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Atlántica XXII

El espejo británico de la radiotelevisión pública se empaña

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El espejo británico de la radiotelevisión pública se empaña

BBC reportero

Un reportero de la BBC trabajando en una calle de Londres.

La RTPA, la Radio Televisión Pública del Principado de Asturias, acaba de decidir la puesta en marcha un organismo de control de las informaciones políticas que emite. Llega tras las protestas y presiones de Foro Asturias, el partido presidido por Francisco Álvarez-Cascos, que denuncia discriminación basándose en los tiempos que se dedican en los informativos a cada partido político. En el nuevo organismo estarán representados los propios partidos y controlará que la información política referida a cada grupo parlamentario vaya en función de su representación política y hasta territorial, algo que propuso Foro Asturias. Hasta el momento esta medida solo está siendo cuestionada a título individual por algunos periodistas, que denuncian un retroceso en la precaria libertad de expresión que en España se observa en los medios públicos, que funcionan con cuotas de poder de los partidos en sus consejos de administración y en todos los  casos, en mayor o menor medida, están escandalosamente controlados por gobiernos y políticos.

Entre las graves limitaciones democráticas que se mantienen en España
desde la Transición ésta del control político y la falta de
independencia de los medios públicos es una de las más importantes,
aunque no sea una prioridad entre las propuestas de regeneración, cada
vez más frecuentes. El modelo sigue siendo la BBC británica, aunque
esta cadena pública se ha visto envuelta en los últimos meses en
algunos episodios polémicos que han hecho estallar una crisis interna.
A ello aludió desde Londres en el número 24 de ATLÁNTICA XXII el
periodista Carlos Martín Tornero. Reproducimos a continuación el
artículo.

bbc manual

La BBC en crisis

Carlos Martín Tornero / Periodista (Reino Unido).

A la entrada de las flamantes instalaciones de la BBC en el centro de Londres, al final de Regent Street, la prensa espera a Jeremy Paxman, el veterano presentador del programa Newsnight, buque insignia de la división de noticias de la corporación. “Lo normal es que nosotros demos la noticia y no que seamos la noticia” responde a una reportera de The Daily Telegraph.

La tita BBC (por su apodo en inglés, Auntie Beeb) cumplió noventa años el pasado octubre inmersa en el ojo de un huracán mediático que ha agitado los cimientos de su autoridad periodística y desatado las alarmas sobre el estado de forma del mayor medio de comunicación del mundo.

En el origen de la crisis que atraviesa la BBC y que ha costado la cabeza a su director general, George Entwistle, están dos reportajes del programa Newsnight. Uno que nunca debería haberse emitido y otro que, pese a la relevancia de su contenido, jamás llegó a estar en antena.

Jimmy Savile lo arreglará

En el reportaje que nunca se llegó a emitir, Newsnight hubiera destapado los supuestos abusos sexuales a menores de Sir Jimmy Savile, la gran estrella pop de la programación del ente público en los años sesenta y setenta.

En octubre de 2011, Savile muere a los ochenta y ocho años y al poco tiempo dos reporteros de Newsnight inician una investigación periodística para indagar en ciertos rumores que circulaban sobre el comportamiento sexual de la estrella televisiva. El programa comienza a recoger testimonios de mujeres que afirman haber sufrido abusos -cuando aún eran menores- en el camerino de Savile.

Irónicamente Savile era el icono de la programación infantil y juvenil con dos programas, Jimmy Lo Arreglará (donde hacía realidad los deseos de los más pequeños) y Top of the Pops (en el que actuaban las estrellas musicales del momento). Al tiempo Savile se había convertido en benefactor -y asiduo visitante- de diversas instituciones benéficas de ayuda a jóvenes desamparados que en ocasiones nutrían el público en el plató de rodaje.

Los reporteros de Newsnight descubren que en 2007 la policía de Surrey, al sur de Londres, había recibido denuncias contra Savile e iniciado una investigación que más tarde se archivaría por falta de pruebas. A mediados de noviembre de 2011, la BBC anuncia los fastos televisivos para rendir tributo al legendario hombre de la casa con un especial de Navidad. Poco después, a finales de noviembre de 2011 el editor jefe de Newsnight decide no seguir con la investigación periodística.

