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Atlántica XXII

Salvador Fernández: “Fui purgado por poner fin a las vacaciones gratis de sindicalistas”

Caso Villa

Salvador Fernández: “Fui purgado por poner fin a las vacaciones gratis de sindicalistas”

Salvador Fernández con las facturas de las estancias gratuitas de sindicalistas en los hoteles del Montepío. Foto / Irma Collín.

Salvador Fernández con las facturas de las estancias gratuitas de sindicalistas en los hoteles del Montepío. Foto / Irma Collín.

Salvador Fernández González (Sotiello, 1957), minero prejubilado desde 2001, fue de la ejecutiva de la Federación Minero Metalúrgica de CCOO de Asturias y vicepresidente del Montepío de la Minería por este sindicato durante dos años, desde 2004. Fue cesado en lo que considera una purga interna por denunciar que dos dirigentes de CCOO, entre ellos el secretario general de la Federación, Maximino García, disfrutaban de estancias gratuitas en los hoteles del Montepío. Aunque el conflicto se inició cuando denunció comisiones ilegales millonarias cobradas por sindicalistas del SOMA y CCOO en la polémica operación de compraventa en los hoteles de Los Alcázares (Murcia) y Roquetas (Almería).

Xuan Cándano / Periodista.

¿Cómo se enteró de aquello?

Yo de aquello me entero porque soy miembro de la ejecutiva de COOO de la minería que dirige Antonio Hevia. Un miembro de la ejecutiva dice que Ricardo González Argüelles [entonces vicepresidente del Montepío por CCOO] puede estar implicado allí y que eso hay que revolverlo inmediatamente. Yo tenía amistad personal con Ricardo y aquel día en la ejecutiva dije “cuidao con las palabras” y que yo casi ponía la mano en el fuego por él. Un compañero de la ejecutiva dijo que Ricardo fuese allí a explicarlo. Las explicaciones que nos da Ricardo no nos convencen sobre la transparencia de la operación de compraventa. Y le dijimos que antes de haber dado un paso tan importante debería haberlo consultado en la ejecutiva. Y como no lo hizo le dijimos que se fuera. Y se va concediendo una entrevista a un periódico diciendo que se jubila y que deja grandes amigos en el sindicato. Y no pasa nada. En esa época se marcha Hevia y llega Maximino García. Yo salgo de la ejecutiva y voy al Montepío como vicepresidente. Es entonces cuando contacta conmigo una persona y me cuenta la operación, que ahora ya es pública: que se reparten un montón de billetes en un restaurante, lo que publicasteis en el número anterior de esta revista. Me pidió que nunca dijera su nombre y eso hice, nunca diré su nombre, porque no es necesario.

¿Qué le detalló esa persona?

Me detalló cuantías, que cada uno de los sindicatos llevaron 25 millones de pesetas, detalló que en Casa Ramón (Roquetas) se repartieron billetes de 500 euros.

¿150.000 euros para cada sindicato?

150.000 para Comisiones Obreras, 150.000 para el SOMA y 150.000 para más gente que andaba por ahí.

En total 450.000 euros.

Hubo más, más gente.

¿Más gente?

El nombre de la gente no me lo dio, habrán participado. Se repartió un montante de dinero importante allí.

¿Y ese dinero fue a los sindicatos o a los bolsillos de quien los recogió?

Naturalmente que fue a los bolsillos de quien los recogió, por lo menos en Comisiones Obreras. Yo no sabía nada. Lo que hago cuando tengo esa información es ir a ver a Ricardo [González Argüelles]. Me citó en su casa de Siana. Lo negó todo. Fue muy tenso. Yo le dije que me daba asco y que no toleraba aquello. Le dije que devolviera el dinero. A partir de ahí se precipitan las cosas. Después de hablar con Maximino, un viernes por la tarde, cuando ya no había nadie, citamos a Ricardo para un careo en la sede del sindicato. Éramos cuatro, también estaba otro miembro de la ejecutiva. Maximino dijo que quería hablar antes a solas con él en un despacho y los otros dos les esperamos fuera para hablar luego los cuatro. Estuvieron hora y media. Sale Maximino y dice que Ricardo ya había marchado. Y entonces tuvimos una que ya podrás entender. “¿Qué tenías que hablar con Ricardo que nosotros no podamos oír?”, le pregunté. Tuvimos un cristo. Nunca supe lo que se habló en aquella reunión. Y ahí se cerró el tema. Yo nunca volví a hablar con Ricardo.

