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Atlántica XXII

El delirio de grandeza de las embajadas asturianas

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El delirio de grandeza de las embajadas asturianas

Este edifico albergaba la sede de la embajada del Principado en Madrid. Foto / Isabel Permuy.

Este edifico albergaba la sede de la embajada del Principado en Madrid. Foto / Isabel Permuy.

Las sedes del Principado de Asturias en Madrid y Bruselas mitigan el dispendio económico de los años de bonanza con sendos alquileres de sus edificios a empresas privadas, después de un gasto de 23 millones de euros entre 2007 y 2011. Los inmuebles, que ya han salido a subasta varias veces, no han logrado encontrar comprador desde su cierre, ordenado durante el breve Gobierno de Francisco Álvarez-Cascos.

Carlos Mier / Periodista.

Barrio de Malasaña, centro de Madrid. Dejando atrás el bullicio de las callejuelas próximas a la plaza del 2 de Mayo, remontando la calle San Bernardo, cualquier habitante capitalino que haya transitado en la última década la estratégica glorieta de Ruiz Jiménez inevitablemente dirigía su mirada hacia ocho gigantescas letras que presidían la escena. Asturias, presente. La sede oficial del Principado en Madrid, un enorme edificio de tres plantas y más de 1.500 metros cuadrados, símbolo de la fiebre de ‘embajadas’ que tiñó de patriotismo autonómico los años locos de burbuja inmobiliaria, sigue siendo propiedad asturiana, pero ya no luce igual.

Tras el dispendio, el boato y el brillo ordenados por el expresidente Vicente Álvarez Areces, esperaban casi cinco años de abandono, polvo, deterioro y prisa a golpe de subasta pública desierta, una vez que el efímero Gobierno de Francisco Álvarez-Cascos ordenara su cierre en 2011. Contagiados por el afán de austeridad, el rápido regreso del PSOE al poder, esta vez comandado por el presidente Javier Fernández, enterró definitivamente uno de los sueños rotos del arecismo: poner Asturias en el mapa más allá de sus fronteras a golpe de talonario. Según los datos oficiales, unos 23 millones de euros al saco roto de la ‘internacionalización’ asturiana entre 2007 y 2011. Todo ello con el objetivo de ejercer como punto de encuentro y diálogo para desarrollar actividades donde promocionar, divulgar y difundir la cultura, el turismo y la economía asturianas.

Al menos, los nuevos inquilinos han aprovechado la A. El pasado mes de marzo, el Principado al fin lograba colocar el edificio. Eso sí, en alquiler. 240.000 euros al año pagará el potente estudio de arquitectura A-cero (como se puede ver la letra A les ha salido a cuenta) que asumirá los gastos de comunidad, mantenimiento y adecuación del local, así como la tasa de residuos urbanos. Cinco años prorrogables por otros cinco, previa presentación de un plan de inversiones y mejoras en el edificio que “evitará el deterioro del inmueble y contribuirá a su revalorización”, según cuentan desde el Gobierno asturiano. Sin exigencias de uso o reconversión, solo ciñéndose al aspecto económico.

Pero el madrileño no ha sido el único escarceo asturiano con la obsesión por llevar la asturianía oficial más allá del Pajares. También Bruselas, destino habitual del exilio asturiano en el siglo XX, fue escenario de la puesta en marcha de la correspondiente embajada. En un caso calcado al de Madrid, para el enorme y emblemático edificio de la rue de Saint-Laurent, antigua sede del periódico Le Peuple, adquirido en 2001 por la Administración Areces e igualmente cerrado en 2011 por Álvarez-Cascos, se concretaba en diciembre de 2014 un contrato de alquiler por cinco años con la discográfica multinacional PIAS Group. Serán 150.000 euros al año.

El edificio albergó la sede de Asturias en la capital belga, con una superficie útil de 2.722 metros cuadrados, y tras sus puertas hubo hasta un restaurante, llamado Paca y Tola, del que hasta hace menos de dos años aún quedaba una pizarra con un menú pintado, escrito en francés. El abandono también se adueñó de la edificación en los tres años comprendidos entre el cierre y el acuerdo de alquiler. De edificio “lleno de vida”, como lo calificaba el expresidente del Principado Vicente Álvarez Areces, pasó a local semiabandonado, en el que el deterioro se acentuó más aún con detalles como las cartas y folletos metidos por debajo de la puerta de acceso. Al menos no se convirtió en refugio de indigentes y personas sin techo, como sucedió con la ‘embajada’ madrileña.

Sin reparar en gastos

Sin embargo, los recientes acuerdos de alquiler solo servirán para mitigar muy débilmente una factura de casi diez años. Según datos oficiales ofrecidos por el Gobierno del Principado a esta revista, el edificio de Bruselas se compró por 1.282.849,98 euros y se sometió a unas obras de rehabilitación que ascendieron a 3.778.831 euros. Por su parte, el edificio de Madrid costó 6.550.000 euros y su puesta a punto ascendió a 1.869.129,87 euros.

