
Jorge Verstrynge. Foto / Pablo Lorenzana.
Jorge Verstrynge (Tánger, 1948) posee una de las biografías más complejas y apasionantes de la reciente vida política española. Hijo de madre española y padre francés, criado en el norte de África, fue fascista en su juventud y posteriormente, en la Transición, uno de los fundadores de Alianza Popular junto a su maestro político e intelectual, Manuel Fraga. A mediados de los años ochenta sus discrepancias con Fraga y una crisis política y personal le llevaron a abandonar AP. A partir de ahí emprendería un solitario viaje a contracorriente desde la derecha postfranquista a las filas de la izquierda pasando por el PSOE y más tarde IU, siendo asesor del comunista Francisco Frutos en las elecciones generales de 2000. En la actualidad, desde su independencia, simpatiza con Podemos, el partido de Pablo Iglesias, al que define como uno de sus mejores alumnos en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense. Recientemente visitó Gijón invitado por la Sociedad Cultural Gijonesa para pronunciar la conferencia “¿Cómo está el patio?”.
Diego Díaz / Historiador.
¿Cómo está el patio?
El patio europeo está desorientado. España no es una locomotora del tren europeo, pero tampoco es Grecia. Es distinto que España se enfrente a la UE a que lo hagan los griegos. Me gustaría que España fuera menos servil y obediente con la UE. Si un Gobierno español dice hasta aquí hemos llegado y da un puñetazo encima de la mesa para exigir otra política económica de carácter expansivo, las cosas pueden empezar a cambiar en la UE.
El Tratado de Libre Comercio con los EEUU apunta sin embargo a una Europa todavía menos social que la que tenemos.
La mundialización agoniza, pero la UE sigue apostando por la desregulación y la apertura de par en par de las fronteras. Tenemos el espacio económico más abierto del mundo. EEUU en cambio es un país muy proteccionista. Un detalle. Por ejemplo, si un cantante europeo va a hacer una gira por los EEUU está obligado a contratar una banda de músicos norteamericana. Y no solo es el acuerdo comercial con los EEUU y Canadá, también son los que se están negociando con China. Dejar que nos invadan los productos chinos, producidos en unas condiciones laborales bajísimas, equivale a suicidarse. Es una política que solo le conviene a algunos sectores concretos de la economía europea, como al poder financiero o a Alemania, un país muy potente desde el punto de vista de la exportación.
Es un declarado defensor de algo que no está muy de moda, el proteccionismo.
Sí, porque la mundialización es la guerra de todos contra todos. Si no proteges a tu población de esa guerra las condiciones van a seguir deteriorándose.
También considera que la inflación es un problema menor.
El crecimiento económico requiere inflación. Si los salarios suben automáticamente, con el crecimiento de los precios eso no repercute negativamente en los trabajadores. Si los salarios suben y la gente consume productos nacionales generas un círculo virtuoso con el que todo el mundo sale ganando. Existiendo una revisión de los salarios la inflación solo afecta negativamente a los ricos, porque su dinero se devalúa. Por eso la guerra a la inflación es una de las obsesiones del poder financiero.
Limitaciones con los refugiados
Crisis de los refugiados. No es especialmente entusiasta en cuanto a la acogida de la UE.
Alemania inicialmente abrió las puertas a los refugiados sirios porque necesita mano de obra cualificada, pero en ningún lugar está escrito que los europeos debamos abrir nuestras fronteras de par en par a la inmigración. Deberíamos acoger todo el sufrimiento posible, pero no podemos acoger todo el sufrimiento del mundo. Si esa acogida no se produce con unas condiciones mínimas para quienes vienen podemos generar un problema muy grande. Tenemos que terminar con la guerra en Siria. Es un asunto prioritario. Y eso supone pactar una salida diplomática con el actual Gobierno sirio.

Jorge Verstrynge en Gijón, durante la entrevista. Foto / Pablo Lorenzana.
¿Le gustaría haber vuelto al Congreso de la mano de Podemos?
No. Me ofrecieron ir en la lista de las europeas pero no quise. Este país necesita regeneración. Gente joven y sin tabúes. El país real tiene que entrar en las instituciones.
¿Cómo ve a los partidos tradicionales?
El PSOE está al borde del derrumbe. La socialdemocracia está en crisis. En Francia hay regiones enteras donde los socialistas no existen. El PP sigue ganando, pero gracias al miedo a Podemos. Su programa es más de lo mismo. Va a haber movimientos importantes en la derecha, porque el PP está agotado por la corrupción, y ahí Ciudadanos puede tener su oportunidad si sabe innovar.
Derecha sin corazón
La cuestión territorial sigue al rojo vivo y va a pesar al nuevo Gobierno, sea el que sea.
Si se hace una buena reforma constitucional el independentismo catalán se desinflaría. El confederalismo podría ser una salida. Suiza funciona muy bien. España, por su historia, no puede ser Francia, que siempre ha sido centralista. El duque de Borgoña, que trató de cambiar eso, acabó comido por los lobos en pleno invierno. En Francia acaban de fusionarse regiones. Eso es impensable aquí. El problema es que Madrid es jacobino y España plural. Cambiar la concepción de España que hay en Madrid es fundamental. Recuerdo que hace años, cuando estaba en Alianza Popular, le propuse a Fraga hacer el congreso del partido en Barcelona. Me estuvo dando largas y yo le seguí insistiendo. Al final me respondió que no. No olvidaré lo que me dijo: “Mire usted, Cataluña es tierra conquistada”.
¿Hay alguna experiencia o lección de su paso por la derecha que considere importante o que le sirva?
No ser como ellos. En AP aprendí lo que no hay que ser. Los años de práctica de partido y de haber visto a la derecha face to face me enseñaron que esa gente no tiene corazón. Tienen la concepción patrimonial del país propia de unos señoritos con su finca. Recuerdo un comité de Alianza Popular en el que alguien se refirió a los socialistas como “los roba-peras”. ¿Es normal que en este país se haya desahuciado a gente en Nochebuena? En Francia, por ejemplo, existe una tregua invernal a los desahucios. En este país han sido incapaces ni siquiera de aprobar una medida de mínimos como esa. Por cierto, que los desahucios exprés comenzaron con el PSOE, así que cualquier acuerdo con ellos supone atarles corto.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 43, MARZO DE 2016
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