Esther Canteli y Antón Saavedra durante la presentación del libro «Memorias de un sindicalista de Aller», en el bar ovetense el Manglar. Foto / Ismael Juárez.
«Los sindicatos hoy día confunden la lucha de clases con la lucha de frases». Así de crítico se mostró ayer el histórico sindicalista asturiano Antón Saavedra durante la presentación de su libro Memorias de un sindicalista de Aller. El acto tuvo lugar en el bar ovetense el Manglar donde la escritora Esther Canteli fue la encargada de introducir al protagonista, a quien definió como «un modelo de coherencia y humildad».
Memorias de un sindicalista de Aller supone el cuarto libro publicado por Antón Saavedra, presentado por primera vez hace unos días durante la Semana Negra de Gijón, en el cual recoge su visión del mundo y de la lucha sindical y política que le tocó vivir. Desde su nacimiento en 1948, Saavedra va componiendo un relato en el que relata sus vivencias dentro de la política y el sindicalismo, «una crónica en carne y hueso», tal y como manifestó el autor durante la presentación.
El discurso de Antón Saavedra sirvió para remarcar varios puntos que él considera esenciales en el libro. El primero, la corrupción. Para el exsindicalista la corrupción es la causa de los principales problemas que atenazan a España, y que se manifiestan «tanto en la política como en el sindicalismo», llegando a afirmar que «la corrupción es inseparable del sistema de partidos, es el aceite que necesita para engrasarse este sistema oligárgico que tenemos», por lo que para él es urgente que se cambie la ley electoral y se pueda votar con listas abiertas, así como cambiar el modo en que se eligen los jueces, «para tener una justicia de verdad».
Sus críticas hacia los sindicatos «mayoritarios» también fueron igual de contundentes. «Los sindicatos deben vivir de las cuotas de sus afiliados, no de la subvenciones» porque, para Antón Saavedra, lo contrario supone convertirse «en apéndices de los poderes controlados por la oligarquía».
En este sentido, también tuvo algunas palabras irónicas para Villa, donde los enfrentamientos entre él y Saavedra, así como los sucesos judiciales de los últimos años en los que se han destapado las presunta corrupción comandada por el exdirigente del SOMA, tienen un particular protagonismo en los últimos capítulos del libro. «El sistema oligárquico sacrifica a algunos para que todo siga igual, con una justicia que no afronta la corrupción de verdad. Villa, y otros como él, confundieron la trinchera pero no eran oligarquía, se creyeron oligarquía».
Otro punto en el que Saavedra se detuvo varias veces durante su intervención, como también hace en el libro, es en la importancia de crear un «sindicalismo internacional» como «única forma de combatir a las multinacionales». Para él, si los sindicatos no transcienden las fronteras de los estados, «será todo inútil, iremos de victoria en victoria hasta la derrota final».
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