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Atlántica XXII

8 libros para que te baje el cabreo

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8 libros para que te baje el cabreo

Una breve selección editorial de los ensayos que cualquier mente progresista debería leer y, a ser posible, después debatir. Prueba: probablemente te mejoren el humor

David Sánchez Piñeiro | Filósofo
@sanchezp_david

Artículo publicado en el número 61 de nuestra edición de papel (marzo de 2019)

La superioridad moral de la izquierda, de Ignacio Sánchez-Cuenca

La ideología no es un engaño, ni una ilusión, ni una excusa para no pensar por uno mismo. Ignacio Sánchez-Cuenca define la ideología como “un conjunto de valores, principios y objetivos que guían la acción política”. Vivimos en sociedades ideológicamente plurales. Cada ideología define su identidad política en función de la prioridad que otorga a unos valores morales frente a otros. Según Sánchez-Cuenca, el rasgo distintivo de la izquierda es la mayor sensibilidad que muestra hacia el sufrimiento ajeno. La izquierda sueña con una sociedad sin jerarquías y sin explotación. Desde este punto de vista, su ideología es “moralmente imbatible”.  

Sin embargo, pensar que sus propios principios morales eran infalibles llevó a la izquierda a dos callejones sin salida: el autoritarismo y la marginalidad política. Así lo explica Íñigo Errejón en el prólogo del libro. La izquierda se volvió autoritaria cuando intentó imponer por la fuerza a todo el mundo sus ideales universales. La izquierda se volvió minoritaria cuando se convenció tanto de la bondad de sus principios que se resignó a esperar a que los demás se cayesen del caballo y se convirtiesen a su credo. Errejón apuesta por asumir que, si los ideales de uno no son compartidos por mucha gente diferente, por muy bellos que sean se van a quedar en simples fantasías personales y no van a tener ninguna capacidad para transformar el mundo.

Radical happiness. Moments of Collective Joy, de Lynne Segal

“La felicidad ha sido insistentemente promovida como la normalidad a la que todos deberíamos aspirar”. Ser feliz en el siglo XXI es prácticamente una obligación moral. Sin embargo, la experiencia y las estadísticas nos demuestran que la mayor parte de la gente no es feliz. En el Reino Unido, el 35% de los trabajadores cree que sus trabajos no tienen sentido, una de cada diez personas reconoce que no tiene ningún amigo íntimo y el 18% de los jóvenes siente que no merece la pena vivir. En otros lugares la situación  no es muy diferente ¿Qué está pasando?

Una de las razones de este fracaso social (que se suma a todas las disfuncionalidades económicas del neoliberalismo) es la ausencia de espacios de “goce colectivo”. Radical happiness, que todavía no ha sido traducido al castellano, reivindica esos momentos en los que la “energía colectiva nos une en formas que trascienden nuestras preocupaciones personales”. El movimiento feminista, en el que Segal milita desde los años 60, nos da ejemplos cada día de ese disfrutar estando con las demás y nos enseña que la felicidad individual y la felicidad colectiva son dos caras de una misma moneda. Y que, a pesar de lo que diga ese sentido común liberal e individualista que tenemos tan arraigado, no tiene sentido contraponerlas. Lo afirma hasta el último anuncio de Calvin Klein: “Se puede ser un individuo y al mismo tiempo formar parte de algo más grande que tú mismo”.

No tengo tiempo. Geografías de la precariedad, de Jorge Moruno

“El reparto, el uso, disfrute y decisión sobre el tiempo tiene que ver con el modo de convivencia en una comunidad, es decir, el tiempo es fruto de una relación sociopolítica”. Esta es la idea que estructura el libro de Jorge Moruno: el tiempo como modelador de vidas y de espacios políticos. El capitalismo contemporáneo es un orden temporal frenético y cardiaco; vivimos sobresaturados de estímulos. Según Moruno, nuestro ecosistema mental se parece a “un niño sobreexcitado por el café”. La interacción a través de las redes sociales nos inyecta un flujo constante de adrenalina y de dopamina. Moruno asegura que hoy en día “leer a Proust implica una inmersión y una dedicación que puede considerarse como un tiempo perdido cuando el Homer Simpson social resuena al fondo, diciendo ‘Me aburrooo’”.

