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IU no necesita enemigos

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IU no necesita enemigos

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Ángel González, portavoz parlamentario de IU en Asturias, tras un cartel de la coalición contra la corrupción. Foto / Iván Martínez.

Por Xuan Cándano / Director de Atlántica XXII.

Izquierda Unida no necesita enemigos. Ya la propia coalición, con sus broncas internas y sus propias contradicciones, se ocupa de poner freno a sus aspiraciones electorales. Asturias es el último ejemplo de ello.

Izquierda Unida tiene en Asturias uno de sus bastiones, con Andalucía. Por tradición histórica, por apoyo electoral y por presencia institucional. La coalición compartió Gobierno en el Principado con los socialistas en varias ocasiones y ahora sostiene al Gabinete de Javier Fernández desde una oposición colaboradora, papel que comparte por UPyD.

Las encuestas le otorgan a IU un gran crecimiento electoral en Asturias e incluso una reciente de La Vanguardia le pone por delante de los socialistas en las próximas elecciones autonómicas. Sería un sorpasso de indudable proyección nacional.

Pero la apertura de un juicio oral por parte del Tribunal Superior de Justicia de Asturias al portavoz de IU en la Junta General del Principado, Angel González, ha reabierto las viejas heridas y divisiones internas en la coalición y pone de manifiesto las contradicciones de sus políticas.

Ángel González ya se negó a dimitir cuando fue imputado y ahora insiste en aferrarse al sillón, con el apoyo de la dirección de IU Asturias encabezada por Manuel González Orviz, e incluso de pesos pesados como el diputado Gaspar Llamazares. Todos argumentan que Ángel González es inocente porque no metió la mano en el cajón. Pero pudo meter la pata: se le acusa de prevaricación por imponer supuestamente a una funcionaria el procedimiento administrativo para colocar unos monolitos en fosas comunes de la Guerra Civil, cuando era viceconsejero de Bienestar Social.

Cuando el ex diputado autonómico del PSOE Francisco González fue imputado, González Orviz se apresuró a pedir su dimisión, que finalmente se produjo. Francisco González ha llamado ahora “caradura” a Orviz por su diferente vara de medir con su portavoz parlamentario, que no solo ha sido imputado, sino que afronta un juicio. El PSOE aplicó con González sus procedimientos internos, que exigen la dimisión de sus cargos públicos cuando son imputados. IU no tiene códigos similares y sus cargos se atrincheran en sus poltronas hasta cuando afrontan un juicio. Poca legitimidad tiene para pedir regeneración política quien no la practica en sus propias filas.

Varias organizaciones locales de IU en Asturias, entre ellas las más importantes de Gijón, Oviedo, Avilés, Langreo y Mieres, rechazan este comportamiento de la dirección y piden responsabilidades. El conflicto reabre las heridas no cerradas con la elección el pasado verano de Orviz como coordinador, con el decisivo apoyo de Ángel González.

Y no es éste el único caso judicial que afronta la dirección de IU en Asturias. Su número tres, el secretario de política institucional, José Manuel Martínez, tiene una causa abierta por supuesta adjudicación a dedo de obras cuando era alcalde de Cangas del Narcea. También está imputado por malversación de caudales públicos y falsedad de documentos. Martínez, que se considera inocente, gobernó el Ayuntamiento de Cangas del Narcea con el apoyo del PP.

Estos conflictos, y sobre todo la pérdida de credibilidad ante la ciudadanía que supone esta actitud de IU ante los problemas judiciales de sus cargos públicos, son un muro que desde la propia coalición se pone a su crecimiento.

IU vive desde hace tiempo un cierto desconcierto, porque en su seno convive la vieja guardia comunista y sectores más modernos ligados a movimientos sociales y al Movimiento 15-M. Tiene un alma pegada al viejo modelo de partido, con su burocracia, sus castas y sus intereses clientelares y otra más cercana a la calle y a las nuevas demandas ciudadanas. De que se vaya imponiendo un modelo nuevo depende su propio futuro e incluso la posibilidad de que en España aparezca una alternativa al bipartidismo y al liberalismo económico que comparten PP y PSOE.

Pero no parece que esa esperanza pueda aflorar, porque se aborta desde la propia IU. Sus dirigentes en Asturias no parecen entender que los ciudadanos son más exigentes en cuestiones de moral pública y corrupción con ellos que con ningún otro partido. Y que en su caso no basta con ser honrado, ni siquiera parecerlo: sus electores y otros que podrían serlo no consienten en estas cuestiones la mínima vacilación.

Que esta Izquierda no está Unida ya lo sabíamos. Lo sorprendente es que exhiba además su incoherencia.

 

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