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Cudillero lleva cinco alcaldes en dos años

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Cudillero lleva cinco alcaldes en dos años

Francisco González cede el bastón de mando a Gabriel López. Fue el inicio de la crisis municipal. Foto de Sara Arias cedida por La Nueva España.

Francisco González cede el bastón de mando a Gabriel López. Fue el inicio de la crisis municipal. Foto de Sara Arias cedida por La Nueva España.

Con el pleno convocado para hoy, en el que se ha elegido una gestora, el escándalo municipal de Cudillero (Asturias) inicia una nueva etapa.

Lo sucedido desde las últimas elecciones municipales en Cudillero no tiene parangón en el municipalismo español. El concejo ya lleva en estos dos años cinco alcaldes, todos socialistas. La crisis del PSOE local tras la dimisión del primero, Francisco González, ha iniciado un vendaval político de consecuencias aún imprevisibles.

Las sucesivas dimisiones en el grupo socialista, que goza de mayoría absoluta frente a la oposición del PP y Foro Asturias, y el continuo cruce de denuncias judiciales que han obligado a intervenir al Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA) han convertido al Ayuntamiento en ingobernable mientras aumentaba su deuda, que anda por los siete millones de euros. También es desmesurada la plantilla municipal, de más de un centenar de empleados en un concejo de poco más de 5.000 habitantes.

El pleno de mañana se celebra en cumplimiento de un auto del TSJA. Si durante esa sesión se forma una gestora que sustituya a la actual Corporación su misión será la convocatoria de unas elecciones municipales anticipadas.

ATLÁNTICA XXII desveló el origen de la crisis municipal de Cudillero en su número 29, aparecido el pasado mes de noviembre. Reproducimos a continuación esa información elaborada por Xuan Cándano.

Cudillero: el alcaldón sigue gobernando

La dimisión de Gabriel López de la alcaldía del Ayuntamiento de Cudillero provocó la crisis municipal más grave habida nunca en Asturias y era un misterio sin desvelar. Hasta ahora. El sucesor de Francisco González se fue harto de soportar su control en la sombra y también del que sería su sucesor, Ignacio Fernández. No le dejaron aplicar un duro plan de ajuste en un Ayuntamiento con una deuda astronómica.

Xuan Cándano / Periodista.

Cuando dejó la alcaldía el Día de los Inocentes de 2012, tras siete meses en el cargo, Gabriel López apeló al tópico de los “motivos personales”, pero las razones eran otras.  Estaba harto de ser un títere en manos de su predecesor, Francisco González “Quico”, el eterno y todopoderoso alcalde socialista de Cudillero, donde gobernó casi un cuarto de siglo ganando casi siempre con holgadas mayorías absolutas. El alcaldón sigue mandando en la sombra.

“Quico” había accedido a un escaño de diputado en la Junta General, pero seguía (y sigue) gobernando el Ayuntamiento a golpe de teléfono y a través de Ignacio Fernández, que primero figuraba como asesor de Gabriel López y luego lo sucedió tras su dimisión, aunque no iba en la lista electoral socialista. Se inició así una crisis municipal sin precedentes que ha visto pasar por la alcaldía a tres alcaldes derribados por la Justicia. Gabriel consideraba a Ignacio el confidente y el comisario político de “Quico”.

Veto al plan de ajuste

Gabriel López se sentía continuamente vigilado y condicionado. Su autonomía como alcalde era tan limitada que no la podía ejercer ni en cuestiones menores. Dada la calamitosa situación financiera del Ayuntamiento quiso reducir los puntos de luz en el concejo, unos 6.000, más que vecinos. Pero el plan se tuvo que detener en Novellana, el pueblo de “Quico”. Más relevancia y más influencia en la espantada de Gabriel tuvo el veto de su predecesor, y aún secretario general de la agrupación socialista de Cudillero, a un plan de ajuste, que coincidía con el del pago a los proveedores. El plan suponía recortes en sueldos, incentivos, personal y privatizaciones de servicios. No le dejaron aplicarlo, sobre todo por la reducción de la plantilla de 113 trabajadores, una desmesura en un concejo de 5.300 habitantes. Un relevante militante socialista local dijo a esta revista que el 90% de los empleados municipales están afiliados al PSOE. La portavoz municipal del PP, Carmen Pérez de la Mata, sostiene que exactamente el 63% de la plantilla entró a dedo, sin oposición ni prueba alguna.

