Connect with us

Atlántica XXII

Savedrona tenía razón (y III)

Caso Villa

Savedrona tenía razón (y III)

Mineros manifestándose ante la sede del PP en Oviedo en las últimas movilizaciones del sector en 2012. Villa se acogió ese año a la amnistía fiscal. Foto / Mario Rojas.

Mineros manifestándose ante la sede del PP en Oviedo en las últimas movilizaciones del sector en 2012. Villa se acogió ese año a la amnistía fiscal. Foto / Mario Rojas.

Xuan Cándano.

Tampoco engaña ni se transforma Antón Saavedra cuando se sienta ante la pantalla del ordenador. Escribe como habla, sin retóricas, miramientos ni concesiones literarias, con adjetivos no precisamente complacientes para Villa y aquella legión de aduladores que fueron los suyos, hoy reducida a un puñado de fieles que no se atreven a salir en su defensa.

Saavedra no tendrá muchos seguidores entre los críticos literarios y los partidarios de la exquisitez estilística, pero para los historiadores y los periodistas es un verdadero chollo, una mina como las que tan bien conoce.

Para la historiografía del movimiento obrero,  especialmente del minero y en concreto del hegemónico SOMA-UGT, las aportaciones de este libro y de su autor son imprescindibles por novedosas y esclarecedoras. No pasa precisamente de largo por el episodio, tan oculto como la fortuna de Villa para la historia oficial del socialismo asturiano, de la abierta colaboración entre el SOMA y la dictablanda, entre Manuel Llaneza y Miguel Primo de Rivera. Pero sobre todo veo en Villamocho una aportación histórica fundamental. Fue el propio Saavedra el inventor del término “trama carbonera” para bautizar la gran corrupción en la minería asturiana al hacer pasar por carbón nacional mineral de importación, cobrando así ilegalmente subvenciones públicas. Pero lo que ahora descubrimos leyendo este libro es que esas prácticas ya las llevaba a cabo el propio SOMA antes de la Guerra Civil cuando gestionaba el pozo San Vicente, un orgullo en la historia oficial del sindicato y del socialismo asturiano, por ser la primera y única experiencia de autogestión minera en España. Cuenta Antón que, para cubrir el cupo que le asignaba el Estado para la adquisición de carbón de la mina autogestionada, los patrones del SOMA negociaban con otros privados y hacían pasar por mineral de San Vicente el de otras minas (página 12). El mismo delito por el que en 2014 fueron condenados cuatro directivos de la mina La Camocha a nueve años de cárcel y al pago de 21 millones de euros por fraude a la Hacienda Pública.

Leyendo Villamocho no quedan dudas sobre una evidencia histórica: la historia de la minería en Asturias es un pacto nunca escrito entre los empresarios, siempre ávidos de beneficios, el Estado, siempre dispuesto a mantener el sector por miedo a las cíclicas sacudidas del movimiento obrero, y los propios mineros a través del SOMA, siempre dispuesto a negociar bajo la mesa, mientras en las cuencas agitaba el fantasma de la revolución.

Para los periodistas Saavedra también es un informante excepcional. Tiene todos los datos en la cabeza, su memoria es prodigiosa, es testigo de lo que cuenta, sabe cómo se gestaron las corrupciones y el nombre de los corruptos, su archivo personal es un tesoro que aporta mucha documentación que avala informaciones relevantes, aunque a veces hay más certezas que pruebas. Algo pasa, y no es precisamente alentador, cuando a Antón Saavedra solo lo exprimimos profesionalmente algunos periodistas.

Porque a este hombre, al que ahora le tienen que dar la razón hasta los enemigos que se granjeó con su incorrección política y su incontinencia verbal, hay que reconocerle incluso ciertas dosis de visionario. Y de ello da fe este libro. Véanse un par de ejemplos. En 1987, tras lo que denomina “asalto” de UGT al XIV Congreso Federal Minero del sindicato, dijo en una intervención que los asaltantes “no venían sino a mostrarnos muy claramente cómo el SOMA-UGT es un grupo de presión al servicio de los intereses partidistas, en este caso del PSOE y su política neoliberal, y es desde ahí cómo debemos entender los permanentes intentos para domesticar al movimiento obrero, primero la UGT y después CCOO, de tal manera que a muy corto plazo nos encontremos los sindicatos de clase siendo una simple fotocopia de lo que fueron los sindicatos verticales del franquismo”.

Y en 1996 unas declaraciones a Iñaki Gabilondo en la SER tras una profusión de accidentes mineros le costaron a Antón Saavedra su salida del grupo parlamentario de IU en la Junta General del Principado, donde figuraba como integrante del PASOC. La coalición, de la mano de los sindicatos, quería que rectificara unas declaraciones muy esclarecedoras ahora, cuando se ha descubierto el gran fraude sindical en los fondos de formación. Así contestaba el exdirigente minero a una pregunta de Gabilondo en la que mostraba su extrañeza por tanto percance mortal:

“Muy sencillo, porque esas cantidades millonarias de las que hablas no se están empleando para la formación permanente de los mineros en esa materia tan sangrante, como es la seguridad en nuestras minas, sino y principalmente para financiar las burocracias del pandillerismo sindical, así de claro”.

O sea, que Savedrona tenía razón.

Tercera y última entrega del prólogo escrito por el director de ATLÁNTICA XXII para el libro Villamocho, la corrupción en el sindicalismo minero, de Antón Saavedra, que saldrá en septiembre editado por Sangar.

Continue Reading
Click to comment

You must be logged in to post a comment Login

Leave a Reply

Más en la categoría Caso Villa

Último número

To Top