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Atlántica XXII

José Manuel Chico, ‘Pin’:“Tenemos el fascismo a las puertas de Europa”

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José Manuel Chico, ‘Pin’:“Tenemos el fascismo a las puertas de Europa”

José Manuel Chico ‘Pin’ en Oviedo, cuando la entrevista. Foto / Iván Martínez.

GALERÍA DE HETERODOXOS/AS.

En tiempos de insumisión, en los años noventa, hubo una pintada en Oviedo que rezaba “Si matas a un insumiso, te damos un Pin”, demostrando que hasta los más deleznables alcanzan el ingenio. Se refería a José Manuel Chico Fernández (Oviedo, 1969), conocido desde su adolescencia con ese apodo,y el primer insumiso que entró en la cárcel en Asturias, en 1992, por negarse a hacer la mili. ‘Pin’ fue uno de aquellos jóvenes de su generación, alegres y combativos, incluso hasta el exceso, militante trotskista y activista estudiantil. Hoy es un maduro funcionario que aprobó unas oposiciones en 2005 y que, tras una estancia en Badajoz, regresó a Oviedo, donde trabaja en el Servicio Público de Empleo. Está acabando Derecho en la Universidad. No ha enterrado sus ideales.

Carlos Barral / Poeta y promotor cultural.

Fue el primer insumiso que pisó la cárcel en Asturias convirtiéndose en un emblema. Con la perspectiva de los años, ¿cómo valora su decisión y aquel movimiento? ¿Sigue considerándose antimilitarista?

Teníamos 18 años; recuerdo cuando Pablo Pascual y yo salimos del Instituto y nos dirigimos a objetar. De aquella no había ni ley. Éramos militantes de extrema izquierda, los jóvenes de la LCR, y en aquel momento, dentro del imaginario de la izquierda radical, para transformar a la sociedad cabía el uso de las armas. No llegué a la insumisión siendo no violento, por tanto, fue un gran aprendizaje para todos. Comenzamos en 1987 y duró prácticamente hasta 1998 pero, a partir de 1995 me había convertido en un icono pop. Aquello era muy complejo para un chaval. Había sido el primero pero por casualidad, era igual de importante que los demás. Luego, en el marco de la Coordinadora por la Insumisión hubo mucha gente que fue amnistiada.

Mantuvimos una guerra táctica contra el Gobierno desde la no violencia y, aunque suene raro decirlo, nos cargarnos el servicio militar obligatorio. El antimilitarismo conectó entre la mocedad y con el imaginario colectivo de la época, esto que se dice ahora de la transversalidad que, en realidad, ya venía de las huelgas estudiantiles del 86 y 87. Cada vez me siento más antimilitarista y orgulloso de haber participado en el movimiento por la insumisión, una lucha contra el servicio militar obligatorio, que era como el militarismo imponía valores en la sociedad. La insumisión cambió, para mejor, muchos de los valores que por aquel entonces tenía la izquierda.

¿Cuándo se da marcha atrás legislativamente y se anula el servicio militar?

Creo que en 1998 con un pacto de Aznar con Pujol. El PSOE y los jueces habían jugado la estrategia de hacer una represión selectiva, de hecho, en Cataluña no hubo ningún preso cuando era donde más insumisos había. Se había desbordado el tema, por un lado entre los que estábamos en la Coordinadora, los que iban por libre y los miles de objetores de conciencia, más del 50% del cupo (ni en Alemania hubo algo parecido). Aunque ellos querían perpetuar el sistema obligatorio mediante el servicio social sustitutorio, se encontraron con que no había infraestructura y tuvieron que acabar cediendo.

¿Concibe un mundo sin ejércitos?

Estoy por el transarme [pasos sucesivos de desmilitarización] y la defensa social no violenta; que desaparezcan los valores como jerarquía, obediencia y machismo para intentar hacer una defensa de participación.

¿Qué deberíamos hacer para intentar atajar el terrorismo islámico?

