El rapto de lo público
La clase media dándole de comer a las palomas
España, 1 de cada 4 habitantes en riesgo de pobreza
En España, 11,6 millones de personas viven en riesgo de pobreza o exclusión social. Nuestro país sufre la mayor subida del riesgo de pobreza en la Unión Europea entre 2009 y 2010. Hay ocho países con más desigualdades económicas pero en ninguno sube tanto el porcentaje como en España. Los datos los ha publicado Eurostat y sitúa en más de 115 millones de personas la población de los 27 que vive en riesgo de pobreza o exclusión social. Se considera en riesgo de pobreza o exclusión social a las personas con ingresos un 60 por ciento inferiores a la media de su país o con graves privaciones materiales. 1 de cada 4 españoles encajan en ese fatídico perfil. El recorte en gasto público y la falta de coberturas sociales públicas en comparación con nuestros vecinos europeos nos expone con más fuerza a las consecuencias de la crisis. La noticia ha vuelto a pasar desapercibida en nuestro universo mediático. AtlanticaXXII.com decide llevarlo a portada con el recuerdo de un artículo que titula la serie y advierte sobre las consecuencias de estos años de depresión económica.
La clase media dándole de comer a las palomas
Armando Fernández Steinko/Sociólogo. La gran depresión, que arranca con el crack de 2007/8, marca el fin de un sueño/pesadilla de un cuarto de siglo. El modelo neoliberal, que consiguió dividir a clases populares y clases medias enriqueciendo a grandes propietarios y rentistas, pilotó alrededor de la creación de una demanda ficticia. Ficticia porque no estuvo alimentada por las rentas del trabajo sino por la renta financiera e inmobiliaria, por el endeudamiento y la apuesta bursátil. El proyecto fue restaurador en lo social y lo ideológico porque trató de generar crecimiento hundiendo salarios y precarizando empleo. Pero sólo pudo durar casi tres décadas porque se ganó a una parte de las clases medias, e incluso a una fracción de las clases populares: aquellos con salarios regulares y capacidad adquisitiva suficiente para adquirir productos financieros e invertir en bienes inmuebles. Los bancos centrales de países con superávit comercial comprarán monedas de los países con déficit para mejorar su propia competitividad. Puras escaramuzas, un juego de suma cero incapaz de sacar a la economía occidental de lo que se antoja como un largo período de crecimiento estacionario.
¿Qué va a pasar ahora?
Los bancos, que son los grandes ganadores del neoliberalismo, estuvieron a punto de perder el poder acumulado a lo largo de un cuarto de siglo. La única razón por la que «los expropiadores no fueron expropiados» (K. Marx) en aquellos meses críticos es que los gobiernos de centro eran y siguen siendo sus representantes políticos. Los gobiernos de centro declararon que la economía caería toda si el poder de las finanzas y de sus gestores privados pasaba a manos públicas, a manos ciudadanas. Ahora los bancos hacen lo de siempre: negocios para sus clientes, preferentemente para sus grandes clientes, que son los que tienen más incentivos para adquirir productos financieros de alto riesgo. Igual que en los años treinta, el problema no es de escasez de dinero, sino de exceso del mismo en manos equivocadas. Es un «problema de abundancia» (J. M. Keynes). Ese exceso de liquidez persistirá hasta que se produzca una reforma fiscal progresiva, un control de los flujos de capital especulativo, un derrocamiento ciudadano de las oligarquías petroleras y, sobre todo, una reconstrucción de la sociedad del trabajo basada en la reducción de jornada laboral, el aumento de la calidad de las condiciones de trabajo y del valor añadido por cada hora trabajada. Sólo esto podrá financiar sistemas públicos de pensiones y una vida digna para las mayorías. Además le dará un protagonismo renovado a la ciudadanía, el que justamente anuló el neoliberalismo. Sus ideólogos (Huntington, Friedman, Bell) decían hace 40 años que democracia y desregulación financiera son incompatibles. Tenían razón. El discurso de los bancos centrales y los viajes de Zapatero y Rajoy a las plazas financieras mendigando otra oportunidad lo demuestran de forma impresionante. El capital sobreacumulado sigue fuera de control y pasa a la ofensiva. Hace lo que siempre ha hecho: buscar la máxima rentabilidad para sus clientes sin pensar nunca en el interés general.