Casi 13,5 millones de euros gastados en los momentos más caros de la burbuja inmobiliaria, sin contar los aproximadamente 2 millones de euros dedicados anualmente al mantenimiento de los inmuebles y pago de sueldos (un millón) durante los años que las sedes permanecieron abiertas, unas partidas reflejadas en los presupuestos generales de la Autonomía en el capítulo ‘Acción Exterior’. Otros 10 millones si se suman todas las partidas que se adhieren a la inversión en los locales, para alcanzar un total de más de 23 millones de euros.

Tras el anuncio de su cierre, en octubre de 2011, el diario digital El Confidencial ponía al descubierto los entresijos del derroche económico de las embajadas asturianas en Madrid y Bruselas. Y para muestra un botón. Entre la documentación ofrecida, aparecían facturas por mobiliario de primera calidad: sofás de tres plazas, a 5.700 euros la unidad, y otros de dos, a 4.107 euros por pieza, a precios de 2004. Casi 50.000 euros invertidos en la adquisición de un total de 14 unidades. Todo ello en Madrid.

Tampoco Bruselas se quedó atrás. El Ejecutivo de Areces adquirió lo mejor de lo mejor: cuatro sofás grandes, de tres plazas, a un precio de 4.479 euros cada uno. Completó la factura con otros cuatro más modestos, de dos plazas, a un coste de 4.107 euros la unidad.

Pero en la información no solo aparecían capítulos de mobiliario. En la sede de Madrid, el Gobierno de Areces tenía al frente a un delegado con rango de viceconsejero –Miguel Munárriz– que cobraba 68.000 euros anuales, gastos aparte, unos datos que el propio aludido ha confirmado a esta revista. A su cargo había 7 funcionarios y empleados con salarios de entre 43.000 y 48.000 euros anuales. Además, la delegación servía para albergar un estudio de televisión y a media docena de periodistas y técnicos para emitir “Conexión Asturias”, de RTPA.

Sin embargo, Munárriz, ahora en el Consejo de Administración de RTPA, no comparte la opinión de que la sede madrileña haya significado un dispendio económico. “En tiempos de bonanza económica se pusieron las bases para que Asturias tuviera aún más presencia fuera. Era un altavoz”, asegura el escritor y editor asturiano, que destaca que convirtió la sede “en una referencia cultural, un escaparate de Asturias en Madrid”. Además, Munárriz cree que Cascos y el PSOE se equivocaron al cerrar la delegación madrileña: “El potencial era importante para alquilar parte de sus instalaciones para reuniones de empresa y continuar la labor de captación de turistas”.

A todo esto habría que hay que añadir, claro está, el componente urbanístico. Según ha podido saber esta revista de fuentes conocedoras del proceso de venta en 2001, el caso de la embajada belga también deja un regusto extraño. Las parcelas colindantes al edificio de la sede asturiana dieron buen beneficio porque eran de buena calidad. Sin embargo, Asturias se quedó con los 2.500 metros cuadrados de la parcela más problemática. Una vez más, la pérdida para lo público y el beneficio para lo privado.

Una venta difícil

Según se ha apresurado a aclarar el Principado, el arrendamiento de los dos edificios “permite no solo rentabilizar económicamente el inmueble sino también hacerlo más atractivo ante potenciales compradores. El objetivo prioritario sigue siendo la venta del inmueble”.

Y ese ha sido precisamente el problema. Que el Principado no ha logrado vender los inmuebles, a pesar de que ya los ha sacado a subasta pública en varias ocasiones. Pero la actualización de las tasaciones de los inmuebles continúa. Según informan fuentes del Gobierno asturiano, eso es lo que se está realizando en estos momentos en el caso de la sede de Bruselas, que previsiblemente se sacará a subasta pública en los próximos meses, una vez consolidada durante año y medio la explotación por medio de alquiler. Eso sí, teniendo en cuenta el derecho de tanteo de los actuales inquilinos, que tendrían preferencia si igualaran la oferta.

Asturias, quinta en gasto

Este verano El País adelantaba un informe del Tribunal de Cuentas sobre el gasto global en embajadas de las Autonomías. La Cataluña de Artur Mas se sitúa en cabeza con 25 embajadas, delegaciones e institutos de la Generalitat en el extranjero entre 2011 y 2014, la mitad del total. La factura costó a las arcas públicas 18,5 millones de euros.

Euskadi es la segunda. Sus siete delegaciones costaron 11,7 millones. Le siguieron Canarias (tres sedes y 2,4 millones), Galicia (tres y 2 millones) y Asturias (solo alude a una sede y 2,6 millones).

Los montantes totales de la promoción exterior de Cataluña fueron también los más caros con 25 millones. Asturias, con 5,8 millones, también es quinta en el ranking por Comunidades.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 46, SEPTIEMBRE DE 2016

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