La construcción de nuevas urbanizaciones se hizo sin actualizar un saneamiento que contaminó las aguas y obligó a cerrar la zona al marisqueo, del que vivían unas treinta familias. El Ayuntamiento se negó a indemnizar a los afectados, pero ahora abonará seis veces más de lo que le reclamaban
Texto: Javier Fernández | Periodista
@JaviFdezDiaz
Mientras duró, todo fueron vino y rosas. La especulación inmobiliaria y los años de la burbuja sembraron España de grúas y multiplicaron viviendas y urbanizaciones. La fiebre del ladrillo generó en todo el país una riqueza fugaz que se reflejaba en las nuevas construcciones y que se desplomó cuando en 2008 estalló la crisis. Ha pasado una década, pero aún persisten las consecuencias económicas y laborales de aquel delirio. Y también las medioambientales.
En Villaviciosa, la época dorada de la construcción plantó bloques por doquier. En 2001 la localidad contaba con 9.032 viviendas para 14.211 habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística. Una década más tarde, 14.962 personas ocupaban 11.075 inmuebles. Es decir, en diez años se construyeron 2.043 casas, mientras la población subió sólo en 751 vecinos. Los pisos se levantaron además sin actualizar una red de saneamiento que se quedó obsoleta, se sobrecargó y comenzó a contaminar la ría, un espacio natural protegido en el que unas treinta familias vivían del marisqueo. Hasta que en noviembre de 2011 el Gobierno Asturiano tuvo que prohibir la recogida de moluscos al detectar una presencia de bacterias fecales (E. coli y enterococos) muy superior a la autorizada. Mazazo al medio ambiente.
Los moluscos de la zona no eran aptos para el consumo humano debido al efecto de los vertidos de la red municipal de saneamiento y alcantarillado. Siete años después, la ría sigue cerrada: «Hacen controles de forma periódica, pero los niveles de bacterias fecales siguen estando por encima de los permitido», lamenta Andrés Pérez, uno de los afectados. «En un primer momento no pensamos que era tan grave. Ya habíamos vivido cierres puntuales por fenómenos como las mareas rojas y pensamos que reabriría pronto. Pero las mediciones eran cada vez más alarmantes», recuerda el mariscador. La situación, no obstante, se prolongó.
Andrés se jubiló el año pasado tras cotizar 38 años y lamenta que las reformas del saneamiento iniciadas en 2012 aún no están listas. «Están haciendo los pozos de tormenta y canalizando hacia la depuradora. Esperan terminarlas el año que viene». Critica, además, que la contaminación no apareció de repente, que las señales estaban ahí para quien quisiera verlas: desde «empresas que verían directamente al alcantarillado municipal, y de ahí al río Linares a escape libre», hasta el «tubo de hormigón situado en La Barquerina, por el que se veía salir agua sucia de los pisos nuevos, que se vendieron a muy buen precio».
En diez años se construyeron 2.043 viviendas mientras la población crecía en 751 vecinos
Pero eso no evitó el trato que recibió de su ayuntamiento en la época del PP. «En cuanto se vio que la culpa era del consistorio, el alcalde José Manuel Felgueres nos despreció», resalta con amargura. Una situación que mejoró con el cambio de Gobierno local, y también con la Dirección General de Pesca Martíma del Principado, que otorgó ayudas por las campañas perdidas: «Fueron los que mejor se portaron con nosotros. Dijeron que pagarían y seguirían repoblando y hasta la fecha han cumplido».
Un apoyo, no obstante, que no alcanza a reparar el daño que los años dorados de la construcción dejaron en Villaviciosa. El espacio protegido contaminado, la explotación de marisco paralizada y una treintena de familias obligadas a abandonar su principal fuente de ingresos. Los niveles de bacterias fecales siguen disparados y los vertidos continúan. Al menos, hasta que el Ayuntamiento termine las obras que puso en marcha en 2012, pero que debió iniciar cuando el pueblo comenzó a crecer por encima de su capacidad para depurar sus aguas, maltratando al río Linares.
LA RECLAMACIÓN
A los pocos meses de impedirse el marisqueo, quienes vivían de los moluscos perdieron la poca esperanza que les quedaba: «Todos los años se repoblaba almeja, lo que nos daba optimismo a pesar de que la ría estuviese cerrada, porque se mantenía la población. Pero en 2012 empezaron a aparecer muertas», cuenta Andrés Pérez.
Los afectados reclamaron al Ayuntamiento la responsabilidad patrimonial del desaguisado e indemnizaciones, que sumaban 44.000 euros. El Ejecutivo local de José Manuel Felgueres se negó a pagar y alegó que había sido el Principado quien había cerrado la ría y, por tanto, quien debía asumir responsabilidades. También señaló al Ministerio de Fomento, al Consorcio de Aguas de Asturias y a la Confederación Hidrográfica del Norte como otros actores contaminantes que habían realizado obras en la zona y vertido al río. Completó sus argumentos indicando, entre otros alegatos, que las mareas y el factor estacional podían haber distorsionado las mediciones que sirvieron de base al Principado para impedir que se sacase marisco.
Cuando en las elecciones del 2015 el PSOE accedió al poder, el actual alcalde, Alejandro Vega, alcanzó un acuerdo con los mariscadores. Pero los funcionarios municipales lo frenaron alegando que pagar a los demandantes las cuantías que reclamaban iba en contra de los intereses del Ayuntamiento.
Sin embargo, siete años después de que estallase el conflicto, de las arcas públicas saldrá finalmente una cantidad seis veces superior a la reclamada en 2012: casi 270.000 euros. La causa: las sentencias que la justicia asturiana dictó el pasado mes de octubre en favor de la decena de afectados que llegó hasta el final con sus reclamaciones. Según concluye el Juzgado de lo Contencioso/Administrativo número 1, la contaminación surgió de «una serie de vertidos que se vienen realizando en la Ría de Villaviciosa y que proceden de la red municipal de saneamiento y alcantarillado».
La burbuja inmobiliaria que provocó la urbanización de zonas como La Barquerina ha acabado saliendo muy cara, en todos los sentidos: «Si el Ayuntamiento hubiera sido sensato, habría indemnizado con un coste más bajo, reparado la red de saneamiento y cerrado el tema», señala Olga Álvarez, abogada de los reclamantes y coportavoz de la formación política Equo Asturias. La letrada recalca que el impacto de los vertidos para Villaviciosa va mucho más allá del dinero: «Llegó un momento en que la ría, que es un espacio natural protegido, colapsó. Y los mariscadores, que desarrollan una actividad artesanal y ancestral, perdieron sus empleos».
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