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Monereo: “En España hace falta una izquierda que sintonice sin miedo con el concepto de patria”

Manuel Monereo en Oviedo. Foto de Pablo Lorenzana.
El politólogo Manuel Monereo (Jaén, 1950) ha ido ejerciendo el papel de conciencia crítica en todos los proyectos en los que se ha embarcado a lo largo de toda su vida política. Que no son pocos: desde el Partido Comunista en la clandestinidad o la constitución Izquierda Unida hasta su actual cargo de diputado de Unidos Podemos (UP) por Córdoba. Siempre a la contra del pensamiento dominante entre sus correligionarios, como su amigo Julio Anguita, Monereo es asimismo uno de los «padres políticos» de Pablo Iglesias y, por extensión, de Podemos. Este fin de semana recaló en Oviedo, donde atendió a ATLANTICA XXII para esta entrevista.
Rafa Balbuena / Periodista
@BalbuRafa
– Desde su experiencia, ¿cómo valora la legislatura que acaba, tras la moción de censura al PP de Rajoy y la llegada al poder de un PSOE con cifras de voto bajo mínimos?
– Creo que el gran problema de nuestros políticos es que ni saben Historia ni la estudian. Este país, desde el siglo XIX, ha convertido en costumbre nacional la Restauración. La característica es un constante intento de ruptura democrática/intento de constitución democrática, pero que siempre se ha saldado con una restauración que viene a ser lo que Gramsci denomina “revolución pasiva”. Es decir, se conquistan mayores o menores libertades a cambio de mantener las estructuras de hecho que gobiernan el país. Si te fijas bien, esa es la historia de España desde el siglo XIX y gran parte del XX hasta ahora mismo. La oligarquía nunca pierde y lo que hace es pactar con la izquierda o las fuerzas rebeldes y cooptar a sus dirigentes fundamentales. Y cuando eso no se ha podido hacer, han dado un golpe de estado o una guerra civil. ¿Por qué cuento esto? Porque ahora estamos en una situación igual: más allá de lo que digan los resultados de las elecciones, sigue habiendo esa misma lucha entre las fuerzas de una restauración y las que seguimos trabajando por una ruptura democrática. Y eso es lo que seguimos teniendo enfrente hoy mismo. Pero ocurre que de eso no se habla en las campañas electorales.
– Replanteando la pregunta en esos términos ¿PP y PSOE han jugado esa baza de modo continuo, también en esta misma legislatura?
– No tengo ninguna duda que el PSOE y su máximo secretario viven con la idea de protagonizar una nueva restauración, como hicieron en los años 80, lo que ellos llamaron “la modernización del país”, que fue la idea de que hay que apoyar a este monarca y lo que significa para perpetuar 20 o 30 años más el régimen actual, con reformas de mayor o menor calado pero que nunca pongan en cuestión los resortes de poder fundamentales. Hay una trama que dirige la vida pública del país.
– ¿Sigue entonces vigente el viejo “cambiar algo para que nada cambie” de “Il gattopardo”?
– Es que el “gatopardismo” es siempre una restauración, una revolución pasiva. Tu consigues convertir en reformistas a las clases dirigentes a cambio de que no luchen por la ruptura, que no pongan en peligro las estructuras de poder. Y a mi juicio eso es lo que pasa ahora. Hay una lucha por personas, simbologías y agendas interpuestas, entre los que están por la restauración/reforma del sistema en torno al partido socialista; y los que estamos por una ruptura y un cambio democrático, en torno a Unidos Podemos. Esa lucha es muy complicada porque en medio tenemos al mayor adversario posible, que es el PSOE. En esta circunstancia, para promover ese cambio, convivir con el PSOE ha sido siempre una enorme dificultad.
– ¿Cómo valora la última intervención pública de Pablo Iglesias en Madrid del pasado 23 de marzo, en un tono encendido, cercano al de los inicios de Podemos?
– A mí me parece muy bien, y además esa es su obligación: tiene que reconstruir un imaginario muy golpeado por ocho meses de intento de alianza con el PSOE. Esos ocho meses han deteriorado la imagen rupturista de Unidos Podemos y Pablo, que es muy inteligente, ha advertido a la gente de su “yo pacto si hay condiciones, pero sigo manteniendo un concepto de ruptura democrática, de apertura del país y de momento constituyente”. Esa ambivalencia de su discurso a mí me parece oportuna e inteligente, y espero que sea más clara conforme pase el tiempo.