¿Hasta cuándo?
Antes o después habría que domesticar al sector financiero. La deuda de los bancos que ahora avalan los gobiernos es impagable, pero los gobiernos están en manos de los bancos que quieren cobrar su deuda pase lo que pase. Los gobiernos seguirán bombeando recursos públicos hacia el sector privado en espera de que éste cree empleo con exportaciones. Se intentará hundir aún más los salarios para ser competitivos hacia fuera, se forzará aún más el sector exterior para sanearse a costa del vecino, en Europa se abrirá una brecha creciente entre el norte y el sur. En el mundo habrá disimuladas escaramuzas proteccionistas para intentar que no se noten y así evitar represalias. Los bancos centrales de países con superávit comercial comprarán monedas de los países con déficit para mejorar su propia competitividad. Puras escaramuzas, un juego de suma cero incapaz de sacar a la economía occidental de lo que se antoja como un largo período de crecimiento estacionario. Si no se contempla la reforma fiscal, la liquidez seguirá tiranizando a unas poblaciones a las que ya no se podrá compensar con una demanda ficticia basada en el endeudamiento. Esto cuarteará las alianzas entre neoliberalismo y sociedad, algo que aquel intentará evitar por todos los medios.
Redes de convergencia ciudadana
¿Cómo van a responder las poblaciones en medio de este desconcierto?
Las dos últimas veces que se dio un crecimiento estacionario, en el último cuarto del siglo XIX y en el período de entreguerras, el nacionalismo le abrió el campo ideológico a la reacción. En los años treinta toda Europa, con la excepción de Escandinavia y las dos breves primaveras de España y Francia, se decantó hacia la derecha mientras América prácticamente entera lo hizo hacia la izquierda. Pequeños autónomos y grandes propietarios consiguieron desmontar el sufragio con ayuda del ejército, el gran capital industrial y la renta. Ecos parecidos nos llegan de algunos lugares destrozados por las curas neoliberales, músicas similares cuajan en los intersticios de los partidos del centro-derecha occidental.
¿Cómo van a responder las poblaciones?
En un primer momento la distancia entre clases medias y clases populares, la clave del futuro político del mundo occidental, aumentará con la privatización de servicios públicos: ya estamos en ese escenario. Grecia empezó, le sigue Irlanda, Portugal y España. La diferencia de esperanza de vida entre ricos y pobres aumentará aún más, las ciudades se degradarán junto a las universidades públicas, los espacios comunes que hoy comparten clases medias y populares –barrios, plazas, colegios, hospitales– irán borrándose siguiendo el ejemplo de América Latina en los años ochenta. Este proceso podrá ralentizarse en las zonas más lindas del capitalismo, pero en el resto una parte de la clase media caerá en una espiral de empobrecimiento. Sentados en bancos roídos de parques abandonados se verá a la clase media echándole de comer a las palomas. Ahí se encontrará con unas clases populares aún más empobrecidas que ellas. ¿Para hacer qué? Tal vez para formar un bloque social con capacidad de forzar una versión no autoritaria de una nueva economía-de-toda-la-casa, de-todo-el-planeta. ¿Cómo? Poniendo en marcha un amplio proceso de convergencia de ciudadanos desiguales unidos por un programa mínimo antineoliberal, empoderando a la ciudadanía, incorporando a sectores mucho más amplios de la población a la acción contra la salida neoliberal provocada por el neoliberalismo. Exactamente esta es la idea de la «red de mesas de convergencia ciudadana» que se están extendiendo por todo el territorio del Estado como una esperanzadora mancha de aceite. www.redconvergenciasocial.org/
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII, Nº 14, MAYO DE 2011
Los planes privados de Esperanza, Marciano Sánchez Bayle/ Médico
El rapto de lo publico, Paco Abril/ Escritor

You must be logged in to post a comment Login