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Desmontar un régimen

Wenceslao López frente al Ayuntamiento. Al fondo se manifiestan trabajadores de Auxiliar de Recaudación. Foto / Iván Martínez.
Pablo Batalla / Periodista.
Veintiocho, veinticuatro y veinticuatro: tantos años como ésos, tantas legislaturas como siete, seis y seis, llevaba instalado en el poder, al comenzar el año 2015, un mismo partido político en Llanes, Cudillero y Oviedo respectivamente. Había, la ha habido hasta este año de ruidosos terremotos políticos, una generación entera que no había conocido otro Gobierno que el socialista en las villas llanisca y pixueta ni otro sobrevuelo político que el de la gaviota en la capital del Principado. Las tornas cambiaron hace seis meses y hoy hay nuevos inquilinos de tres formaciones políticas diferentes en los consistorios de esos tres concejos del Occidente, el centro y el Oriente de Asturias.
Enrique Riestra, que tenía nueve años aquel 1987 en que Antonio Trevín conseguía auparse a una Alcaldía que hasta entonces había detentado José Enrique Rozas, de Alianza Popular, es ahora él mismo el alcalde de Llanes y lo es merced a un acuerdo de su candidatura, Vecinos por Llanes, con el PP y Foro y a la abstención de Izquierda Unida en el pleno de investidura del pasado 12 de junio. En el Cudillero del que Francisco González hizo una inexpugnable taifa socialista hay ahora un alcalde del PP, Ignacio Escribano. Y en Oviedo es ahora un tripartito de izquierdas firmado entre Somos Oviedo, PSOE e Izquierda Unida el que gobierna, con alcalde socialista, un municipio en el que el PP llegó a batir récords estatales de ventaja electoral sobre sus adversarios.
Fin de régimen parece una etiqueta legítima para describir lo sucedido en esos tres rincones de Asturias tras los comicios de la pasada primavera. De régimen han tenido la duración y los rasgos esos cuartos de siglo en los que la mayoría absoluta ha sido norma y no excepción. Sobre todos ha planeado la sombra o ha brillado la evidencia de la corrupción y las prácticas caciquiles y en todos ha sido el discurso regenerador de los ahora regidores el principal responsable de ponerles fin. Enrique Riestra, por ejemplo, lo es en parte por haber denunciado corruptelas como Llanes Ayuda Solidaria, un fondo creado por el PSOE para ayudar a familias en situación de pobreza pero que no recibían ninguna ayuda de Cruz Roja, Cáritas o el Banco de Alimentos y en cuyo reparto, según explica Riestra a esta revista, «los trabajadores sociales no cumplían ningún papel y eran exclusivamente los concejales correspondientes los encargados de dar dinero a quienes ellos considerasen. Cuando pedimos el listado de personas que habían recibido dinero por esa vía, nos dijeron que los habían destruido porque eran confidenciales». Sandra García, portavoz del PSOE llanisco, se hacía efectivamente la siguiente pregunta retórica en una rueda de prensa convocada el pasado mes de septiembre cuando el asunto saltó a los medios: «El señor alcalde nos acusaba de que las entregas no se habían pasado por registro. De haber sido así, ¿dónde quedaba la intimidad de las familias?».
No parece infundado sospechar que ese dinero sirvió para comprar los sufragios necesarios para apuntalar cada nueva mayoría absoluta de los socialistas llaniscos. «Aquí se llegó a una eficiencia máxima en la captación de votos», opina sin tapujos Riestra, que reflexiona que «el amiguismo es muy útil en concejos del tamaño de Llanes en los que la población es pequeña y cada voto cuenta mucho. Eso, el partido socialista lo tiene muy presente ya desde la época de Trevín. Si tienes un remanente de equismil euros y a no sé quién le pagas un café o le das esto y lo otro, a otro le perdonas treinta euros, pones mil euros para las carrozas en Reyes y no sé qué mas, puedes obtener muchos votos. Aquí había muchos chupando de la teta y otros bebiendo la leche que dejaba el otro». En la misma línea se expresa Ignacio Escribano, que refiere que en Cudillero, «en general, si eras amigo o conocido o seguidor del partido socialista se te tenía en más consideración que si no lo eras. A los afines, por ejemplo, se les premiaba permitiéndoles no pagar las licencias de las obras que solicitaban o concediéndoseles ayudas sin los trámites legales preceptivos para ese tipo de situaciones».
