el alcohol, el consumo de prostitución e incluso la violencia forman parte del imaginario colectivo. Una cultura vinculada al alcohol y a la caza, cuando no a otras drogas ilegales.
No estoy diciendo que todo el mundo sea así, ni siquiera que haya más gente así que en otras zonas del Estado; yo no soy así y la mayoría de mis amigos y de mi familia tampoco. Me refiero a que es algo culturalmente aceptado, incluso jaleado por la sociedad. Durante muchos años, como integrante de una comisión de festejos, vendí alcohol a menores sin tasa ninguna. Y recuerdo una ocasión en que comencé a tomar conciencia del problema y me negué a venderle un cacharru (cubata) a un crío de unos 14 años a las cuatro o las cinco de la tarde. Llevé una tremenda bronca por parte de otra persona presente por negarme a ello. Es decir, es raro quien rompe la norma y la norma la rompe el que cumple la ley. Es decir, tenemos interiorizado que la ley y lo políticamente correcto es algo que no rige en nuestro grupo, en nuestro entorno, donde hay otros códigos morales y culturales.
Mencioné la caza. La mezcla de mina, caza y campo siempre ha estado presente. Tradicionalmente el minero podía luchar pos sus derechos porque mantenía su relación con la casería de sus padres, con el campo. La caza era furtiva o bien de alimañero para ganarse un dinero. La llegada de la democracia y la democratización del acceso a los cotos, así como la considerable mejora del nivel de vida de los mineros, han hecho que quienes cazan en nuestros montes sean los nativos nietos de cazadores furtivos que ahora tienen licencia. Eso retroalimenta la cultura machista que mencionaba antes.
Grupos ultraderechistas
El otro elemento del cóctel es el campesinado reconvertido en ganadero por la política agrícola común. Aquí hay también otro mito, “el paisano”, algo legendario a conservar, pero que en realidad no tenía nada que ver con la forma de explotación actual de los recursos naturales, y que olvida a la mitad de la población campesina, la paisana, que también tenía algo que decir.
En este caso las subvenciones son mucho menores que las de la minería y no han mejorado la calidad de vida de quien se dedica profesionalmente a la ganadería. Por el contrario son necesarias muchas cabezas de ganado para poder mantener un nivel de renta mínimamente aceptable. Eso lleva a los trabajadores del campo, a los ganaderos, a trabajar al límite y a necesitar saltarse las normas para poder sobrevivir. Por ello, obviamente, los funcionarios que buscan su cumplimiento, con trabajo estable y con unos ingresos mayores a cambio de menos horas de trabajo, son el enemigo.
Todo este caldo de cultivo puede generar una chispa y de momento ha generado ya dos movimientos separados que pueden llegar a juntarse peligrosamente.
En la zona urbana de las cuencas hay gente joven, en muchas ocasiones ya perdida su ligazón tradicional con el campo o incluso con la mina, que ha formado grupos ultraderechistas que se presentan a las elecciones o que se organizan en torno a la hinchada de un equipo de fútbol. Hace poco han detenido a un policía en ejercicio, miembro de uno de estos grupos implicado en ajustes de cuentas relacionados con el tráfico de drogas. La única razón por la que esos grupos no se han expandido es que la inmigración apenas existe en las cuencas, por lo que su discurso suena profundamente vacío.
http://www.lne.es/sucesos/2016/11/24/policia-natural-entrego-detenido-asaltar/2018220.html
Caciquismo rural de izquierdas
En la zona rural, y en torno a grupos organizados de lo que ha sido el caciquismo rural de izquierdas de las últimas décadas, se ha formado un grupo que sí ha encontrado un enemigo, el lobo y los “ecolojetas”. No importa que la mayoría de sus argumentos sean profundamente irracionales y respondieran inicialmente a intereses políticos espurios. El movimiento ha transcendido de sus inicios y ha generado una cultura, un relato, donde hay una serie de axiomas asentados que no importa que sean ciertos o no.
https://www.atlanticaxxii.org/asturias-el-caciquismo-rural-del-psoe/
Por supuesto que la ganadería tiene problemas y muchos. Por supuesto que la convivencia con la fauna salvaje genera conflictos, pero no son ni los únicos ni los más graves. Detrás del discurso de estos grupos se adivina un profundo desprecio de lo público y una apropiación de los espacios comunes. Y no podemos olvidar el apoyo a Trump de los grupos armados de Utah que defienden su derecho a quemar el monte público y a matar “alimañas”.
http://www.elmundo.es/internacional/2016/01/27/56a92951268e3e47488b4718.html
Quienes tratamos de matizar posiciones nos encontramos en una muy difícil posición. Creo que los movimientos urbanos que ven la cuestión desde una perspectiva de “lucha” contra los malos no sirven y a veces esconden también intereses políticos partidistas o personales.
Por eso no estuve ni apoyé la “mani contra el lobo” del día 12 de marzo en Madrid. Así no hacemos nada; a pesar de la muy buena voluntad que haya en quienes van, hace más daño a la conservación de la biodiversidad que beneficio. Fue muy positivo que se visibilizase la necesidad de conservación del lobo ibérico, pero con excesivas contrapartidas de victimización y encono del conflicto.
En primer lugar se trata de defender la biodiversidad, no solo el lobo. El peligro para nuestros ecosistemas es múltiple y todo, incluidos los incendios que hace poco volvieron a asomar en Asturias, forman parte del mismo entramado sociocultural y económico. Los cormoranes no consiguen que haya “manis”, pero es un problema tan grave o más que el de los lobos.
En segundo lugar, no podemos pretender ganarnos a la gente llamándola deplorable. El ejemplo de EEUU es muy claro. No podemos ni debemos alimentar los frentismos. Tenemos que hablar sin miedo de nuestras ideas y nuestras propuestas, defender con firmeza nuestras convicciones. En este caso, que no se debe matar lobos. Pero insultando a la gente que vive del ganado en los pueblos no se protege ni al lobo, ni al ecosistema. La firmeza y la sinceridad no deben estar reñidas con la empatía y la capacidad de diálogo. Diálogo, además, que no consiste en debatir en la tele. El diálogo debe ser sin focos y en la distancia corta, escuchando y explicando. Y a ser posible con gente que realmente viva del campo, no con quien tiene intereses espurios.
En cuanto a la política, su papel es decir la verdad. Estoy hablando de mi tierra, del sitio, la cultura y las gentes que me definen como persona. Pero las personas adultas debemos amar conociendo y entendiendo la realidad que vivimos.
Ya no quedan casi puestos de trabajo que defender en el carbón. Asumámoslo, se acabó, con lo bueno y con lo malo, es el pasado. Ya no existen los paisanos de antes, alguno queda apañando castañas por los pueblos, pero son también el pasado.
No va a ser fácil salir de esta. Nuestra sangría demográfica no parece posible de revertir, habrá por tanto que aprender a vivir con pueblos más pequeños y envejecidos. Y nos echará la sidra una chavala de abuelas senagalesas o rumanas.
Los partidos políticos tienen la obligación de afrontar la realidad, comunicarla a la ciudadanía denunciando los engaños de los discursos oficiales y ofrecer alternativas. Todas las alternativas van a ser duras y con soluciones a medio plazo. Pero no hay opción. Porque mintiendo y engañando los neofascistas nos ganarán. Haciendo manifestaciones en Madrid demonizando a ciertos colectivos también gana el neofascismo. Solo diciendo la verdad valientemente en el terreno podemos ganar.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 50, MAYO DE 2017
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