Al que sustituyó usted como vicepresidente del Montepío.

Y el presidente [Alfredo Álvarez Espina, del SOMA] me encarga que siga ocupándome de los hoteles de Roquetas y Los Alcázares, como Ricardo. Y lo primero que descubro es lo de la concesión de las limpiezas en el hotel de Roquetas. El empresario me dice “sois tontos o ricos”. Me dijo lo que cobraba y lo que pagaba y que era una subcontrata de Alcedo de los Caballeros [la empresa del constructor Juan Fernández que llevó la obra del geriátrico de Felechosa], y que había una diferencia de un millón de pesetas al mes entre lo que el Montepío pagaba a esa empresa y lo que recibía la suya. Yo acabé con aquello y eso ya sienta mal. Me llegó un comentario diciendo que el SOMA consideraba que me extralimitaba en mi cargo. Yo le dije a uno del SOMA que había que acabar con muchos vicios, como las vacaciones gratis de sindicalistas en los hoteles del Montepío. Y me respondió que “eso ye verdá, pero vosotros tampoco pagáis”. Yo le pregunté quien no pagaba de Comisiones y me dijo que Arsenio Díaz [vocal del Montepío por CCOO] y Maximino García. Le pedí papeles. Revuelvo y los encuentro. Maximino no había pagado en 2001 y en 2004. Y Arsenio de 2001 a 2004.

Relevo y represalia

¿Y cuánto se prolongaban esas estancias gratuitas?

Arsenio un mes, Mino menos. Lo tengo todo aquí [exhibe documentación de las facturas de los hoteles]. Y hablé con los dos. Arsenio dijo que era un acuerdo con el presidente anterior [Ricardo López Estébanez, del SOMA] y que el actual lo sabía. Pero Álvarez Espina me lo negó. Le dije que tenía que pagar, que era intolerable que diéramos ese fatal ejemplo. Imagínate la cara que puso. A Maximino se lo planteé de otra manera. Le dije que eso era una cuestión casi moral, que había paisanos que las pasan negras pa pagar un apartamento mientras él y yo teníamos pagas muy grandes. Y además le dije: “¿Por qué nos van a pillar en una tontería como esta? No seas tonto, vete y paga”. Le dije que lo hacía para protegerlo, pero le sentó como un tiro.

¿Eso era comportamiento habitual en el SOMA y en CCOO?

Salvador Fernández en Oviedo, donde vive. Foto / Irma Collín.

Salvador Fernández en Oviedo, donde vive. Foto / Irma Collín.

Hevia no iba. Y Villa tampoco. Era gratis total de alguna gente de los dos sindicatos. A Maximino le sienta fatal y paga en septiembre. A raíz de ahí se desencadenan cosas. Hasta entonces se cobraban las dietas individualmente, yo cobraba 900 o 1.000 euros fijos al mes para gastos, viajes, las invitaciones que tuviera que hacer… Maximino me dice: “Pues ya que vamos a ser todos tan honraos las cuantías de las dietas se van a canalizar a partir de ahora al sindicato”. Yo le dije que me parecía correcto y que a partir de entonces deberíamos hacer las cosas bien para siempre. Y me pongo en contacto con Rafael Virgós, el asesor del Montepío, para preguntarle si eso era correcto. Encargaron un informe técnico, que señala que las dietas son personales e intransferibles. El Montepío no puede dar ese dinero a los sindicatos, sino a personas. Y además había cambiado la ley y cobrar así los prejubilados era un riesgo de cara a Hacienda. Lo dije en el sindicato y anuncié que yo no iba a cobrar así. Hubo una reunión en CCOO donde no fui invitado y todos se comprometieron a cobrar y depositar el dinero en el sindicato. Yo no lo hice y además devolví todo lo que había cobrado.