Lo que busca Moruno no es realizar una denuncia de la sociedad de consumo en clave nihilista y apocalíptica à la Byung Chul-Han. Algo así sería terriblemente paralizante en términos políticos. El capitalismo neoliberal no es un destino antropológico, es fundamentalmente una dominación hegemónica, política, ideológica y cultural y, como tal, contingente y susceptible de ser revertida. Necesitamos construir urgentemente un nuevo orden temporal en clave democrática, feminista y ecologista.      

La producción del dinero. Cómo acabar con el poder de los bancos, de Ann Pettifor

El sector de las finanzas ha sido tradicionalmente visto con desconfianza por los sectores progresistas. Sin embargo, Ann Pettifor defiende que los sistemas monetario y financiero “se cuentan entre los logros culturales y económicos más grandes de la humanidad”. No es posible imaginar hoy en día una economía que funcione sin crédito, sin deudas y sin préstamos. El problema es que el sistema financiero se ha emancipado de los controles democráticos nacionales y ha sido cooptado por unas élites que lo utilizan en beneficio propio  y que no tienen que rendir cuentas ante nadie. Si conseguimos revertir esta situación los más beneficiados serían la industria y los trabajadores, es decir, la economía productiva.

En realidad, lo que propone Pettifor ya se hizo otras veces en la historia. La autora pone como ejemplo la era Bretton Woods (1945-1971), en la que “la banca privada y el sector financiero funcionaron al servicio de la economía, no como sus dueños”. Uno de los economistas que más contribuyó a diseñar un sistema monetario orientado hacia el interés general y no hacia la especulación fue John Maynard Keynes, de quien Pettifor dice que “el mundo necesita desesperadamente que su obra se recupere”.         

El Estado emprendedor. Mitos del sector público frente al sector privado, de Mariana Mazzucato

Uno de los pilares programáticos de los movimientos progresistas ha sido históricamente la redistribución de la riqueza. Mariana Mazzucato advierte de que a pesar de que las políticas redistributivas son fundamentales para garantizar que los resultados del crecimiento económico sean justos, no generan crecimiento por sí mismas”. Por eso es importante otorgar protagonismo a una de las formas principales de crear riqueza: la innovación. El discurso neoliberal repite machaconamente una contraposición entre un sector privado emprendedor, dinámico y creativo y un Estado gris, burocrático y derrochador. En este esquema, la innovación económica le corresponde invariablemente al sector privado.

Sin embargo, la historia demuestra que la mano visible del Estado innova tanto o más que la mano invisible del mercado. Mazzucato ofrece multitud de ejemplos de sectores económicos e innovaciones tecnológicas en cuyo origen se encuentra una inversión emprendedora y arriesgada realizada por el Estado. El ejemplo paradigmático es Apple. Mazzucato afirma que “no existe ninguna tecnología clave de las que hay detrás del iPhone [Internet, GPS, pantalla táctil, etc.] que no haya sido financiada por el Estado”. El negocio es redondo: te haces rico con tecnología pagada por todos pero luego monopolizas hasta el último céntimo de los beneficios (literalmente, porque Apple ha sido condenada por evadir impuestos).                  

Leonas y zorras. Estrategias políticas feministas, de Clara Serra

Según Clara Serra, lo primero que se debe tener claro sobre el poder es que ‘no se puede elegir entre tomar el poder o abolirlo porque no existe un lugar sin poder, y por ello, la verdadera elección es disputarlo o padecerlo’. Lo segundo es que el poder no es algo externo a los individuos, no es algo que nos engaña desde fuera; el poder construye a los individuos desde dentro, a través de leyes, normas y prohibiciones.

