
Aprobación de los presupuestos municipales en Oviedo por el pacto entre el PP e IU. Los tres concejales de la coalición votando a favor. Foto / Pablo Lorenzana.
Celso Miranda / Economista. La consolidación del pacto político entre PP e IU en el Ayuntamiento de Oviedo tiene un hito en la aprobación en el Pleno del pasado 13 de febrero del presupuesto municipal para 2015. Sin lugar a dudas, será este el presupuesto más corto de la historia, pues se va a ceñir a menos de dos meses de recorrido: el tiempo que habrá entre su aprobación definitiva (recordemos que está pendiente todavía de trámites de reclamaciones por parte de la ciudadanía ovetense) y las elecciones municipales de mayo.
El pacto, suscrito hace algo más de un año (justo antes de la aparición de Podemos en el escenario político) coloca a IU en una posición de equilibrista en la cuerda floja y sin red. Se opta por parte de la formación (antes coalición) por utilizar los réditos electorales que pueda dar el clientelismo de algunas medidas puntuales (muy pocas y de escasa entidad) entre el vecindario directamente afectado y por compartir la política de propaganda electoral de forma mancomunada con el PP de Caunedo. A cambio, se apuntala a través de la práctica presupuestaria el gabinismo 2.0 del actual alcalde electo en la candidatura del innombrable Gabino de Lorenzo.
Agustín Iglesias Caunedo ha conseguido durante su mandato recomponer una mayoría que no le han dado las urnas para sacar adelante una política inercial en lo presupuestario. No solo ha ganado tiempo judicial para posibles prescripciones de las barrabasadas de su mentor político, hoy pertrechado en la Delegación de Gobierno, ante la falta de voluntad de denuncia de sus oponentes políticos, sino que mantiene incólume la estructura clientelar del entramado empresarial y asociativo del PP en Oviedo.
No es el programa de IU el que se lleva a la práctica del acuerdo político presupuestario, sino una amalgama de solicitudes y demandas vecinales que, por más justas que sean, no ameritan la firma de un pacto global de estas características, sino que podrían haber sido satisfechas por otros cauces. Nada que ver con los postulados de los presupuestos participativos, nacidos en Porto Alegre. Ni siquiera con las más modestas fórmulas de participación vecinal contempladas en la ley de grandes ciudades y arrancadas en Oviedo por una sentencia judicial hasta hoy incumplida (el desarrollo de los distritos municipales, con partidas presupuestarias concretas asignadas y bajo su competencia).
En los grandes números, destaca la carga de la deuda, alargada sombra gabiniana que, más que oscurecer, sepulta los presupuestos municipales bajo una pesada losa. Entre amortización de deuda e intereses, en 2015 se dedicarán a pagar créditos más de 20,7 millones de euros, cifra que deja pequeños los 14,8 millones destinados a los capítulos de inversión. El capital vivo pendiente con los bancos asciende a más de 96 millones de euros, adquiridos en la época de Gabino de Lorenzo, y no se terminarán de pagar hasta 2029, afectando a cuatro corporaciones futuras todavía. De hecho, la próxima corporación, sea del color político que sea, tendrá que hacer frente a 65,5 millones de euros para devolver deudas ya adquiridas (eso sin poder recurrir a nuevos créditos para financiar gastos o inversiones sociales que se consideraran prioritarias).
Que un Presupuesto de poco más de 200 millones de euros, después de financiar deudas, pagar la nómina de los empleados públicos (poco más de 53 millones de euros) y acometer sus menguadas inversiones, destine unos 70 millones a los servicios públicos privatizados deja a las claras la orientación ideológica del mismo. Debe tenerse en cuenta que la mayoría son servicios en manos de grandes empresas: limpieza viaria (12,4 millones de euros), transporte urbano (9,3 millones), recaudación (7,7 millones), recogida de residuos (6 millones), ayuda a domicilio (3,8 millones)… Los servicios públicos en Oviedo, desde el suministro de agua a la gestión del cementerio, desde el mantenimiento de parques y jardines a la informática municipal, constituyen una formidable red de intereses empresariales con una fórmula elaborada de extracción de ingentes beneficios privados.
Que nadie se preocupe, aún quedan más de 358.000 euros de calderilla para fundir en publicidad en dos meses, los que durarán el Presupuesto y la campaña. Cifra similar (350.000 euros) a la que disfrutará la renovada Fundación Princesa de Asturias que, lamentablemente, no podrá adelantar sus fastos al mes de mayo, florido y hermoso. Aunque, mejor, no demos ideas…
Especial mención merece la jugosa cantidad destinada a divulgar el mito del emprendedor. Camuflada bajo un total de hasta ocho partidas presupuestarias se esconde una cantidad total de 505.000 euros, destinados a financiar el proyecto “Oviedo emprende”. No deja de ser una paradoja que la figura del emprendedor deba ser impulsada a través de subvenciones a todo tipo de fundaciones, asociaciones y clubes de empresarios. Cuando Esperanza Aguirre hizo célebres las “mamandurrias” en los presupuestos públicos, quizás tuviera en mente proyectos como este.
En Oviedo deberíamos estar acostumbrados a la propaganda con los presupuestos públicos como señuelo, a la “venta de humo” presupuestario, a grandes proyectos que solo se hicieron realidad sobre el papel de la prensa adicta al régimen. Los Presupuestos de 2015 no contemplan los grandes proyectos estelares del candidato Caunedo y sus socios “izquierdistas”: el Museo de la Ciudad, el complejo cultural de la Fábrica de Gas, el Polideportivo de Trubia o el de Ciudad Naranco no tienen un solo euro asignado en ellos. Se puede seguir imaginando el Bulevar de entrada a Oviedo desde la Autopista “Y”, pero vayan añadiendo hormigón y ladrillo a su imaginación.
Nada por aquí, nada por allá. Oviedo está sin política y, consecuentemente, sin planteamiento presupuestario. Desconecten sus neuronas, vuelve el espectáculo: comienza la campaña más apretada de los últimos tiempos.
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