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Atlántica XXII

Savedrona tenía razón (II)

Caso Villa

Savedrona tenía razón (II)

Fernández Villa es abrazado en la Presidencia del Principado por Javier Fernández, al que impulsó en su carrera política. Foto / Mario Rojas.

Fernández Villa es abrazado en la Presidencia del Principado por Javier Fernández, al que impulsó en su carrera política. Foto / Mario Rojas.

Xuan Cándano.

No está entre mis muchos defectos el rencor, entre otros motivos porque sería muy poco inteligente creer que el poder, sea el que sea, puede consentir a sus críticos librar batallas y salir de ellas impunes. No tengo animadversión alguna a Fernández Villa, nunca le tuve por enemigo e incluso ahora me parece cruel esa cacería que padece por gente que le debe todo, aunque pertenezca a la condición humana ese escarnio público tan cainita y tan asturiano. En cierta medida yo también fui uno de los abducidos que no le veían desnudo con sus miserias, porque creía, y así lo tengo escrito, que era el gran cacique y el primer responsable del régimen clientelar socialista que fomentó la gran corrupción a la asturiana, pero sin que él mismo se viera contaminado en su vida personal. Hasta su caída en los infiernos cuando se descubrieron los 1,4 millones de euros que escondía, me parecía un consentidor que apenas se beneficiaba del sistema putrefacto que había puesto en marcha, observando su vida discreta y modesta, nada dada a la exhibición pública.

No se trata de hacer leña del árbol caído, como se apresuraron a hacer muchos de los villistas que ejercían más de ello que el propio Villa y como suele ocurrir cuando el fanatismo arropa al interés, sino de exactamente lo contrario, que es justo lo que no están dispuestos a consentir: no hay que ajustar cuentas con el pasado, solo hay que revisarlo críticamente.

Y esa revisión resulta demoledora simplemente revisando la biografía oculta de Fernández Villa, obviando incluso su labor política y sindical. Este libro la detalla, pero no es ninguna novedad para los que seguimos a Antón Saavedra, porque lleva muchos años contando a quien quiera oírlo la novelesca historia de una tremenda impostura personal, aunque solo ahora se le presta atención, como al minero veterano que se pasa la vida alertando inútilmente de un peligro en el pozo hasta que llega el fatal accidente. Baste el impresionante e interminable listado de las militancias políticas y sindicales de Villa, el hombre que mejor conoce a la izquierda en Asturias, porque ha probado casi todas sus siglas, aunque su carrera comenzó en las cloacas del franquismo.

Fue confidente de la Brigada Político-Social del franquismo, del mismísimo y temido jefe en Asturias, el comisario Claudio Ramos. Pero según Saavedra, que nunca habla de oídas, porque también fue protagonista y testigo de lo que cuenta, Villa también fue falangista, estuvo en CCOO y en el Partido Comunista, coqueteó con la CNT y militó en las radicales Comunas Revolucionarias de Acción Socialista de José Luis García Rúa, todo ello como preámbulo antes de hacerse a codazos e intrigas con el poder absoluto en el SOMA y en el PSOE asturiano. Lo de Villa da de momento para un sumario judicial, pero también sería un gran guión cinematográfico.

Segunda entrega del prólogo escrito por el director de ATLÁNTICA XXII para el libro Villamocho, la corrupción en el sindicalismo minero, del exsindicalista Antón Saavedra, que saldrá en septiembre editado por Sangar.

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