Este mismo año está prevista la publicación de un nuevo libro de Gregorio Morán, que el periodista y escritor asturiano acaba de entregar a la editorial Planeta. Trabajador infatigable, de esos a los que la inspiración encuentra siempre trabajando, Morán mantiene una producción periodística y literaria envidiable para gozo de sus muchos seguidores en España. En esta última entrega, aún sin editar, lleva a cabo, con su brillante y demoledora pluma, un recorrido por la España de los años 60, centrándose en el mundo de la cultura y la resistencia antifranquista de una época que Morán conoce muy bien, como demostró en libros imprescindibles en la historia contemporánea de España como «Grandeza y miseria del Partido Comunista», «Adolfo Suárez, ambición y destino», «Los españoles que dejaron de serlo», o «El maestro en el erial», dedicado éste último a la relación de Ortega y Gasset con el franquismo. En «Asombro y búsqueda de Rafael Barrett», Morán descubrió en cambio para sus paisanos la figura de uno de los escritores y periodistas más extraordinarios que dio el país entre los siglos XIX y XX, aunque su obra es más conocida en América.
Algo tiene Gregorio Morán del quijotismo y el malditismo de Barrett por su espíritu crítico, que se convierte en implacable con los poderosos, algo que se traduce en una evidente marginación de los círculos oficiales de la política, la cultura o la comunicación de este ovetense residente en Barcelona. Pero también evoca Morán al genio de Clarín, porque pocos escritores españoles son capaces de reunir en sus obras periodísticas y literarias la calidad y el ingenio corrosivo que demuestran estos dos creadores asturianos, aunque a Leopoldo Alas «lo nacieron» en Zamora.
Leer las «Sabatinas intempestivas» de Gregorio Morán cada sábado en «La Vanguardia» reconcilia con el buen periodismo literario a los sufridos lectores españoles de prensa escrita, cada vez más entregados a la melancolía de comprobar que cualquier tiempo pasado nunca fue mejor, excepto para los periódicos.
Gregorio Morán estuvo desde el principio en la aventura de ATLÁNTICA XXII y fue articulista en los dos primeros años de la revista. Sus colaboraciones fueron un lujo para esta publicación, que sus lectores no renuncian a seguir disfrutando. Esta que publicamos a continuación apareció en el número cinco de ATLÁNTICA XXII, en noviembre de 2009, pero su vigencia continúa intacta.
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