¿Cuánto dinero devolvió?

[Exhibe el justificante] 5.500 y pico euros. Hice una liquidación para no perder dinero de lo que había gastado en gasolina a Andalucía, no quise saber nada y dije; “Ahí os quedáis”. Reacción de CCOO: rebeldía, falta de confianza, fuera del Montepío, relevo. Les planto cara. Me dirijo a la Comisión de Garantías diciendo que soy represaliado porque denuncié las prácticas irregulares del secretario general para ir gratis de vacaciones y como represalia me releva. Yo admito que me destituya por otra razón, pero por eso… falta de  confianza. Hacen una investigación exhaustiva, dicen que los métodos de la Federación Minero Siderúrgica no son los adecuados y que no hay motivación para lo que me hicieron. Para destituirme llegó a haber falsificación de documentos con mi firma. Uno de los tres abogados que vinieron de la Comisión de Garantías me dijo que por menos ya se había destituido a direcciones del sindicato en España. Pero los informes de esa Comisión son informativos y la ejecutiva decide sobre ellos. Y la ejecutiva no me apoyó. Y me destituyen el SOMA y CCOO del Montepío, cuando los estatutos dicen que eso lo debe hacer la asamblea general. Reuní cerca de mil firmas para poder explicar mi posición en la ejecutiva, pero sigue implacable el rodillo y me echan. Planteé una demanda civil y la perdí por una cuestión de forma, por unos días de plazos vencidos, sin entrar en el fondo del asunto. Fue un error de mi abogado, quedé con cara de tonto porque esa batalla estaba ganada.

“Una verdadera mafia”

Usted siguió militando en CCOO. ¿Por qué cuenta esto ahora?

Por lo que leí en el último número de ATLÁNTICA XXII. Maximino no dice la verdad sobre sus pagos en los hoteles, Ricardo es secretario de organización de IU en Mieres y posa delante de un retrato de La Pasionaria. En un régimen comunista como el que nos gusta a él y a mí, lo mandan al Gulag. ¿Con qué autoridad moral está representando a nadie? Todo esto lo sabe el sindicato y mucha gente. Hubo amenazas a sindicalistas que me defendían con quitarles las horas sindicales. Fue una verdadera mafia.

Una purga interna.

Pero purga, purga. También lo sabía la Federación estatal. Me extraña que se ponga el grito en el cielo cuando gente de CCOO acepta tarjetas como Rodolfo Benito y Juanjo Azcona, a los que conozco, y que sin embargo no haya costado ni un pestañeo esto otro. ¿Que es la cuantía lo que se denuncia? Por esas miserias… todo el mundo tiene un precio.

¿El Caso Villa destapa una gran corrupción sindical en la minería de los dos grandes sindicatos?

En CCOO yo llevé finanzas durante ocho años y ni hay ingreso irregular ni mordida alguna, ni nada de nada. Estos casos que estoy contando son contados y vividos por mí, no sé si otros conocen otros casos y se los callan. En CCOO eso no está generalizado, me niego a admitir eso. Cada cual que responda de lo suyo. En el SOMA tienen un sistema presidencialista que se trasladó al Montepío. Eso en CCOO no vale, el secretario general no hace lo que quiere, rinde cuentas y se toman las decisiones por mayoría. Ese fue el sindicalismo que yo viví desde que me afilié en 1975. Que se cometieron errores, sí, y este es uno. Y salpicaron. Y porque no hubo valor para poner alguno en su sitio a lo mejor ahora estamos metidos en el saco de los demás. Hace unos meses, cuando estalla el Caso Villa, Antonio Hevia manifestó en una entrevista en La Nueva España que cuando el ex presidente del Montepío, Ricardo López Estébanez, acudió a darle el pésame por el fallecimiento de su madre, le reconoció la existencia de maletines en la compraventa de los hoteles del Montepío. Cuando lo leí, llamé a Hevia para recriminarle que no lo hubiera dicho en la época en la que a mí se me persiguió, justo tras aquellas corruptelas.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 37, MARZO DE 2015

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