Desde Maquiavelo, dos de las virtudes asociadas más estrechamente con el poder político han sido la fuerza del león y la persuasión de la zorra. Ambas han estado históricamente vedadas a las mujeres: la fuerza por ser una virtud exclusivamente masculina, la persuasión por estar estigmatizada como “un peligroso vicio femenino”. Las mujeres quedan así excluidas del pensamiento estratégico. Una conclusión que para Serra no es aceptable: “si queremos ser poderosas, las feministas no solamente tenemos que hacer valer nuestras razones, también tenemos que ser leonas para coaccionar y zorras para convencer”. Serra reivindica un feminismo popular y transversal, un feminismo para “las que faltan”, para aquellas que todavía no están convencidas, para aquellas (y aquellos) que todavía no son feministas. Un feminismo también para todas aquellas mujeres a las que les gusta Cincuenta sombras de Grey, escuchan a Beyoncé y ven telenovelas.

La democracia en Europa, de Daniel Innerarity

La Unión Europea ha funcionado desde que nació siguiendo una lógica eminentemente elitista. Si el lema de Estados Unidos fue We the people, el espíritu de la Unión Europea podría ser perfectamente resumido con la fórmula We few. Según Daniel Innerarity, esto se explica por tres razones. Uno: después del nazismo y de la guerra se sospechaba a priori de cualquier proyecto político relacionado con la soberanía nacional. Dos: los padres fundadores tenían una visión tecnocrática de la política. Tres: en la agenda inicial de la integración europea se manejaban unos temas que no eran del interés directo de la ciudadanía.

Sin embargo, “la Europa de comienzos del siglo XXI es muy diferente”. La crisis económica y el surgimiento de movimientos populistas reaccionarios han debilitado nuestra cohesión interna, pero también han propiciado una creciente politización de los asuntos europeos. Innerarity señala que a Europa “no hay quien la entienda”, no tanto por falta de información sobre su diseño institucional, sino más bien porque sufre un déficit de sentido. La Unión Europea necesita una nueva narrativa. Innerarity propone, basándose en su teoría de la “democracia compleja”, un nuevo modelo de comunidad política europea que se aleja tanto de la solución tecnocrática como de la solución populista y que, sobre todo, no se obsesiona con trasladar el modelo del Estado-nación a una escala europea. Para Innerarity, “el futuro de Europa no está escrito” y precisamente por eso se debe luchar por él.    

La confusión nacional. La democracia española ante la crisis catalana, de Ignacio Sánchez-Cuenca

El punto de partida de este libro tiene ya unas resonancias prácticamente revolucionarias: “Se puede y se debe debatir civilizadamente sobre la independencia de Cataluña”. El análisis que hace Sánchez-Cuenca del conflicto catalán es meridiano: los errores del movimiento independentista catalán han sido “muchos y muy graves”, pero la democracia española tampoco ha estado a la altura de las circunstancias. Sus principales fallos han sido cinco. En primer lugar, el gobierno de Rajoy permitió que “la situación se pudriera” y optó irresponsablemente por una judicialización del conflicto. En segundo lugar, las cloacas del Estado lanzaron una guerra sucia  e ilegal contra los independentistas. En tercer lugar, el sistema judicial no ha sido garantista y se ha empeñado en acusar a los líderes independentistas de un delito de rebelión que, en ausencia de violencia, no se sostiene de ninguna manera. En cuarto lugar, el rey Felipe VI optó por tomar “una posición beligerante y de parte” en su discurso del 3 de octubre. Por último, los medios de comunicación han contribuido de forma irresponsable a aumentar los niveles de confrontación.

Sánchez-Cuenca también propone una posible salida al conflicto: una reforma de la Constitución española que ofrezca a los catalanes una alternativa al independentismo de cara a un futuro referéndum. En cualquier caso, es lo suficientemente realista como para entender que, en última instancia, la solución pasa por “encontrar la forma de involucrar a la derecha española en una reforma”.

 

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