Aquí huele a gran coalición

El bipartidismo podría tratar de “salvar los muebles” con un gran acuerdo de gobierno. El presidente de la Fundación Felipe González, una vez más a su bola, se suma a las voces que dicen “¿por qué no podemos ser amigos?”.

Diego Díaz.

La reacción de los votantes del PSOE ante un pacto de gobierno con el PP es una incógnita. En la fotografía, Elena Valenciano y Javier Fernández con Jonás Fernández, candidato asturiano. Foto / Pablo Lorenzana.

No se caracteriza Felipe González por ser un hombre con el don de la oportunidad para con los teóricamente suyos. Al ex presidente de Gobierno, diseñador de joyas, consejero de ENDESA, recata de lujo de Carlos Slim y presidente de una fundación para el estudio, divulgación y alabanza de su persona, le gusta recordar, siempre que puede, que él es un hombre de Estado que va por libre, de los que ya están por encima del bien y del mal.

En medio de una campaña sumamente compleja para un PSOE con la credibilidad seriamente dañada, en la que Elena Valenciano trata desesperadamente de convencernos de que rosas y gaviotas no son lo mismo y que “tú mueves Europa” (por favor, ¿alguien me lo puede explicar?), González suelta la bomba: una gran coalición PP-PSOE o PSOE-PP “si el país así lo necesita”. Si ya el eurodiputado del PP Salvador Garriga nos había pedido que apadrinásemos con nuestro voto a uno de los dos grandes partidos, y Cañete había dejado caer que el horizonte del gran pacto bipartidista no era inviable, las palabras del ex presidente vienen a confirmar lo que llevábamos tiempo sospechando. No es por lo tanto solo un rumor: en ambos partidos se lo están pensando y de los resultados del 25-M dependerá que la cosa vaya adelante o no.

¿Objetivos? Suponemos que aplicar el programa de reformas estructurales de la Troika y buscar algún tipo de arreglo a la cuestión catalana. Todo en el ambiente de mayor consenso, pasteleo o, si lo prefieren, “responsabilidad” y “sentido de Estado” posible, con todas las teles, radios y televisiones del régimen a favor y el coro de tertulianos homologados alabando la altura de miras de nuestros dirigentes. Ponen como modelo los grandes acuerdos entre democristianos y socialdemócratas alemanes, pero algo me dice que, si nuestra gran coalición fragua, la situación va a parecerse más a Grecia que a Alemania.

El riesgo para ambos partidos es obvio: acelerar la destrucción del bipartidismo al tratar paradójicamente de salvarlo. Si no es bendecido por Aznar, un pacto con el PSOE puede costarle al PP que sus sectores más sentimentales se vayan con VOX, sobre todo si este implica hacer concesiones en una cuestión tan delicada y sensible como la autonómica. Del mismo modo, para el PSOE pactar con el PP puede suponerle el definitivo bye bye de sus votantes situados más a la izquierda, incluso de algún militante o cargo público díscolo que considere llegado el momento de presentarse como abanderado del socialismo “químicamente puro” y buscar ser recibido cual hijo pródigo por la izquierda alternativa.

Por ello es normal que muchos en el PSOE teman el abrazo del oso pepero y se digan que “si las barbas del PASOK ves afeitar, pon las tuyas a remojar”. La gran coalición sería el mejor clima para la formación y el crecimiento de un gran frente de las izquierdas y los movimientos al estilo de SYRIZA. Pero, ¿y si deciden conjurar esta posibilidad ampliando el consenso por la izquierda, proponiendo unos pactos de la Moncloa 2.0 acompañados de algún caramelito “social”?

Aún es pronto para saber hacia qué escenario caminamos, pero, si finalmente el régimen opta por el consenso como vía para salvar los muebles, prepárense para sobredosis de “espíritu de la Transición” y teleserie en prime time sobre Adolfo Suárez y el rey, a lo Starsky y Hutch.