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David Fernández, cabeza de lista de la CUP: “ De la crisis salimos más libres o más esclavos”

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David Fernández, cabeza de lista de la CUP: “ De la crisis salimos más libres o más esclavos”

David Fernández, periodista y cabeza de lista de la CUP.

David Fernández, periodista y cabeza de lista de la CUP.

Cien asambleas locales confederadas, 1.500 activistas con una media de treinta y tres años, ausencia de créditos bancarios, limitación de mandatos y sueldos, no duplicidad de cargos, referendos y asambleas abiertas a la ciudadanía… Con estos mimbres, la CUP ha sumado un poder municipal y autonómico en Cataluña insólito hasta ahora en el Estado para la izquierda alternativa. Sumergidos en la ola de la indignación, y tras entrar en el Parlament, sorprenden ya a menos gente. Su cabeza de lista, el activista social y periodista David Fernández (Barcelona, 1974), proviene del movimiento okupa. Escritor del libro Crónicas del 6 sobre la represión policial e impulsor de la acusación popular en el caso Palau, sufrió en sus carnes esa violencia policial en el desalojo del 15-M de Plaza Catalunya. Año y medio más tarde convive en el Parlament con quienes ordenaron cargar a los Mossos. Se ríe cuando le exigen decoro en el vestir. Por Dani Ripa (Barcelona).

En 2007, la CUP recibió 20.000 votos, en 2012, casi 130.000. ¿A qué se debe?

No se puede entender sin la convergencia del ciclo soberanista, con el de indignación y el de luchas sociales. Planteamos una enmienda general al régimen, a la partitocracia, a la cultura de la Transición. Venimos de veinte años de trabajo en 100 centros sociales autogestionados (Casals y Ateneos), donde hemos aprendido el apoyo mutuo, la democracia directa, la participación sin intermediarios y a no esperar a que el poder te dé las cosas. Nuestra centralidad está en la calle y en los municipios, no el Parlament. Desde ellos hemos impulsado referendos ciudadanos en Ayuntamientos como Sant Celoni o destapado escándalos por corrupción.

La CUP se apoya en el 15-M, pero una parte de la izquierda ve ese movimiento como amenaza…

Sí, y no les falta razón. Los trabajadores públicos fijos y la aristocracia obrera han tenido sus mecanismos políticos y sindicales, mientras el resto estábamos fuera de su lógica de representación. Somos la generación de la frustración, de los precarios, no tenemos nada que perder porque no hemos tenido nada. Nos habíamos quedado afónicos y teníamos que recuperar nuestra propia voz. La CUP son una opción de los huérfanos políticos. Hace veinte años luchábamos por la insumisión, después por el altermundismo, contra la guerra, y finalmente, con el Tripartit, la socialdemocracia ¡otra vez! utilizó la escalera de los movimientos sociales para llegar al poder y después nos tiró de la escalera. Tenemos memoria de elefante: los recortes empezaron con el tripartito de izquierdas. Es una derrota profunda de las izquierdas, que han gestionado como la derecha. Por otra parte, invertimos la lógica de representación de los movimientos sociales. La izquierda clásica decía que hacía de intermediaria, mediando en el conflicto que lleva al Parlamento. Nosotros no somos mediadores de nadie. Quien más sabe de qué van los desahucios es la PAH y de violencia de género el movimiento feminista. Tú te pones a su servicio, ni delante ni detrás, y ellos hablan en tu nombre, por ejemplo, en las Comisiones del Parlament.

La senyera y la cartera

Una parte de la izquierda dice que el debate de la ‘profesionalización’ de la política hace el juego a Cospedal. ¿Qué piensan de ello?

Lo nacional, lo social y la radicalización democrática están al mismo nivel. La partitocracia como régimen existe y una conquista de la izquierda como la retribución de los cargos públicos se ha degradado, pervertido y prostituido. Hay que limitar salarios, cargos y mandatos. Ahora hay gente de izquierdas en empresas públicas que cobran más que el presidente del Gobierno, como Dídac Pestaña, en Transportes Metropolitanos de Barcelona, 140.000 euros al año; mientras diputados de Iniciativa per Catalunya llevan veinte años.

¿Qué le parece la democracia emanada de 1978 y la Constitución?

El gatopardo que cambia todo para que nada cambie, un fraude con la lucha antifranquista y la vía en que se restructura el capitalismo. El cuento de que la Transición fue modélica no es creíble: América Latina nos saca ventaja en la lucha contra la impunidad de los crímenes de sus dictaduras. Decimos a menudo que la corrupción no es del sistema, es el sistema. 48 cargos ministeriales del PP y PSOE son miembros de Consejos de Administración de grandes empresas. Es una política de puertas giratorias, el poder político es una correa de transmisión del poder económico. Fèlix Millet, imputado en el caso Palau, decía “somos 400 y somos siempre los mismos”, en referencia a la élite económica catalana. Estamos conociendo la punta del iceberg de la corrupción y si ayer el sistema estaba al borde del abismo, hoy ha dado un paso adelante. Pero ¡ojo! vamos hacia una democracia profunda, hacia un fascismo de rostro democrático, o hacia nuevas dictaduras: de esta crisis salimos o más libres o más esclavos.

Hay una tendencia en parte del nacionalismo de culpar de los recortes a Madrid. ¿Lo comparte la CUP?

El nacionalismo conservador catalán utiliza la senyera para esconder la cartera, mientras sociólogos como Cardús defienden que la corrupción en Catalunya es consecuencia de la españolización de la política catalana. ¡Y un cuerno! CiU habla de soberanía y privatiza la sanidad, las autopistas y el agua, ¿eso no es perder estructuras de Estado? Es una permanente transferencia de renta a las élites de este país. La alta burguesía catalana, por cierto, rechaza la autodeterminación porque tiene negocios con la oligarquía española.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 26, MAYO DE 2013.

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