Fabricación de madreñas. 1927 | Autor: Fritz Krüger (Muséu del Pueblu d’Asturies)
Reproducimos a continuación la introducción al monográfico sobre la situación económica y laboral de Asturias que os ofrecemos en el último número de ATLÁNTICA XXII, ya a la venta en los kioskos por 5 euros. Os podéis suscribir a la revista por 30 euros anuales a través de esta web.
La multinacional estadounidense Alcoa, a la que el gobierno de José María Aznar entregó en privatización el grupo Inespal –el conglomerado estatal de producción de aluminio–, acaba de cerrar sus fábricas de Avilés y A Coruña. En Asturias significa la pérdida de 317 empleos directos y la guadaña para otros 2.000 indirectos. Desde la privatización en 1998 y hasta 2012, Alcoa se benefició de una millonaria subvención en el consumo eléctrico. El Estado también asumió las deudas previas de Inespal y buena parte de las inversiones necesarias, lo que a la postre convirtió en deficitaria la privatización.
Un día antes de anunciarse el cierre de Alcoa, un incendio abrumador en Arcelor Avilés dejó inutilizadas la mitad de sus baterías de cok. Mientras escribimos estas líneas, la producción se encuentra en vilo. Arcelor sostiene que el incendio no supuso ningún incidente medioambiental y que la antigüedad de las instalaciones no fue causa del suceso.
También dos días antes, el Gobierno nacional comprometió la jubilación o recolocación de todos los mineros asturianos ante el previsible cierre del sector como consecuencia de la descarbonización mundial acordada en París en 2015. Lógicamente, la supresión de los combustibles fósiles afectará también a todas las industrias, especialmente a las electrointensivas: Arcelor y Asturiana de Zinc (toda vez que Alcoa ha cerrado). El Estado ha prometido de nuevo compensaciones a los mineros, como en las tres últimas décadas, pero al igual que entonces, se desconoce si existe un plan B para reconvertir las cuencas hacia otro futuro. El Gobierno del Principado, por su parte, ha limitado su estrategia a reclamar la continuidad del carbón.
En cualquier caso, sumando carbón, aluminio y acero ya no parece quedar ninguna duda sobre el sector industrial: vestigios del pasado. Asturias es una autonomía de servicios, donde el turismo ronda ya el 12% de la renqueante economía y el 11% del escaso empleo. Porque hay poco trabajo; y los sueldos estables son mayoritariamente los de funcionarios y pensionistas.
En su último informe, la multinacional de Recursos Humanos Randstad nos coloca como la segunda autonomía española con una mayor proporción de empleados públicos: el 24,4% de los asturianos que tienen un empleo cobran de la Administración, una proporción solo superada por Extremadura, con un 31%. A esa cifra se añaden otros datos publicados por los medios de comunicación locales en los últimos dos meses:
Ya no parece quedar pues ninguna duda sobre la peligrosa situación socioeconómica de esta tierra. Difícil no preguntarse ¿De qué vamos a vivir?, el titular que hemos elegido para encabezar este número de ATLÁNTICA XXII dedicado precisamente a los alarmantes datos económicos, empresariales y laborales.
Portada del número 59 de Atlántica XXII, con ilustración de Goyo Rodríguez (@conceptraciones)
Aunque el PIB encadene tres años de tímido crecimiento, la realidad a pie de calle, en la ventanilla del banco, en la cola del paro, es bien distinta a la que muestran los baremos macroeconómicos. Porque si ampliamos el abanico, Asturias es la comunidad peor parada en la comparativa 2008-2017, con un descenso del 5% en ese mismo PIB durante la recesión. Y sin remontada. Incluso durante los años ricos, entre 1995 y la crisis, el PIB asturiano nunca creció al mismo ritmo que la media nacional. Nunca fuimos tan prósperos como el resto.
Y sin embargo, a pesar de tantos lustros con una economía decadente y un empleo frágil y cada vez más miserable, qué difícil es encontrar a personas o colectivos en Asturias con un discurso alentador sobre qué hacer, qué decisiones tomar, qué pactos perseguir; cómo empezar a planificar una transformación a largo plazo que cuente con la aquiescencia y esfuerzo de políticos, empresarios, trabajadores… El debate mediático se centra en quién tiene la culpa de qué, y en cuánto dinero le adeudan el Estado o Europa a este pequeña autonomía por “derecho moral”. Nuestras élites están tan acostumbradas a la subvención y al grandonismo que no conciben otra forma de hacer negocios o de propiciarlos que pidiendo dinero afuera. No existe un liderazgo local, ni un proyecto común.
En realidad, no tenemos élites a la altura de los tiempos, como apunta el sociólogo Holm-Detlev Köhler en el primero de los artículos que hemos reunido en este monográfico. Su análisis lo completan otra docena de informaciones, gráficos y reflexiones cuya pretensión es la misma: agitar conciencias, promover un debate urgente que saque a Asturias de esa suerte de fatalismo vago. De esa costumbre de reducir el debate sobre el futuro a la inculpación del pasado, y a la encomienda a un salvador ajeno, sea el Estado, la Unión Europea, la multinacionales que traigan empleo gracias a subvenciones para que luego desaparezcan con ellas, o la Variante de Pajares, sin fecha de apertura a pesar de su formidable presupuesto (3.500 millones de euros, sin parangón en la historia). ¿De verdad cuando se abra ese túnel llegarán la riqueza y los negocios por sí solos, a velocidad de AVE? ¿El golpe de aire será tan intenso que romperá el clientelismo, el localismo, la mediocridad?
Parece claro que nadie le va a solucionar la papeleta a Asturias si no es la propia Asturias. El futuro está dentro de Pajares, o no está. Y para eso hay que empezar a hablar sin tapujos de cómo salir de esta decadencia.
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