Tras la caída del muro de Berlín y el fin de la hegemonía estadounidense han aflorado otros imperialismos en Rusia, China, que trabajan sus intereses geoestratégicos. Ante la situación de dominación en que se encuentran esos territorios, el islamismo radical vendría a ser un poco el equivalente a la reacción fascista occidental. Aquí hay muchos atentados que duelen mucho pero donde más mata el integrismo islámico es en Afganistán, en Siria, en Yemen. Y luego está el problema de cómo entiende la guerra de Siria una parte de la izquierda, piensan que Putin y Al-Ásad son tipos defendibles. Y Al-Ásad es un dictador. Miré las revueltas árabes con mucho optimismo pero estaban infectadas de grupos armados por Arabia, por Estados Unidos, por nosotros; nadie las quería.

¿Europa tiene algún plan, aparte de fortalecer barreras, volcarse a lo territorial y darle alas al nacionalismo?

En 2008 entra en crisis también la primera potencia mundial y el Estado del bienestar, entra en crisis la socialdemocracia y el capitalismo hegemónico. Tras Obama llega Trump y tenemos el fascismo a las puertas de Europa. Como dice César Rendueles, podemos ver el fin mundo antes que el fin del capitalismo.

15-M e insumisión

El 15-M acaba de cumplir seis años. ¿Queda algún sustrato o nada más que hojarasca? ¿Está desencantado o la sola presencia de las mareas y Podemos en las instituciones le parecen un éxito?

Fue una revuelta de un sector universitario intelectual que miré con buenos ojos. Se alimentó de aspectos que venían de la insumisión como la ocupación del espacio público o la resistencia no violenta. Y de paso se le dio una vuelta a esa intolerancia de la izquierda, a esa idea de la democracia radical que siempre le costó entender. Emmanuel Rodríguez lo analiza muy bien en su último libro. Los hijos con estudios de unas familias que prosperaron se percatan de repente que no encuentran salida. Eso de: voy a vivir peor que mis padres.

Estoy contento de haber participado en los comienzos de Podemos y, aunque ya no estoy dentro, sigo yendo a las reuniones de barrio. Podemos es imperfecto pero, si no existiera, habría que inventarlo; como dice Nacho Vegas, tenemos que cuidarnos más, ser menos cainitas. Traer los valores del feminismo, ser tolerantes, cooperantes, ser cuidadores. Por otra parte, me cuesta ser el militante que fui, y como Podemos se fue metiendo en procesos de debate hacia adentro, no quise seguir en primera línea. En Vistalegre se convirtió en un partido viejo aún permeable a lo que sucede fuera, así que continuará la tensión de fuerzas entre ser un partido previsible o bien una fuerza transformadora influenciada por los movimientos sociales. También sucede que muchos de los activistas que estaban en los movimientos sociales son ahora cuadros de Podemos.

¿Es aún trotskista? Defínase en cuanto a ser político.

En tiempos de la JCR y la Liga nos denominábamos marxistas revolucionarios. El pensamiento de Trotski es muy interesante en su contexto. Esa idea de que las organizaciones de transformación social si abandonan la democracia radical tienden a la burocratización aún está vigente. Soy marxista en el análisis con influencias pacifistas, pero me considero marxista libertario y anticapitalista. Aunque ahora que estudio Derecho también veo la importancia del Estado. Como diría Varoufakis, soy un marxista errático.

Pin en 1992 cuando se entregó a la Policía, que lo trasladó a la cárcel de Oviedo. Foto / Paco Paredes.

¿Ve posible un pacto de izquierda para gobernar España aprovechando el momento de corrupción brutal que atraviesa el PP?