Un año más tarde, el pasado octubre de 2012, la cadena privada ITV emite su propio reportaje sobre la cara oculta de Savile. Al poco tiempo otro programa de cabecera de la BBC Noticias, Panorama, emite un demoledor documental sobre el caso. Scotland Yard, por su parte, inicia una operación en la que por el momento cuatrocientas personas afirman haber sido víctimas de los abusos de Savile, con repercusiones no solo para la BBC sino para otros servicios públicos. Las cuestiones sobre por qué Newsnight decidió abandonar la investigación sobre Savile comienzan a poner la credibilidad de la corporación en el punto mira.

El bulo Lord McAlpine

Sin embargo lo que ocasiona la caída del director general y acaba por envolver definitivamente a la BBC en la crisis más profunda de su historia reciente es el reportaje que el pasado 2 de noviembre de 2012 emite el mismo programa, Newsnight, emblema de la división de noticias de la BBC con una trayectoria intachable y un bagaje de treinta y dos años en antena. El reportaje se produce en colaboración con el Bureau de Investigaciones Periodísticas, una organización independiente entre cuyos méritos está el trabajo conjunto con Wikileaks para destapar los abusos del ejército de Estados Unidos durante la invasión de Iraq.

El mismo día de la emisión, el jefe editorial del Bureau publica un tuit en el que anticipa: “Si todo va bien, tenemos esta noche en Newsnight a un relevante político que es un pedófilo”. En el programa un hombre asegura haber sufrido abusos sexuales por parte de un destacado político conservador de la era Thatcher en un hogar de acogida en Gales.

No se menciona el nombre pero la especulación en las redes sociales corre como la pólvora y apunta directamente a Lord McAlpine, antiguo ex vicepresidente y tesorero del partido conservador. A la semana siguiente, el 9 de noviembre, la víctima admite haber cometido un error respecto a la identidad y filiación del pedófilo.

El sábado 10 de noviembre por la mañana el director general de la corporación George Entwistle concede una entrevista al programa Today. John Humphrys, un peso pesado del periodismo radiofónico de la BBC le pregunta: “¿Newsnight va hacer serias alegaciones contra un político senior y nadie le comenta nada? ¿No tiene usted curiosidad natural? ¿Espera usted siempre a que alguien venga y le diga: Disculpe, señor director general, esto puede ser de su interés? ¿No lee usted los periódicos? ¿No está usted atento a lo que pasa a su alrededor? Como editor en jefe que es ¿usted debería dimitir, verdad?”. Por la noche el director general anuncia su dimisión.

BBC fiasco

Si en el caso Savile los mecanismos de control editorial de la BBC fallaron por exceso de celo, en el caso McAlpine lo hicieron por defecto. “La pregunta clave es si la investigación de Newsnight sobre Savile se suspendió para evitar un bochorno corporativo por el especial de navidad que ya se había anunciado”, comenta a ATLÁNTICA XXII Steven Hewlett, presentador de The Media Show, un programa de radio de la BBC que ha analizado en profundidad la crisis de la corporación.

Una investigación independiente encargada al ex jefe de noticias de la cadena Sky News, Nick Pollard, ha criticado duramente a la BBC por su gestión interna. El Informe Pollard concluye que el aparcar la investigación sobre Savile fue una decisión errónea pero no un intento de encubrimiento.

“Se puede argumentar que fue una de las decisiones editoriales posibles, equivocada a la luz de lo que ahora se sabe, pero dentro del margen de opciones que el editor jefe de Newsnight tenía a su alcance. Es más difícil justificar qué pasó después. Por qué no se buscó otro programa para continuar con la investigación o por qué no se comunicó a la policía. La teoría que sugiere la censura para evitar el bochorno corporativo es improbable si conoces la lógica interna de la cadena. Si BBC Noticias encuentra una buena historia que implica a BBC Televisión les encantará ir a por todas con ella”, explica Hewlett.