Deudas, contratos y papel triturado
En Llanes, en Cudillero y en Oviedo como en todas partes los nuevos mandatarios se enfrentan al reto al que ha tenido que enfrentarse, en la historia, cada sucesor de un auténtico régimen: acomodarse a una casa que ha sido de otros y en la que cada sillón, cada quicio de puerta y cada par de zapatos está hecho a medida de los anteriores propietarios y hacerse cargo de deudas e hipotecas que en algunos casos pueden ser onerosas y paralizantes. También a la pequeña escala de un Ayuntamiento rural o una capital de provincias hay herencias recibidas como la que, según no ha dejado de clamar el Partido Popular durante sus últimos cuatro años de Gobierno en España, dejó José Luis Rodríguez Zapatero a Mariano Rajoy en 2011. Así, por ejemplo, «el Ayuntamiento de Cudillero arrastra una deuda que ronda los 9 millones de euros, que corresponden a 6 y pico de un préstamo para pagar a los trabajadores, 2 y pico de los intereses de ese préstamo y 900.000 euros de gasto corriente», según refiere a esta revista Ignacio Escribano.

Ignacio Escribano en la Alcaldía de Cudillero.
Pero no solo económicos pueden ser los palos que bloqueen las ruedas de nuevos Gobiernos sucesores de Gobiernos anteriores muy largos. Uno muy habitual es la firma apresurada de contratos por el Gobierno depuesto. Ese fenómeno, del que ha habido evidencias en toda España tras las municipales y autonómicas del año pasado y que fue especialmente notorio en la Castilla-La Mancha de María Dolores de Cospedal, también se ha dado en Llanes y en Oviedo. «El día anterior de mi investidura», nos cuenta Enrique Riestra, «hubo una adquisición de El Oriente de Asturias por doscientos veintipico mil euros. Hay un interés histórico en ello que no negamos, pero nos extraña que se firmara el último día y que se pagara ese dinero cuando había diferentes tasaciones que se hicieron en su día y algunas de ellas eran de menor cuantía».
Lo mismo ha sucedido, según nos refieren la vicealcaldesa Ana Taboada y el concejal de Economía Rubén Rosón, en Oviedo: allí, justo antes de los comicios, «se firmó, por ejemplo, un contrato de 700.000 euros con Azvase, una empresa cuyo propietario es Fernando Fernández-Kelly, presidente de la Cámara de Comercio y testigo de la boda y amigo de la infancia de [el exalcalde popular Agustín Iglesias] Caunedo, y también se firmó, no ya en periodo electoral, sino después de las elecciones, un contrato de promoción de actividades turísticas y captación de congresos y la programación de la Ería de San Mateo, con 410.000 euros para dos días de una obra de teatro. Se firmó todo eso», continúa Rosón, «y sorprendentemente se dejaron sin firmar contratos necesarios para el desarrollo normal del concejo, como el de desbroces en la zona rural, un contrato que se renueva año a año y que finalizaba el 12 de junio, un día antes de la investidura, sin que el PP tuviera ningún problema en dejarlo caducar y no iniciar trámites para firmar uno nuevo».
