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Ecuador entre los escombros

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Ecuador entre los escombros

El terremoto afectó principalmente a Pedernales y a Manta. Foto / Lucía Menéndez.

El terremoto afectó principalmente a Pedernales y a Manta. Foto / Lucía Menéndez.

El terremoto del pasado 16 de abril en Ecuador ha sido un duro golpe, no solo emocional, que afecta especialmente a la provincia de Manabí, tercera potencia económica del Estado, y a ciudades como la turística Pedernales o Manta, principal puerto comercial del país. La gestión de la catástrofe perjudica al Gobierno del presidente Rafael Correa, envuelto en una crisis económica ya considerable y en una creciente desafección por parte de sus ciudadanos.

Lucía Menéndez / Periodista (Ecuador).

El seísmo, de 7,8 grados en la escala Richter, sacudió todo Ecuador y deja más de 700 muertos y miles de heridos y desaparecidos. Caminando entre los escombros de los principales lugares devastados, como la ciudad de Pedernales, los supervivientes del terremoto no dudan en contar sus tristes testimonios. En el mejor de los casos solo se les ha caído la casa, pero muchos perdieron a seres queridos en la catástrofe por lo que en muchas ocasiones no pueden contener las lágrimas al narrar el desgraciado episodio.

José Zambrano logró salvarse tras ser rescatado de entre los escombros después de horas, pero su mujer y su hija fallecieron sepultadas tras el derrumbe. Las encontraron sin vida al día siguiente. “Ahora lo he perdido todo, mi familia, mi casa, es muy duro… no sé qué hacer”, confiesa abatido.

En Pedernales el 90% de las viviendas son ruinas y los días posteriores al seísmo la ciudad estaba desabastecida sin luz ni agua potable. Con 40º de temperatura todo es aún más difícil de sobrellevar y la falta de higiene es otro de los problemas principales. Se levantaron campamentos improvisados para ayudar a los damnificados donde se recibía la ayuda humanitaria que iba llegando poco a poco y con dificultades, en ocasiones debido a los cortes en las carreteras por derrumbes constantes.

La mayor parte de la gente está acogida en estos refugios y en el campo de fútbol de esa localidad, que se habilitó también como centro de información para las víctimas que hacían cola para identificar a sus familiares fallecidos. Los cadáveres se depositaban en una zona específica con cientos de ataúdes preparados. La imagen era indescriptible.

Eran fuertes los olores insalubres que se desprendían y se propagaban por todo el pueblo, por lo que era necesario utilizar mascarillas y guantes esterilizados.

Saqueos y robos

Portoviejo y Manta fueron testigos además de incesantes saqueos y robos en tiendas y viviendas. Los comerciantes hacían guardia a la puerta de sus locales para evitar pillajes. Los que tenían más suerte por disponer de transporte llevaron lejos de la zona los objetos de valor, electrodomésticos o materiales que lograron salvar, pero la tarea era complicada.

Aunque se dispusieron 3.500 policías y 10.000 militares en los lugares más afectados, lo cierto es que persistía una notable inseguridad y el ambiente era tenso.

Un campamento improvisado para víctimas del terremoto en Pedernales. Foto / Lucía Menéndez.

Un campamento improvisado para víctimas del terremoto en Pedernales. Foto / Lucía Menéndez.

“Perdí mi casa y mi tienda en la planta baja, todo está destrozado y además tengo que estar alerta para que no se lleven lo poco que me queda”, lamenta Ruth Quevedo, vecina de Manta de 49 años.

Además de los saqueos, el desorden y descontrol era inevitable en todos los ámbitos. Presos de la cárcel de Portoviejo se fugaron aprovechando el desconcierto y algunos camiones cargados de víveres dirigidos a los lugares castigados fueron desvalijados en la ruta a Guayaquil.

En Chone (Manabí) se derrumbó parte de su hospital. En Portoviejo los bomberos municipales explicaban cómo se les había caído también el cuartel central y la dificultad de trabajar en esas condiciones y sin descanso 24 horas al día. “Por suerte contamos con refuerzos internacionales además de los compañeros de rescate venidos de otras provincias de Ecuador”, subraya José Alvarado, veterano en la profesión.

Equipos de Colombia con aparatos especiales para detectar presencia humana desde la superficie, efectivos de países duchos en terremotos como Chile o El Salvador y voluntarios españoles, entre otros, colaboraron en el terreno.

