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Atlántica XXII

El equilibrio inestable en Podemos

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El equilibrio inestable en Podemos

Acto inaugural de campaña en Oviedo de Podemos. Foto / Pablo Lorenzana.

Acto inaugural de campaña en Oviedo de Podemos. Foto / Pablo Lorenzana.

Orlando Fernández / Gestor cultural y miembro de Podemos. En mecánica, el movimiento se define como el cambio de posición de un cuerpo a lo largo del tiempo. Para que se dé es necesario que las fuerzas de empuje sean mayores que las fuerzas que lo aferran. Así, para que un avión se desplace hacia arriba y hacia adelante es necesaria una fuerza mayor que la gravitatoria. Para que una rueda-círculo gire es necesario que la suma de fuerzas a favor y en contra sean superiores a cero.

Esta ley es de aplicación para la física y para muchos otros ámbitos. Entre ellos para los movimientos sociales y políticos, constructos a través de los cuales hacemos posibles las trasformaciones en nuestras sociedades -por un momento, consideremos que la propia designación de “movimiento” ya es una alusión a la idea de cambio de posición-.

En la medida en que Podemos es un movimiento sociopolítico, también estas leyes le serían de aplicación. Está claro que no estamos hablando de un cuerpo simple u homogéneo, a pesar de que en ocasiones se tienda a simplificarlo o etiquetarlo en beneficio de la economía de medios o a cosificarlo para simplificar la aprehensión que tenemos de su naturaleza.

Al ser un cuerpo complejo, las fuerzas que operan son más bien de dos tipos: fuerzas centrífugas y fuerzas centrípetas.

Serían fuerzas centrípetas aquellas que “tiran” del cuerpo hacia adentro. Es decir, tienden a encogerlo. En este orden se encuadrarían todas aquellas inclinaciones hacia lo pequeño, lo local o lo inmediato. Un ejemplo podrían ser las tendencias a la exclusión de todo lo que percibimos como ajeno o lejano. Por ejemplo, la exclusión de personas por su militancia pasada o por la adscripción presente a un partido político u otro, o el cortoplacismo de ver el horizonte de la organización solo hasta las próximas elecciones municipales y autonómicas. Así, las fuerzas centrípetas operan como salvaguardas de un cierto estado de confort de la organización haciendo de los Círculos compartimentos estancos donde el pensamiento divergente se percibe como amenaza.

De otro lado, estarían las fuerzas centrífugas que huyen del centro. Esto es, tienden a expandir el propio cuerpo e incluso a desbordarlo. Como ejemplo la voluntad de implicar, no solo a los activistas, sino también a los simpatizantes y posibles votantes en la vida diaria de Podemos. También la intención de construir una organización que rebase la propia definición de partido político tal como se ha entendido hasta ahora. En este sentido, la experiencia de Guanyem Barcelona es un ejemplo de otros modelos que tienden al comunado político en perjuicio de las fórmulas estáticas convencionales de los “partidos viejos”.

De la tensión entre unas fuerzas y otras dependerá que el cuerpo permanezca en equilibrio inestable o eche a andar. El preborrador organizativo de Podemos lanzado a finales de julio no parece que favorezca un escenario propenso al desbordamiento ya que encorseta el debate en la necesidad de ajustar el modelo a los requisitos de inscripción en el Registro de Partidos del Ministerio del Interior. Requisitos con doce años de antigüedad, escritos por los partidos del régimen en un contexto muy distinto al actual.

Con todo, de nosotras depende tender al quietismo o ser palanca de cambio y movimiento. En definitiva, ser una etiqueta más dentro del mercado electoral o ser una rueda que gire.

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