– Y en esa tesitura, ¿Qué opina de la defección de pilares de Podemos como Iñigo Errejón o Manuela Carmena?
– Entre nosotros los políticos, en general, y sobre todo entre las nuevas generaciones de políticos, hay dificultad para integrar y gestionar las diferencias. Estas nuevas generaciones, que son las nuevas clases políticas que van a dirigir y que de hecho ya dirigen el país, como es el caso de Iñigo, Ramón Espinar, Óscar Guardingo… tienen mucha dificultad para sostener diferencias y a la vez mantener la unidad de acción. Esas diferencias son casi a muerte y además cada batalla parece ser la última. Pero cuidado: la vida está por hacer y tenéis 40 años, así que tranquilidad y buenas maneras. Luego hay otra cuestión, que la unidad no es la suma de intereses: es la construcción de un proyecto colectivo. De la suma de intereses solo salen intereses, y lo que nos ha faltado ahí es un proyecto colectivo acordado. Creo que si eso se hubiese hecho hoy tendríamos algo más. Le pongo un ejemplo ovetense: si hubiésemos sido capaces de construir una estrategia popular, barrio a barrio y crear comités de enlace entre las fuerzas que estamos en Unidos Podemos desde un proyecto global, no hubiese sido fácil, pero tendríamos dos años de convivencia en la dificultad. Ahora bien, si decimos “hay que unirse” cinco minutos antes del comienzo de una campaña electoral…
– Parece el viejo problema político español de no saber ceder, dialogar o llegar a un consenso, endémico entre derechas e izquierdas…
– Siempre hay una dialéctica entre fuerza y consenso. La política es ambas cosas. El consenso se construye desde la fuerza. En Unidos Podemos (si se fija, yo siempre hablo en esos términos y no solo de IU, Podemos o Equo), la gente como yo lo que echamos de menos es medidas positivas de unidad. Si llegas a unas elecciones y detrás tienes como patrimonio un conflicto, eso no lo van a arreglar unas elecciones. Los conflictos se prevén, se analizan y desde ahí se buscan mecanismos para neutralizarlos. También porque, seamos sinceros, tenemos que hacerlo todos a la vez. No tenemos una cultura de consenso construida, y tenemos que hacer a la vez unidad, oposición, alternativa… es complicado.
– ¿El diálogo es la asignatura pendiente de nuestros políticos?
– Creo que no, que el problema pendiente viene de más atrás. De plantear cuáles son los problemas reales de país. Un problema real es Villarejo, las cloacas del Estado, una trama entre el poder ideológico, económico y mediático. Detrás de ello había operadores como el comisario Villarejo. En España no somos todos iguales y ese es el verdadero problema político. De modo que si eres de Unidos Podemos ya tienes un problema porque parte del aparato policial inventa casos para que luego Eduardo Inda te los saque en OK diario. Así hemos estado en Unidos Podemos desde el principio. Segunda cuestión que no se ha discutido en el país, muy importante, y eso (con sorna) que todavía no hemos hablado de Cataluña: ¿con esta Unión Europea se puede hacer política en España? Francia llega este año al 3% del PIB, por las movilizaciones de los Chalecos Amarillos, y la UE quiere apoyar a Macron, mientras en España estamos asistiendo a debates interminables sobre si nuestro déficit tiene que ser del 1,8 o del 1,5%. ¿Cómo le explicas a la gente esta barbaridad, de que estamos discutiendo de décimas que en realidad son centenares de millones de euros? Dicho de otro modo ¿por qué la UE no consiente a España hacer lo que hace Francia? ¿Por qué si en esa Europa asimétrica se admite que Alemania o Francia no cumplan sus obligaciones pero si España no las cumple nos sancionan? Lo que planteo es ¿puede haber un acuerdo para gobernar España entre Unidos Podemos y PSOE que no cuestione la regla del gasto de la UE?
– ¿Sigue considerando que Europa es y ha sido una traba para la política española?