Recepción de la ayuda humanitaria

La llegada de alimentos, agua y utensilios de higiene por carretera fue dificultosa. Los cortes en las vías de entrada y salida de las ciudades afectadas eran frecuentes debido a derrumbes constantes tras las réplicas posteriores al terremoto. Colas de gente se organizaban para recibir víveres que en algunos momentos no llegaban a todos los damnificados.

La ayuda humanitaria se notó rápidamente en los principales núcleos de población afectados, pero muchos pequeños pueblos como Miraflores o Rocafuerte denunciaban el olvido por parte de las autoridades y organizaciones solidarias. Las emisoras de radio, especialmente, contribuyeron a que se conociera la situación de estas pequeñas localidades tocadas por la tragedia y sus reclamaciones. La gente llamaba al programa y daba a conocer las irregularidades que se producían en barrios específicos en los que no llegaba el avituallamiento o en los que se repartía de manera desproporcionada.

El país entero se volcó y continuará haciéndolo con los afectados. Se establecieron centros de acopio en las principales ciudades como la capital Quito o Guayaquil y en todas las provincias, especialmente en la limítrofe con Manabí, Santo Domingo de los Tsáchilas.

La ayuda internacional también se hizo notar. España, entre otros países europeos, envió aviones especiales de ayuda y efectivos para colaborar en el rescate y reconstrucción, y los vecinos de Ecuador como Perú, Colombia o cercanos como Venezuela o Bolivia también fueron de los primeros en personarse en el lugar.

Soldados en las tareas de ayuda en Pedernales. Foto / Lucía Menéndez.

Soldados en las tareas de ayuda en Pedernales. Foto / Lucía Menéndez.

Medidas tras el desastre

El presidente de la República de Ecuador, Rafael Correa, tras visitar las zonas más castigadas por el terremoto, compareció en televisión anunciando nuevas medidas económicas a poner en marcha tras el desastre.

Se establecerá una contribución de dos puntos adicionales sobre el IVA durante el periodo de un año, el 0,9% sobre personas físicas con patrimonio superior al millón de dólares. Se estableció también el aporte de un día de sueldo de las personas que perciben más de 1.000 dólares mensuales. Si se gana 1.000 el aporte será durante solo un mes, si se gana 2.000 dólares será por dos meses y así sucesivamente.

Correa cuantificó en 3.000 millones de dólares el costo necesario para la reconstrucción del país y anunció que pedirá líneas de financiación al Banco Mundial y al Banco Iberoamericano de Desarrollo. Asimismo, Correa decretó ocho días de luto nacional en el país por la catástrofe sufrida.

Miembros del Gobierno y de la oposición coinciden en que hay que estar unidos frente a esta desgracia, sin atender a consignas o intereses políticos en un momento como este.

Impredecible

El seísmo que se registró el 16 de abril fue uno de los más graves en la historia de Ecuador. Considerado por el profesor británico David Rothery, experto en la materia, veinte veces mayor en fuerza y energía liberada que el acontecido en Japón en 2011, se produjo por el choque de la placa tectónica Nazca con la de Sudamérica sobre la que se encuentra el país latino.

Cada año la placa Nazca se desplaza seis centímetros y en esta ocasión entró en colisión con la placa sudamericana, lo que dio lugar a un desnivel que actualmente no se ha recompuesto por lo que se sospecha que nuevos temblores están aún por llegar sin saber en qué punto exactamente.

El Instituto Geofísico en Quito a través de su responsable, Alexandra Alvarado, también mencionó la necesidad de controlar a partir de ahora las futuras construcciones que se realicen y establecer mecanismos de prevención de riesgos que causan estos terremotos.

Esteban Hernández, responsable del área de sismología, explicó que ningún terremoto se puede predecir a ciencia cierta, ni el momento ni el lugar exacto donde se pueda producir. Recalcó que este ha sido un fenómeno puramente físico debido a esta superposición de placas en constante movimiento. Hernández aclaró que las réplicas continuarán meses y que es probable que se produzca otro temblor de esta envergadura pero pueden pasar años, sin saber el tiempo exacto.

Asimismo, aclaró que los volcanes ecuatorianos no se han visto afectados por el movimiento y que no se han activado, por lo que no hay riesgo en ese aspecto. En el Instituto Geofísico en Quito trabajan aproximadamente 100 personas que miden la magnitud de los seísmos y llevan el control de las réplicas o nuevos temblores que se van sucediendo.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 44, MAYO DE 2016

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