No lo veo a corto plazo. Porque, ¿qué es la izquierda? Hay que aceptar que venimos de una derrota del movimiento obrero tras la caída del muro de Berlín, lo mismo que de la socialdemocracia: el neoliberalismo se nos metió a todos hasta el alma. Hay un libro muy interesante de la politóloga argentina Verónica Gago, La razón neoliberal, que narra cómo opera por abajo. ¿Cómo es la clase obrera hoy, cuál la relación jurídica que tienen los falsos autónomos, el precariado? ¿Cómo conectar con esa gente fragmentada que vive oprimida por ese capitalismo salvaje? Yo no veo al PSOE capaz de hacer ese giro entre otras cosas porque tiene mucho poder institucional. Además, un Gobierno de izquierdas para hacer qué, ¿modificar el 135 de la constitución, recuperar los recortes? Podemos tiene que recuperar el programa de las europeas. Y deberíamos tener un proceso constituyente sin pacto de las élites de por medio. Ahora bien, si quieres hacer algo por la vía electoral tienes que contar con el PSOE.

Para reabrir una herida primero debe cauterizarse. ¿Qué tiene que ocurrir para que la derecha española asuma el dislate de la dictadura y aplique la ley de la memoria histórica?

Tiene que haber justicia y reparación. Y vuelvo a Rendueles, cuando dice que un sector importante de la derecha se siente heredera del franquismo. Somos un país anormal porque, entre otros, la ONU sigue diciendo que tenemos que solucionar el problema de las fosas. Incluso al PSOE le cuesta aplicar la ley cuando son ellos los primeros que tienen un montón de muertos en las cunetas.

¿Cuál sería su modelo de Estado para España? ¿Le duele España?

Soy de esa generación del posfranquismo a la que España le sonaba rancia y totalitaria y, viendo lo que está pasando en Cataluña, solo queda transformar el Estado autonómico en un Estado federal. Ahora bien, ¿cómo encajas a los independentistas? PNV y CIU son máquinas de hacer negocios. Estoy a favor de la autodeterminación de los pueblos; la prohibición del referéndum es anormal.

La renta básica

Es un firme defensor de la renta básica. Defiéndala ante los favorables y ante los detractores y díganos cómo sería su implantación y cuáles sus fugas en un país tan proclive a la picaresca.

Lo primero sería discutir el concepto de trabajo. Guy Standing en su libro Precariado y las teóricas del feminismo como Silvia Federici lo explican muy bien: solo consideramos trabajo al que está remunerado pero no al de los cuidados, al de la reproducción, la crianza, etc. Ya en la Grecia clásica se valoraba el trabajo en comunidad. En cuanto a la renta básica, viene a ser una herramienta para combatir la pobreza y también de transformación social porque el Estado asistencial (subsidio, vacaciones…) funcionaba alrededor del trabajo del hombre asalariado. Es una idea de libertad republicana que ya viene de Aristóteles y que está en Marx porque no se entiende la libertad sin unos mínimos recursos de subsistencia. La sociedad y los tipos de trabajo ha cambiado y, como las rentas del capital cada vez tienen más poder, hay que hacer un reparto del capital para sufragar esta renta básica que sería compatible con otro trabajo y que no tiene porqué fomentar que la gente no lo haga. Solo hay que fijarse en los ricos, que por mucho que tengan no dejan de trabajar. Con un cambio en el IRPF, que es ahora muy poco distributivo, podría hacerse. En cuanto a la picaresca, es más fácil con el sistema actual de los salarios sociales.

Conoce bien el sistema tributario y de rentas español. Si estuviera en su mano, ¿qué medidas de urgencia adoptaría?

Los problemas son la elusión fiscal de las grandes corporaciones, todas las compañías del Ibex 35 tienen sedes en paraísos fiscales. Estoy a favor de los impuestos directos. Y tendría que haber tasa Tobin, impuestos verdes…

Está a punto de licenciarse en Derecho compaginando trabajo y estudio. ¿La Universidad anda tan mal como la pintan?

Para mí está siendo una experiencia muy guapa; voy a la facultad todas las tardes con gente joven que tiene ganas y que te aporta cosas. Bolonia ha sido un invento por arriba que funciona mal por abajo: las prácticas no se hacen, los grupos son muy grandes y va todo muy rápido. ¡Y pretenden implantar el 3+2 para que la formación responda aún más a los intereses del mercado! Las tasas han subido más y eso expulsa a las clases populares de la Universidad.