De otra imagen a que dieron lugar las trascendentales elecciones el año pasado, la de bolsas de papel triturado amontonadas como una avalancha sobre los contenedores cercanos a Consistorios y Parlamentos autonómicos, también ha habido réplicas en Asturias. Las ha habido en Llanes, donde el alcalde y los nuevos concejales se encontraron «despachos de concejales completamente vacíos, sin papeles», y «hay convenios que no aparecen y una factura de una empresa por triturar documentación» de la cual el nuevo equipo de Gobierno está tratando de averiguar «de qué documentación», sin que hasta la fecha hayan podido determinarlo. Las ha habido en Oviedo, donde Wenceslao López, el nuevo alcalde, se encontró, según nos refiere él mismo, un despacho en el que «no había ni folios en blanco: estaba limpio no, limpísimo», y las ha habido, también, en Cudillero, donde Ignacio Escribano no puede confirmar «al cien por cien que se haya destruido documentación, pero sí que falta documentación» y que «hay muchísimos expedientes que o bien no aparecen o están incompletos o tras meses de búsqueda aparecen finalmente en alguna carpeta en la que ya se había mirado previamente», como si fueran el instrumento del divertimento de un fantasma bromista.
Quintacolumnismo funcionarial
Tal vez no haya que buscar a los agentes de esa destrucción o transmigración de documentos en los dominios de lo paranormal, sino dentro de los propios Ayuntamientos, donde no es tampoco inhabitual que más de dos decenios de dominio interrumpido de una única formación política dejen tras de sí todo un ejército de funcionarios que, instalados muchas veces en la Administración mediante procedimientos irregulares o alegales, actúan después del destronamiento de sus benefactores como una especie de quintacolumna, filtrándoles información o cumpliendo la consigna de poner trabas a los nuevos inquilinos del consistorio.
Nuevamente, lo mismo Escribano que Riestra que los nuevos gobernantes de Oviedo encuentran evidencias de ese fenómeno en los Ayuntamientos que han pasado a ocupar. «Aquí, dentro del Ayuntamiento, existe, sí, un núcleo duro del partido socialista: gente con carné que en algunos casos incluso estaba en la candidatura del partido socialista de este año», relata Riestra, que pone un llamativo ejemplo de ello: «De los diez liberados sindicales que hay en el Ayuntamiento, nueve son de la UGT. ¿Casualidad? Quizá hubo un muy buen trabajo de la Unión General de Trabajadores, nunca se sabe, pero esos números invitan a sospechar. Por otro lado, también hay gente que no tiene carné socialista pero entró a trabajar en el Ayuntamiento de forma irregular aunque jurídicamente correcta –contratos a medida sin pasar por procesos selectivos y olvidándose de las bolsas y cosas de ese tipo– y ahora, después de quince años trabajando, tiene unos derechos adquiridos que la blindan y es agradecida».

Las movilizaciones vecinales en primavera contra el PGOU fueron decisivas en Llanes para el cambio en el Ayuntamiento. Foto / Nel Acebal.
La misma realidad detecta Ignacio Escribano en el Ayuntamiento de Cudillero. «Estamos haciendo», nos cuenta, «averiguaciones en ese sentido. Se están produciendo filtraciones y tenemos constancia de que se están produciendo desde dentro del Ayuntamiento. Cada vez que hay alguna noticia o movimiento dentro del Ayuntamiento, a las pocas horas ya se ha hecho eco el partido socialista. De hecho hay personas que reconocen que tienen fuentes que les informan de esas noticias y que son fuentes internas del propio Ayuntamiento». Sobre si ese fenómeno se da o no en Oviedo, Ana Taboada y Rubén Rosón son extremadamente discretos a la hora de pronunciarse, pero esbozan una significativa sonrisa maliciosa y cómplice cuando se les pregunta por ello, y terminan respondiendo, hablando con la despaciosidad propia de la cautela, que «después de veinticuatro años hay… inercias. Nosotros no gobernamos de la misma manera que el anterior Gobierno y por lo tanto hay un proceso de adaptación que tiene que ser más o menos extenso [risas]».
Taboada, Rosón y el alcalde Wenceslao López tienen menos reparos en responder a la pregunta de si el partido depuesto les ha facilitado la transición informándoles de los pormenores necesarios para una adaptación lo más rápidamente posible. «Al contrario, nos han puesto todas las trabas del mundo», comienza a relatar Rosón, que nos explica, por ejemplo, que el PP tenía presupuestadas unas obras para construir cubiertas en los colegios públicos de las que no informó a sus sucesores, y que «su primera rueda de prensa como líder de la oposición, Caunedo la hizo al acabar el verano delante de un colegio, diciendo: “¿Qué pasa con las cubiertas de los colegios?”. En vez de decirnos al entrar: “Oye, mira, tenemos esto presupuestado. Nos comprometimos y entendemos que es una cosa de interés general”, se callaron a mala fe para poder utilizar eso como arma contra nosotros y esperaron a que acabase el verano, que es cuando hay que hacer esa clase de obras para no interferir en el funcionamiento de los colegios».
