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Atlántica XXII

El pequeño verdugo

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El pequeño verdugo

MAXI RODRÍGUEZ / TEATRO PRECARIO

(ÉL mira la tele, ELLA se muerde las uñas apoyada en la ventana)

ELLA.-¿Y si fuera cierto?

ÉL.-No digas chorradas.

(Pausa)

ELLA.-Nunca lo aceptarás, ¿verdad?

ÉL.-No seas ridícula, joder.

ELLA.-Supondría poner en cuestión nuestra labor como padres, ¿no?

(ÉL sube ostensiblemente el volumen del televisor, ELLA lo mira fijamente)

ELLA.-A Asier lo hemos acostumbrados a tenerlo todo y rápido.

ÉL.-¿Qué?

ELLA.-Es poco tolerante a la frustración. Cuando alguien que no les cuadra se cruza en su camino, lo eliminan.

ÉL.-¿De qué coño estás hablando?

ELLA.-Los acosadores, me refiero. Dicen que…

(ÉL apaga la tele cabreado y se levanta como un resorte. Agarra su abrigo de la percha y se encara con su mujer)

ÉL.-¡Ven! ¡Venga, pronto será la hora del recreo!

ELLA.-¿Adónde? ¿Qué dices?

ÉL.-Que vengas, ¿No te apetece observar desde afuera el patio del colegio?

ELLA.-No te entiendo.

ÉL.-Toda una generación de pequeños psicópatas está a punto de darse de hostias durante media hora. Por un boli, algunos cromos, un balón…

ELLA.-¿Qué?

ÉL.-Así se socializa en la escuela, de toda la vida. ¿Y sabes por qué? Porque esos patrones están en nosotros, los adultos. En tu empresa, en mi oficina… ¡Unos debajo y otros encima! (Sonríe) Luego, volvemos a clase o salimos juntos a tomar un vino y santas pascuas, aquí no ha pasado nada.

(ELLA le mira asombrada. ÉL deja el abrigo en la percha y vuelve a sentarse. La tele sigue apagada. Ahora, los dos miran a la ventana)

ELLA.-No me lo puedo creer.

ÉL.-¿Qué?

ELLA.-Te vanaglorias de que nuestro hijo esté encima y no debajo, de que sea acosador y no acosado.

ÉL.-¡Yo no he dicho eso!

ELLA.-¿Entonces?

ÉL.-Lo único que digo es que son cosas de críos, joder. Que todos estáis sacando las cosas de quicio, que los padres de Pablito son unos exagerados, que no se puede acusar sin pruebas, ni disparar las alarmas por nada.

ELLA.-¡Está en el hospital, Juan, el chiquillo está en el hospital!

ÉL.-¿Y cuando ingresó Asier por lo de la rodilla? ¿Y cuando casi se rompe la nariz? ¿Me viste a mí acusar a alguien, poner el grito en el cielo? Los niños son niños y punto, joder.

(Pausa. ÉL lanza un largo suspiro y vuelve a encender la tele. ELLA piensa en voz alta)

ELLA.-Es tan impulsivo… Le cuesta cumplir las normas y ponerse en el lugar de los demás. Es…

ÉL.-¡Un cacho de pan! Lo quiere todo el mundo, Ana. Asier es incapaz de hacer nada malo. Y, coño, tú lo sabes perfectamente.

ELLA.-Ya. Claro. Desde luego, pero…

ÉL.-¿Pero qué?

ELLA.-No sé. Les hemos enseñado que tienen que ser duros y valientes, y además demostrarlo. Y que quien pide ayuda es un chivato.

ÉL.-(Se levanta airado) ¡Está sufriendo, coño! ¡Asier está sufriendo! Y no lo voy a permitir, eh. Muy en serio te lo digo. Como sigan levantando infundios en el colegio, entre unos y otros, voy allí y me lío a hostias. Así de claro.

ELLA.-Juan…

ÉL.-¡Ya está bien, joder! O sea, ¡ya está bien!

(Pausa. ÉL cambia compulsivamente de canal. ELLA entra y sale de la cocina, como si le costara detenerse en algún lugar)

ELLA.-¿Y si tuvieran razón? ¿Y si Asier le hubiera dado la vuelta a todo?

ÉL.-Me estás empezando a hinchar los güevos, ¿sabes?

ELLA.-¿Y si se hace la víctima siendo el culpable?

ÉL.-¿Qué clase de madre eres? (Estalla) ¿Estás de parte de ellos o qué?

(ELLA sale corriendo hacia el baño. ÉL escucha sus arcadas desde el salón. Pausa. ELLA regresa después de varios vómitos con la cara empalidecida)

ELLA.-Juan…

ÉL.-Ya estamos, ¿ves? No hay una puta tarde que pueda ver la tele en paz. Siempre siempre siempre inventas algo para amargarme la…

ELLA.-Juan…

ÉL.-Ganas de tocar los cojones.

ELLA.-Quizá tengamos un problema y lo estamos posponiendo, ¿y sabes a quién le caerá luego? ¡A los demás!

ÉL.-¿Los demás?

ELLA.-¡La sociedad, Juan, la sociedad!

(ÉL se levanta enfurecido, arroja el mando a distancia contra el armario y agarra del brazo a su mujer)

ÉL.-Lo que me quedaba por oír. ¿Sabes quién lucha cada día por la sociedad? (Golpeándose con el índice en su pecho) ¡Este menda! Sí, este pardillo que se tira doce horas trabajando como un cabrón y que lo único que busca al llegar a casa es un poco de tranquilidad, solo un poco, poder ver un rato en paz la puta televisión. ¿Es mucho pedir, Ana? ¿Es mucho pedir?

ELLA.-(Casi un murmullo) No, no.

ÉL.-¡Hay que joderse con la moda esa del bulling! ¿Es que no ves los programas?

ELLA.-¿Qué?

ÉL.-Los cabrones que hacen eso proceden de un entorno socialmente desfavorecido.

ELLA.-Ah.

ÉL.-(Apretándole el brazo) Y nosotros somos una familia impecable, con recursos, estructurada…

ELLA.-Me haces daño.

ÉL.-(Apretándole la mandíbula) ¡Impecable, con recursos, estructurada!

ELLA.-(Gimotea) Juan, por favor…

ÉL.-Aquí nunca pasa nada. (Enfatiza ante ella, que baja el cuello atemorizada) Nada. (Pausa) Nada.

TELÓN

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 47, NOVIEMBRE DE 2016

www.maxirodriguez.es

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