
Ana Taboada, de la agrupación Somos, podría ser la nueva alcaldesa de Oviedo.
Foto / Iván Martínez.
Luis Feás Costilla / Editor de ATLÁNTICA XXII.
Más importante aún que el bipartidismo, todavía resistente, lo que ha caído es el imperio de las mayorías absolutas. Los resultados de las elecciones municipales y autonómicas de ayer ofrecen un respiro a quienes piensan que la política no lo es todo y que el regreso de la decencia que reclamaba Emilio Lledó implica también la limitación de la omnipresencia y omnipotencia de los partidos. Del 15-M al 24-M: el mandato claro de la ciudadanía era acabar con los excesos de quienes nos gobiernan, solo preocupados por sí mismos, por su estatus y sus prebendas, y eso pasa por no quedar en manos de su tiranía, aunque ésta esté refrendada por las urnas.
No más política, como interpretaron algunos, sino menos, diluida en una mayor sensibilidad social que considera improcedente todo privilegio y toda injusticia, por ejemplo echar de sus casas a quienes no han cometido otra torpeza que quedarse sin empleo mientras quienes deberían defender sus intereses actúan en connivencia con los banqueros. Por eso la participación en estos comicios ha sido similar que en los anteriores, porque sabemos que no nos representan y que por mucho que pretendan nunca serán la voz que queremos oír, y de ahí que lo mejor sea controlar sus sueldos, limitar sus mandatos, extinguir sus chiringuitos, acabar con el expolio y devolver el importe exacto de lo que nos han quitado.
Y eso afecta también a los partidos nuevos, si bien es de celebrar la aparición de gente animosa que todavía no está pringada, que por integridad moral e intelectual tardará en hacerlo y que además pone en juego nuevas reglas que tendrán que ser aceptadas por el resto, si se quieren alcanzar mayorías que permitan gobernar sin bloqueos. Es el caso de Podemos, ya establecida como tercera fuerza política, cuya irrupción supuso un vuelco de las rutinas establecidas y que en estas elecciones ha conseguido desbancar a un prepotente PP en plazas hasta el momento inexpugnables, mediante agrupaciones de electores como Ahora Madrid, que podría convertir en alcaldesa a Manuela Carmena. Lo mismo pasa con la Barcelona en Común de Ada Colau con respecto a CiU. En Oviedo, Somos podría alzarse con la Alcaldía con el apoyo de PSOE e IU a Ana Taboada, frente a la hegemonía del PP, al tiempo que también resulta imprescindible en los Ayuntamientos de Gijón (bajo la marca Xixón Sí Puede) y Avilés, gobernados hasta el momento por Foro Asturias y el PSOE.
Y es el caso asimismo de Ciudadanos, al que muchos se precipitan en colocar la etiqueta de partido de derechas sin atender a sus evidentes pretensiones regeneradoras. Son muchos los estereotipos políticos que hay que empezar a desmontar, para que no nos mareen y podamos seguir con nuestras depauperadas vidas, que suficiente tenemos con padecerlos y luchar contra los decretos, troikas y ocurrencias electoralistas que pretenden imponernos. No cabe duda de que les sobreviviremos.
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