Gabriel López se fue en silencio, con sus relaciones con “Quico” quebradas, aunque había sido concejal bajo su tutela diez años. A sus allegados les dijo que se había hartado de “tanta vigilancia y tantas llamadas al orden”. Pero su discreción en el adiós fue el preámbulo del estruendo y de un escándalo político que no cesa, cuyo fin solo podrá venir con la próxima convocatoria electoral. “Quico” se vio forzado a dimitir en la Junta General del Principado cuando fue imputado en el Tribunal Superior de Justicia por una de las imnumerables denuncias  que afronta en los Juzgados. El Ayuntamiento se ha convertido en un circo por la estrategia suicida de “Quico” y su agrupación local, obligando a dimitir uno a uno a sus obedientes concejales para conservar la alcaldía. La operación, de nefastos resultados para el partido, es apoyada abiertamente por oscuras razones por la Federación Socialista Asturiana, en la que “Quico” aún conserva poder, aunque no tanto como en su época dorada, cuando se le llamaba el “virrey de Cudillero”.

Siete millones de deuda

La batalla municipal de Cudillero se está llevando por delante a todos sus protagonistas socialistas en uno de los feudos municipales más importantes del PSOE en Asturias. Gabriel López es graduado social, dejó su trabajo en la empresa praviana Limpac para dedicarse en exclusiva a la política y ahora está en su casa como un desempleado más. Lo mismo le ocurre a “Quico”, que no tiene derecho al subsidio del desempleo tras su efímera aventura como diputado. Cuando accedió a la alcaldía se desprendió de sus empresas, una funeraria y otra de piensos. A sus cincuenta y seis años medita ahora sobre su futuro.

Los dos ex alcaldes están totalmente distanciados. “Quico” asegura que su sucesor nunca le dio otra explicación para su marcha que las “razones personales”. A Gabriel se le ha oído decir recientemente del que fuera su padrino político: “La pretensión suya era mandar por teléfono y lo consiguió destrozando al partido”.

Peores son aún las perspectivas para el Ayuntamiento que dirigieron ambos. Su deuda astronómica ha seguido creciendo a la vez que el caos en la gestión municipal y ahora anda por los 7 millones de euros. Si algún día Cudillero vuelve a tener un alcalde estable y elegido democráticamente por sus vecinos, le van a tener que pasar en la sesión de investidura una inmensa tijera, más que el bastón de mando.

Francisco González en una de sus numerosas comparecencias ante el TSJA, que lo ha imputado. Foto / Mario Rojas.

Francisco González en una de sus numerosas comparecencias ante el TSJA, que lo ha imputado. Foto / Mario Rojas.

Saber marchar a tiempo

Francisco González “Quico” dio sus primeros pasos políticos en la ultraderecha durante el tardofranquismo y los primeros compases de la transición. Entonces se le veía levantando el brazo y en la habitual compañía de activistas ultras cuando se alojaba como estudiante en el colegio universitario Menéndez Pidal de Oviedo. Pero eso son pecados de juventud que no empañan su imagen política, forjada en un partido que recibió a la muerte de Franco un aluvión de incorporaciones, también de la extrema izquierda.

“Quico” siempre fue un tipo simpático, campechano, extrovertido y divertido, un ideal compañero de juergas. Llegó a la alcaldía tras ingresar en el PSOE en 1981 (según sus propias palabras) y trabajar duramente en la oposición, aunque para ello también tuvo que purgar a algún competidor interno. En sus primeros años en el gobierno local encandiló a los vecinos con su energía y su dinamismo, aunque poco a poco fue tejiendo una red clientelar que convirtió a Cudillero en un feudo electoral socialista. Y con el tiempo fueron llegando los enemigos, las cacicadas, las denuncias y los vicios del poder y de la política profesional sin límites.

A falta de las decisiones judiciales sobre la maraña de denuncias que soporta y del desenlace del culebrón municipal de Cudillero, el caso de “Quico” es en Asturias la expresión más evidente de la necesidad de limitar por ley los mandatos de los cargos públicos. Por el bien de los ciudadanos. Y por el suyo propio.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 29, NOVIEMBRE DE 2013

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