
Alfredo Pérez Rubalcaba y Javier Fernández en un mitin. Foto / Mario Rojas.
Asturias es una de las dos Comunidades Autónomas gobernadas por los socialistas en España. Pero el PSOE asturiano no es ajeno a la crisis del partido y de la socialdemocracia, y en las últimas semanas se le acumulan los problemas y aparecen conflictos insólitos que socaban su poder y delatan su decadencia.
Por Xuan Cándano / Periodista.
Primero estalló la crisis por la sucesión de José Ángel Fernández Villa al frente del SOMA-UGT, el aún poderoso sindicato minero, aunque su control del PSOE asturiano ha ido desapareciendo a la vez que el propio sector de la minería. Villa dirigió con puño de hierro durante 36 años a una organización cerrada, monolítica y jerarquizada, que impuso su cultura en el socialismo asturiano de la democracia. La marcha del “Tigre”, como le llaman sus seguidores, que le profesan veneración y temor a partes iguales, dejó al SOMA huérfano y en una grave crisis interna donde han aflorado por vez primera divisiones y críticas. El Congreso para decidir la sucesión de Villa hizo estallar todas las tensiones. La minera Concepción Alonso, que fue la elegida, dimitió al cuarto de hora al comprobar que sus apoyos no llegaban al 30% de los congresistas. El SOMA está ahora en manos de una gestora.
Poco después presentaba su dimisión como presidente de la Federación Asturiana de Concejos Antonio de Luis Solar, alcalde socialista de Pravia, por el “Caso de los parquímetros”. Solar avaló en nombre del Ayuntamiento un crédito de 79.000 euros a una empresa que aspiraba a hacerse cargo de los aparcamientos de pago en Pravia, que aún no están autorizados. La empresa quebró, el banco pidió el dinero al Ayuntamiento y el alcalde asegura que lo repondrá de su propio bolsillo. Los parquímetros ya habían sido adquiridos y aparecieron en un almacén municipal. Parece un caso de prevaricación de libro adjudicar un proyecto a dedo a una empresa antes incluso de que el pleno municipal lo autorice. La oposición llevó el asunto a la Fiscalía y pide la dimisión de la alcaldía de Antonio de Luis, cuya continuidad en el cargo parece insostenible.
Y esta misma semana el Tribunal Constitucional apartó de la alcaldía de Cudillero al socialista Ignacio Fernández, atendiendo una denuncia de Foro Asturias. Fernández había accedido al cargo sin ser candidato electoral, tras la dimisión del anterior alcalde, Gabriel López, enfrentado a su antecesor y hombre fuerte del PSOE local, Francisco González. Como ninguno de los ocho concejales socialistas de Cudillero quiso acceder al puesto, el PSOE aprovechó un artículo de la Ley Electoral, aprobado hace años para proteger a los cargos públicos del terrorismo en el País Vasco, para convertir a Ignacio Fernández en alcalde.
El culebrón municipal en Cudillero se ha convertido en un espectáculo surrealista, porque ahora hay dudas legales sobre la posibilidad de que alguno de los concejales socialistas pueda aceptar la alcaldía tras su negativa anterior. Es la fórmula a la que apela el PSOE y el presidente asturiano Javier Fernández para no perder la alcaldía de Cudillero, uno de sus feudos y donde llevan los socialistas dos décadas gobernando con mayoría absoluta.
Francisco González tuvo que dimitir recientemente como diputado autonómico tras su imputación por varias denuncias en el Tribunal Superior de Justicia de Asturias, pero sigue siendo el secretario general del PSOE de Cudillero. Siempre estuvo alineado en el socialismo asturiano en el sector controlado por el SOMA.
Todos estos episodios no solo muestran la crisis del socialismo asturiano. También indican una especie de fin de ciclo, la agonía de un modelo de partido agotado, poco democrático, inmovilista, alejado de los cambios sociales y de las demandas de la ciudadanía.

José Ángel Fernández Villa en un Congreso del SOMA, donde fue secretario general 36 años.
El SOMA tiene miles de afiliados, pero 80 congresistas a puerta cerrada deciden su futuro entre conspiraciones, enfrentamientos cainitas y luchas intestinas por el poder.
El alcalde de Pravia solo tiene 38 años, pero nunca se ha dedicado a otro asunto laboral que la política, donde se había convertido en una de las grandes esperanzas de futuro de su organización.
Quizás traicionado por su propio inconsciente, Ignacio Fernández acaba de declarar que “lo que está claro es que nosotros no vamos a entregar la cuchara a nadie que no haya ganado en las urnas”. Parece aludir a la cuchara de un inmenso pesebre, como el del poder local en Cudillero, donde hay más de un centenar de empleados municipales en un concejo que no llega a 6.000 habitantes, uno de ellos el propio Ignacio Fernández, que entró en el Ayuntamiento para trabajar en el catastro y acabó de alcalde sin pasar por las urnas.
Tanto José Ángel Fernández Villa como Francisco González fueron verdaderos caudillos en sus feudos, uno en la minería, y otro en el Ayuntamiento de Cudillero, gobernando 36 años el primero y 21 el segundo. Y la sucesión de los caudillos suele ser complicada, porque su régimen se va con ellos.
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