– Europa es una forma de dominio que genera un centro y una periferia. La UE es para mí un protoestado dirigido por Alemania para imponer unos criterios que benefician casi exclusivamente a Alemania y a su hinterland, es decir, Alemania, Países Bajos y resto de países que antes figuraban en el área del marco. Lo que pasa es que para nosotros, el que nos apliquen los mismos criterios fiscales que a Alemania… ¡manda leches!… Si a mí, que soy andaluz, me aplican los mismos criterios que a catalanes o a vascos ya es muy difícil, entonces en Europa… Ocurre que para ser iguales en la UE debemos disponer de mecanismos desiguales, y en el modelo vigente eso no se da. Nos aplican los mismos criterios que a Alemania o Francia y resulta que hay manga ancha cuando ellos rompen esos criterios. Pero cuando lo rompo yo, o lo cumplo o me sancionan.
– Al hilo de su libro “España, un proyecto de liberación” ¿aboga por ese concepto de reformular los cometidos dentro de la UE para la nueva legislatura?
– ¡Es que no tengo ninguna duda de debe ser una de las próximas líneas de gobierno! El gran problema de España es que es dependiente de la UE económicamente y políticamente cada vez es más subalterno. ¿El ejemplo? A Francia se le va a permitir un déficit del 3% y a España no. ¿Por qué? Porque mandan más que nosotros. ¿Y por qué es así? Porque Europa no es un organismo igualitario y democrático, sino que es un organismo dirigido por Alemania.
– ¿Cree que los principios fundacionales de la UE han fracasado?
– La pregunta sería ¿el fracaso es de Europa o de la UE? Porque para mí la UE nunca ha sido Europa. La UE es un modo de construir Europa equivocado. Y el fracaso se demuestra porque es una máquina de construir fascismos, populismos de derechas. Cada vez hay más. Cuando Vox salió en el parlamento andaluz me escribió un amigo italiano y me dijo “enhorabuena, ya sois europeos: por fin tenéis vuestra extrema derecha”. Hoy el tipo de construcción europea, neoliberal y a la alemana, está generando nacionalismos de derechas, nacionalismos excluyentes y hasta nacionalismos etnicistas. Lo opuesto a lo planteado en la fundación de la UE. Y en ese contexto Europa no se construye: se divide.
– ¿No es contradictorio que la UE tenga su origen en la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), y 60 años después bajo esos auspicios la propia Europa promueva acabar con su carbón, acero e industria pesada?
– Ahí chocamos con un escenario muy complicado. Por resumirlo, durante más de un siglo, y mucho más después del franquismo, ha estado vigente lo de “España es el problema, Europa la solución”. Ahora estamos en otro escenario: “España es un problema y Europa también”. ¿Están ambas cosas relacionadas? ¿Podemos concebir en serio y sin que te salgan independencias una Europa en la que los estados se vayan a disolver dentro una cosa superior que se llame Unión Europea?
– Eso mismo fue lo que se planteó en el tratado 1957, ¿no?, los futuros “Estados unidos de Europa”. ¿Nos hallamos ahora ante una “utopía al revés”?
– Estamos ante eso mismo, ante la distopía. La Unión Europea se ha convertido en una distopía. ¿Por qué? Porque tú no puedes construir Europa sin los estados y sin los pueblos. Yo soy político y de izquierdas, pero De Gaulle siempre lo tuvo claro, y cuando eso se perdió, perdimos Europa. El promovía “Una Europa desde Francia a los Urales” (España, por lo que se ve, se le había olvidado…). El gran problema de Europa es que después de la unificación alemana y de la ampliación de los países del Este, lo que queda es el proyecto neoliberal para expropiarnos la soberanía económica. Pero quedan otros problemas sin resolver: el control económico, que queda en manos de Alemania… y otro igual o más de importante ¿qué hacemos con Rusia? Porque desde 1989 los países del Este han ido creciendo contra Rusia… si se tendiese a la idea de De Gaulle tendríamos otra Europa, mucho más fuerte, que solucionaría muchos problemas… Porque Europa no se puede construir contra los estados y los pueblos, sino a favor de ellos. Lo contrario no es posible.
– ¿El Brexit es una consecuencia de esto?
– Es que es una cosa lógica. Si se fija, desde Mitterrand, todos los referéndums a favor de Europa se han perdido. ¿Por qué? Porque la gente sospecha que tras el modelo de Unión Europea hay una pérdida de derechos y libertades.
CONFLUENCIA DE IZQUIERDAS
– Volviendo al escenario político español, concretamente en Asturias ¿Cómo ve el futuro de la confluencia entre Podemos e IU, en un escenario dividido y en crisis en la coalición justo antes de las elecciones?
