
Gabino de Lorenzo preside un pleno cuando era alcalde de Oviedo.
Celso Miranda / Economista y ex concejal del Ayuntamiento de Oviedo. El Consejo de Administración de la sociedad Cinturón Verde de Oviedo SA, al que acuden como liquidadores representantes de los grupos municipales de PP, PSOE e IU en el Ayuntamiento de Oviedo, y al que no acuden desde hace diez años representantes del Principado de Asturias, a pesar de tener una minoritaria representación accionarial, aprobará, con toda seguridad, a finales de este mes, la liquidación definitiva de la sociedad.
Probablemente lo hagan con nocturnidad, alejados de los focos mediáticos, ya que a nadie interesa remover el pasado más reciente de una sociedad pública que ha huido del Derecho Público y de cualquier principio de transparencia, eficacia y austeridad en su gestión. Y que ha supuesto un rotundo fracaso económico y político para los intereses generales, nada alejado de la sombra de la corrupción.
Cinturón Verde se creó hace más de veinte años con participación accionarial de los tres niveles de la Administración (Ayuntamiento de Oviedo, Principado de Asturias y Ministerio de Fomento), además de las empresas ferroviarias RENFE y FEVE, con el objetivo de eliminar el cinturón de hierro de las líneas ferroviarias en la ciudad. Tras concluir, no sin polémica, ese cometido, el Ayuntamiento de Oviedo adquiere la participación del Ministerio, de RENFE y de FEVE y pasa a ser utilizada por el Ayuntamiento para otro tipo de objetivos que nada tenían que ver con el inicial.
A partir de 1999, el entonces alcalde Gabino de Lorenzo, actual delegado del Gobierno en Asturias, encarga a la sociedad la construcción de 11 aparcamientos subterráneos (unas 7.800 plazas). Con estudios de viabilidad de dudosa solvencia adjudicados sin concurrencia a una consultora privada y utilizando a la empresa Sánchez y Lago (con posterioridad, una de las patas de Jovellanos XXI) como constructora de cabecera, el subsuelo de Oviedo se privatiza mientras Cinturón Verde solicita un crédito bancario de 50 millones de euros.
No se entiende en todo este proceso el papel pasivo del Principado, que no participa de los objetivos de la sociedad, ni acude a las reuniones del Consejo de Administración, pero permite que, por una estratagema legal, la deuda de la sociedad no compute en la contabilidad del Ayuntamiento, al no ser la sociedad de capital “íntegramente” municipal.
El rotundo fracaso comercial de Cinturón Verde, que no vende miles de plazas de aparcamiento que la ciudadanía ovetense no había demandado, comienza a drenar recursos públicos año a año de los presupuestos municipales (más de 7 millones de euros sólo en intereses) y tiene su bochornoso final en los presupuestos municipales de 2013, donde la devolución del préstamo supuso a las arcas públicas ¡la friolera de 33 millones de euros! Por mucho menos de eso los vecinos de Gamonal se alzaron en rebeldía frente al Ayuntamiento de Burgos.
En la actualidad, y tras la disolución de la empresa, el Ayuntamiento de Oviedo se quedará con más de 3.000 plazas de aparcamiento, fruto de las acciones delirantes de Gabino de Lorenzo, que siempre disparó muy bien con pólvora ajena. Teniendo en cuenta que en 2013 se consiguieron vender 11 plazas de aparcamiento, en casi tres siglos se agotarán las mismas.
Ejemplo de despilfarro de recursos públicos, de oscurantismo, de gestión negligente y posiblemente corrupta, de deuda ilegítima, de ineptitud política y administrativa, Cinturón Verde no se merece pasar a la historia del municipalismo ovetense sin una triste lápida que recuerde el nombre de sus responsables políticos. Frente a la liquidación de la empresa, alguien debería levantar la bandera de la transparencia, la decencia y la defensa de los recursos públicos. Empezando por encargar una auditoría sobre Cinturón Verde ya.
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