¿Cómo ve el futuro de la clase trabajadora con la actual revolución digital y la inminente robotización?

Vuelvo a la idea de renta básica para hacer un reparto social de los beneficios del capital que favorezca, por ejemplo, a esa sociedad de productores -que decía Marx- para que el que quiera consumir menos y trabajar menos pueda hacerlo. El trabajo humano desde un concepto amplio no va a desaparecer pero van a cambiar los procesos. Como dice Walter Benjamin, hay que ponerle freno a esta locomotora enloquecida y, para ello tenemos que apelar al ecologismo, al decrecimiento, a ese tipo de valores.

Imagino lo que piensa de Trump, pero ¿cuál es su valoración sobre Putin?

Putin es un fascista, un imperialista que defiende a la élite rusa, un tipo listo que se mueve perfectamente en este marco. Un tipo que condena la homosexualidad. Me sorprende esa izquierda campista que valora a Putin y Al-Ásad como si estuviéramos en la guerra fría; estoy totalmente en contra. De acuerdo que los EEUU son el imperialismo pero el resto de imperialismos actuales también son capitalistas. No podemos mirar para otro lado.

¿Hay algún modelo político en el mundo que hoy le suscite admiración?

La verdad es que no. Me reclamo desde el republicanismo, desde una concepción demócrata radical; esa idea de una sociedad libre con la existencia material garantizada como condición previa a la libertad y, a partir de ahí, generar una sociedad de productores socialista. Soy admirador de Álvaro García Linera, pero cuando organizas un Estado se ve que dependes de las industrias multinacionales y al final te encuentras con muchos límites, porque las instituciones cumplen un papel social que es difícil desbordar de otro modo. Mira La Ingobernable [centro social ocupado] de ese Madrid que resiste generando muchos conflictos en Podemos.

¿Considera que la sociedad está igualitariamente drogada, tanto con las sustancias prohibidas como por el ingente consumo de productos farmacéuticos?

Aumenta la medicalización en parte porque nos creemos los mantras neoliberales. No hemos vivido por encima de las posibilidades aunque lo asumimos como un fracaso personal cuando se trata de un fracaso colectivo. En los años noventa vivimos por el lado más salvaje de la vida y consumimos drogas, lo cual nos generaba contradicciones personales y también políticas porque convivías con el hampa, con esas organizaciones que controlan el tráfico de armas y la prostitución, etc. Puede parecer romántico pero lógicamente tiene valores antagónicos a los tuyos. Una cosa es esa idea bucólica, jipi, y otra el narco. Además, tras el consumo están todos los problemas sociales que genera, los cuales, a día de hoy, me llevan a no querer alentar a la gente joven a que viva por ese lado salvaje, prefiero que tengan un ocio más alternativo y sano. En nuestra generación murió mucha gente, y pienso que también el sistema penetra en estas cuestiones, como cuando comienzan a abundar algunas sustancias a precios muy baratos. La legalización arreglaría buena parte del problema.

Las izquierdas ovetenses

Tras casi un cuarto de siglo de régimen gabinista y del PP gobierna en Oviedo un tridente de izquierdas.

Estuve al principio en Somos, hubo un proceso electoral conflictivo y algunos abandonamos la candidatura. Fue una buena decisión dar la alcaldía a Wenceslao porque es un independiente dentro de su partido, hubo generosidad, altura de miras y, de paso que se ganó la Alcaldía, se le hizo un feo a la FSA. La convivencia de las tres realidades de la izquierda no es fácil, no podemos olvidar la escisión que hubo en ASCIZ con cuentas que saldar. No sigo el día a día pero hay cosas muy interesantes en urbanismo, las políticas en los barrios, el tema de los presupuestos participativos, etc.

¿Cree que tienen futuro?

En cuanto se acerquen las elecciones cada cual empezará a luchar por sus intereses. ¿Habrá candidatura de unidad Somos-IU? ¿Será una fusión de las cúpulas o habrá una oportunidad para volver a un proceso más participativo con primarias abiertas en Somos? Ojalá.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 51, JULIO DE 2017

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