– La confrontación en IU la protagonizan los mismos que se opusieron a un acuerdo con Podemos cuando se estaba fraguando. Yo eso lo he vivido, estaba en la dirección de IU. Y la dejé. La gente no lo sabe, pero en un momento determinado Pablo Iglesias trabajó para IU en Galicia, y se inventó la convergencia entre (Xosé Manuel) Beiras y la compañera Yolanda Díaz. Esa convergencia sacó casi el 16% de votos, y nosotros allí habíamos tenido como máximo un diputado. De pronto, unir a un señor de barba blanca y a una chica joven, un invento de Pablo, da esos resultados. Luego, Pablo e Iñigo Errejón pasan a trabajar como asesores de Cayo Lara. Cuando el acuerdo está emergiendo, el aparato de Llamazares y de Lara se enfrenta a esa convergencia nueva que hubiera llevado a Pablo Iglesias a ser el número 6 o 5 de la lista electoral conjunta que de ahí hubiese surgido. Y yo sé que Pablo no hubiera impuesto liderar esa lista. Lo que no hubiese aceptado es que esa lista la encabezase alguien como Willy Meyer. Ocurrió que hubo una reacción del aparato (Meyer, Llamazares, Cayo Lara) contra Pablo Iglesias. A partir de ahí, se gesta la creación de Podemos, que además surge de una reunión en mi propia casa…
– ¿Y cómo ve esa situación de división, de enfrentamiento abierto a esa confluencia de IU/Podemos que en Asturias se ha enconado?
– Como un continuo “no aprendemos”. No quiero ser crítico solo con IU, porque sería muy injusto. IU ha hecho bien su papel en otros sitios, en Andalucía, en Valencia… pero en otros sitios ha tenido más dificultad. La culpa no es solo de IU: tampoco nosotros hemos sido inteligentes para tender puentes… y en Asturias, por decirlo de algún modo siempre ha habido un obstáculo… digamos “existencial” a compartir proyecto con gente que nunca ha estado en el horizonte de IU, que a mi juicio es un error muy serio y que tendrá consecuencias para todos. Yo sigo siendo partidario de la unidad, de la convergencia, y quiénes mejor que los que estamos por la convergencia. He estado dos años de diputado en Unidos Podemos y ahí, trabajando junto a gente como Alberto Garzón, por ejemplo, nunca hemos tenido ningún problema de poder. El problema de Asturias (el de IU) es que nunca ha visto la alianza con nosotros como una estrategia de fondo. Lo diré de otra forma: han visto la alianza con otros mejor que hacerla con nosotros (sonríe).
– Usted, como Julio Anguita, siempre ha sido partidario de repensar conceptos que otros políticos han dado como inamovibles. ¿La rigidez de esquemas es una asignatura pendiente en la izquierda española?
– De alguna manera, lo que ha pasado en España desde 2008 es que la izquierda necesita un nuevo imaginario. La crisis catalana por un lado, Vox por otro, nos dicen que tenemos un problema no resuelto, que es la relación de la izquierda con el concepto de España. En positivo, en Podemos (y hablo solo de Podemos, porque IU tiene otros mecanismos) no hemos sido capaces de diseñar un imaginario social en torno a una izquierda patriótica, y combatir el seudopatrotismo de las derechas y demostrar que hay una gran diferencia entre el patriotismo y el nacionalismo. Y que hace falta una izquierda que sintonice sin miedo con esos conceptos: patria, unidad del país… y lo fundamental: la construcción de un país de hombres y mujeres iguales. Eso se llama república. Eso nos falta, y algunos nos vamos a dedicar a reconstruir un imaginario de izquierda patriótica, republicana, federal y socialista, luchando contra esa Europa de nacionalismos desde un imaginario alternativo, que para mí es ese patriotismo republicano que, por cierto, tiene en Asturias una larguísima andadura.
– Hay muchísimos temas más que abordar, pero querría concluir planteándole si cree el 15M, del que pronto se cumplirá una década, podría haber sobrevivido en su status horizontal primigenio, “en las plazas”, o si constituirse en partido político al uso como Podemos era la única opción viable.
– Se lo resumo de un modo metafórico: el 15M era como una ballena que emergió un día con fuerza, causando un oleaje intenso, pero que por su condición natural se volvió a sumergir. La ballena sigue ahí, bajo el agua, y lo lógico y lo deseable es que vuelva a la superficie cada cierto tiempo a tomar oxígeno. Pero si no emerge de nuevo, entonces es que esa ballena se habrá ahogado y habrá muerto.
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