Sin embargo, matiza Hewlett, el caso McAlpine es mucho más serio en términos periodísticos: “Dos llamadas de teléfono hubieran bastado para cerciorarse de que iban a retransmitir un auténtico bulo”.

Neutralidad crítica

La crisis que afronta la BBC tiene más que ver con el proceso de toma de decisiones interno que con su independencia editorial. En el Reino Unido es impensable que un cambio de Gobierno implique también cambios en la cadena pública. Cada diez años el parlamento aprueba una carta real en la que decide si renueva el mandato de la BBC y define su estructura. La actual, en vigor hasta 2016, establece un órgano soberano denominado BBC Trust que tiene encomendada la dirección estratégica del ente y la supervisión de su Consejo Ejecutivo pero manteniéndose neutral respecto a los contenidos.

El Trust vela por el interés público y el de los que sufragan a la propia corporación: todos los residentes en el Reino Unido en posesión de un receptor de televisión. La financiación de la BBC no proviene de asignaciones presupuestarias sino de las licencias de televisión. En el caso de que se produzcan vacantes, el Gobierno de turno nombra al presidente y a los miembros del Trust -doce actualmente- pero la selección debe seguir el código del Comisionado para los Nombramientos Públicos, un órgano independiente del Gobierno que exige que el proceso se rija por criterios de mérito, transparencia e imparcialidad. El Trust de la BBC nombra a su vez a los integrantes del Consejo Ejecutivo, incluido el director general, que ejerce de editor en jefe y es el último responsable de los contenidos de la BBC.

“La neutralidad de la BBC no está en entredicho. Esta crisis tiene que ver más con el liderazgo interno y la gente que gobierna la corporación. Se ha tratado de cerrar página rápidamente con el nombramiento de un nuevo director general. Sin embargo, la sociedad reclama más transparencia en los nombramientos que hace el Trust de la BBC. Organizaciones ciudadanas como Open Democracy han reclamado por ejemplo que los candidatos a director general presenten un manifiesto en el que expongan su programa de actuación. La selección sigue teniendo un aire de dedocracia y de proceso cerrado que se lleva a cabo por un santa sanctorum”, comenta Lis Howell, antigua jefa de noticias de ITV y directora de periodismo audiovisual en City University London.

El estatus privilegiado de la BBC despierta las iras de sus competidores en el mercado. La cadena pública británica no tiene presión comercial para buscar financiación en publicidad y recibe más de 3.600 millones de libras procedentes de las cerca de 26 millones de licencias de televisión. El Ministerio de Exteriores provee una ayuda adicional para mantener el servicio internacional de noticias (BBC World Service) que emite en 27 lenguas y permite a la cadena tener un alcance global con una audiencia de 239 millones de espectadores en el mundo.

“Lo que distingue a la BBC es su credibilidad, la calidad intachable de sus estándares periodísticos. Esta crisis ha supuesto un duro revés y ha dado munición a sus competidores para cuestionar el modelo de financiación de la cadena pública. Me sorprendería mucho que esta crisis precipitase la supresión del sistema de licencias. Es cierto que la BBC tardará en recuperarse de este bache pero por el momento nadie debería bailar sobre su tumba. Su independencia no está en entredicho y no importa qué partido esté en el poder, la cadena siempre ha sido implacable con el Gobierno de turno. Incluso durante esta crisis, los programas más críticos sobre el asunto se podían encontrar en la propia BBC”, comenta John Owen, antiguo productor ejecutivo de la cadena Al Jazeera y catedrático de Periodismo Internacional en la City University de Londres.

Esta crisis debería permitir a la BBC aprender de sus errores y satisfacer el alto nivel de exigencia que los británicos -con el pago de sus licencias, 145.50 libras anuales cada una- esperan de ella. Sin embargo, algo de razón tiene Lord Patten, presidente del Trust de la BBC, cuando compareció recientemente en el parlamento para defender la labor de la cadena pública: “Quienes critican a la BBC deberían ser castigados a ver la televisión italiana durante una semana. Si lo que se quiere es bunga-bunga y un primer ministro moviendo los hilos, que así sea”. Es obvio que Lord Patten nunca ha visto la televisión española. Y mucho menos la asturiana.

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