No solo de cuestiones al fin y al cabo menores como las cubiertas de los colegios: según refieren Rosón y Taboada, tampoco el nuevo Gobierno fue informado por el anterior de cuestiones tan graves como la reclamación de la empresa Jovellanos XXI de 90 millones de euros relacionados con la construcción del Palacio de Congresos Buenavista, popularmente conocido como el Calatrava, que pesa sobre el Ayuntamiento. «Son hechos gravísimos como para no decir a un Gobierno que entra. No es ya que no nos comuniquen el estado de las cuentas, no, es que ni siquiera nos comentan en qué juicios estamos metidos como Ayuntamiento, tanto como demandante como demandado. Nada», denuncia un muy molesto Rosón en idéntico tono al que utiliza Riestra, el alcalde de Llanes, para explicarnos que los presupuestos llaniscos pueden verse seriamente comprometidos si se obliga al Ayuntamiento a hacer frente a una indemnización de entre 6 y 10 millones de euros a los constructores de una frustrada ampliación del hotel Kaype, en Barru, que licitó el actual portavoz socialista y entonces concejal de Urbanismo, José Herrero, y un juzgado ordenó demoler el pasado mes de diciembre por las irregularidades urbanísticas que presentaba.
«No hay Ayuntamiento»
Los problemas de los nuevos gobernantes de Oviedo no son, en todo caso, principalmente económicos, sino de otra índole que, de todas formas, también forman parte del conjunto de perversas herencias recibidas que puede padecer un Gobierno que aspire, si utilizamos la retórica propia de Podemos y sus candidaturas afines, a devolverle un Ayuntamiento gobernado por la derecha neoliberal a la gente. «El problema del Ayuntamiento de Oviedo», refiere Rosón, «no es de arcas vacías, sino de poco cuerpo. Tenemos un Ayuntamiento desmantelado. Los servicios que presta el Ayuntamiento en 2015 son infinitamente superiores, como nos podemos imaginar, a los que prestaba en 1980, pero hay menos funcionarios en el Ayuntamiento en 2015 que en 1980. El agua, la basura, el alcantarillado, el saneamiento, la estación de trenes, los TUA… Todos los servicios básicos –¡hasta la recaudación de impuestos!– han sido privatizados por el PP, con la excepción de la policía y los bomberos. Han dejado que no saliera oferta pública de empleo y no han sustituido a las personas que se iban jubilando, ni siquiera para hacer un control administrativo de esos servicios públicos que prestan empresas privadas». En opinión del alcalde Wenceslao López, «ésa es la más negativa» de sus herencias. «No hay Ayuntamiento, está vacío por dentro, no tiene contenido y lo poco que hay está mal organizado, lo cual nos maniata a la hora de poner en marcha la maquinaria».
El tiempo dirá si estos nuevos Gobiernos logran esquivar las piedras dejadas por los anteriores y si éstos dejan de interponer piedras nuevas en el camino de Vecinos por Llanes, el Partido Popular de Cudillero y el tripartito carbayón. No es de esa opinión Enrique Riestra, que considera que el PSOE no dejará de sentirse robado por los nuevos mandatarios de la localidad después de veintiocho años de casi haberla convertido en su coto privado. «No saben estar en la oposición», opina del PSOE llanisco y opinan Ana Taboada y Rubén Rosón del PP ovetense, que, dicen, «todavía concibe que su puesto es el Gobierno» y «después de veinticuatro años se resiste a entender que los Gobiernos no son propiedad de un partido, sino de la gente».
«La condición humana es así», concede en todo caso Riestra.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 42, ENERO DE 2015

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