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España todavía es diferente

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España todavía es diferente

MonederoJuan Carlos Monedero / Detenida una cincuenta de cargos del PP y del PSOE de la Comunidad de Madrid por corrupción. Era un secreto a voces que la corrupción inmobiliaria era el lubricante de la política madrileña. La corte. Desde donde emana la política del Estado. Pero nadie tiraba de la manta. Cierto que unos por falta de pruebas. Otros, porque en la mafia lo peor es delatar. En la política de partidos, la lealtad prima por encima de cualquier otra característica.

Entre los detenidos, Francisco Granados, número dos de Esperanza Aguirre. La ex presidenta de la Comunidad se adelanta a dar una rueda de prensa aprovechando que su partido no lo hace y se presenta como la adalid de la limpieza. Prácticamente todo su Gobierno está salpicado por la Gürtel y la corrupción, pero sigue diciendo que es ella la que lo ha denunciado. Y, por supuesto, ni dimite ni dice que mientras no devuelvan el dinero toda la ira de la maquinaria del Estado debiera caer sobre las espaldas de los ladrones de cuello blanco. España es diferente.

En el PSOE, el número dos en el Ayuntamiento de Parla de Tomás Gómez, cabeza de lista de los socialistas a la Comunidad, es también detenido. Que diga lo que quiera quien quiera: lo que hace tu número dos tú lo sabes. Por acción u omisión. En definitiva, tanto el PSOE como el PP están manchados por la corrupción en la capital del reino. Por si no bastara, está el asunto de las tarjetas en negro. Ahí, además del PSOE y del PP, se suman Izquierda Unida -el número dos de Blesa, Moral Santín, era el articulador de la mayoría en Madrid a través de Miguel Reneses, Ángel Pérez, Gregorio Gordo y Eddy Sánchez- y Comisiones Obreras -cuya federación de banca tenía más sensibilidad ante el palco del Real Madrid que ante los preferentistas-. Añadamos la privatización de la sanidad por parte del PP -que puso enfrente a PSOE, IU y CCOO, terminando de complicar las cosas- y la privatización educativa -otro tanto-. Solo quedan impolutas las mareas, blanca y verde, como reclamaciones ciudadanas que empezaron a construir allí donde los partidos y los sindicatos rindieron sus armas. Un broche: el secretario general del PP, Ángel Acebes, es igualmente imputado, aquí por utilizar el dinero en negro de la red Gürtel para financiar Libertad Digital, el periódico del hombre limpio, puro y honrado que es Jiménez Losantos. Recordemos que Matas ya anda pagando por financiar con dinero de todos el amor desmedido de la prensa.

Decir que España es diferente es afirmar que el comportamiento de la sociedad española difiere del de nuestro entorno. Es verdad que, en comparación con Alemania, aquí no dimite nadie. También es verdad que la ciudadanía ha sido más laxa con el tema de la corrupción. Ahora es más intolerable porque hay desempleo, pero en tiempos de bonanza, que es cuando se fraguó nuestra Tangentópolis, la protesta no era tan evidente.

España se acostó franquista y se levantó demócrata. Y nos negamos el pasado, de manera que era imposible ver en comportamientos anteriores ningún ejemplo que anticipara nuestra rabia. De manera que todo había que inventarlo. Demasiado esfuerzo. De no ser por el 15-M, que inauguró un nuevo relato, el partido emergente de España sería UPyD que habría radicalizado sus contenidos xenófobos, españolistas y autoritarios. No es tan complicado: la revisión histórica de España empezó en 1939 y desde entonces apenas ha cambiado. La definición de franquismo en el diccionario de la RAE lo hace aparecer casi como una ONG.

La crisis del ébola demostró que el Gobierno de España es profundamente ineficiente, algo propio de estados débiles construidos desde acuerdos entre élites y no por una relación entre las mismas y la ciudadanía. La cartelización de los partidos políticos genera una ocupación del Estado donde priman los intereses partidistas muy por encima del interés general. Para prosperar en un partido hace falta tener presencia en los medios, captar votos, tener redes para obtener financiación, expresar una profunda lealtad con el comportamiento interno y tener conocimientos del funcionamiento de la maquinaria estatal (de ahí la mayoría de abogados). Ana Mato, la ministra de Sanidad, la que se encontró un jaguar en el garaje, no ha dimitido ni la ha hecho dimitir el presidente del Gobierno.  Su marido ha sido una pieza importante en el entramado económico del PP. De lo que se trata es, ahora, de que nadie hable. Pujol amenaza con tirar de la manta. Pero no tira. Rajoy le dice a Bárcenas: “Aguanta, Luis”. Pedro Sánchez echa del partido a los mayores amigos de Felipe González que le lastran el vuelo, y estos le dicen: “¡Mira que como hable…!”. Pero nadie habla.

Somos un país enmudecido. Habla pueblo habla, rezaba la primera publicidad institucional a la muerte del dictador. Pero nadie habla. Porque España, así nos empeñamos, sigue siendo diferente. Hasta que, cansados de nosotros mismos, dejemos de serlo.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 35, NOVIEMBRE DE 2014

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