
A pesar de las estadísticas gubernamentales, la pobreza y la mendicidad siguen siendo habituales en España. Foto / Mario Rojas.
Luis García Oliveira.
Pues sí; algunos ignorantes no nos habíamos enterado de los nuevos tiempos económicos que corren hasta que la infantería mediática del PP y sus propios “generales”, a base de insistir en lo que parece resultarles obvio a todos ellos, acabaron abriéndonos aún más los ojos –como platos– al escuchar sus supuestos argumentos.
Oyéndoles, sus tesis no ofrecen alternativas de interpretación: la crisis ya es cosa del pasado y quienes no lo vean así o es que andan muy despistados o no se quieren enterar.
El Sr. Montoro, esa especie de “gremlin” de la política –plenamente caracterizado con su aflautada voz y orejas de soplillo– recientemente tuvo a bien aminorar la ignorancia en materia económica de sus iletrados súbditos fiscales.
Para ello, y en un tono casi confesional, desveló al populacho el vínculo directo entre la recuperación macroeconómica del país y su ilegalizada amnistía fiscal, nada menos.
Bonito modo el suyo de disfrazar lo que no dejó de ser un escandaloso blanqueo de capitales, atesorados por una larga nómina de velados delincuentes que lavaron así y por todo el morro montones de dinero sucio. Una decisión a la que solo le faltaría la guinda de que el Bárcenas de turno en el PP hubiese pasado el cazo entre los amnistiados; cosa que en absoluto sería de extrañar vista la multitud de precedentes de corte mafioso en ese partido.
En todo caso, se ve claramente que el Sr. Montoro y su interesado coro de palmeros solo tienen ojos para los intereses económicos de las clases sociales más pudientes y de los grandes emporios económicos, empresariales y financieros. De como tienen que arreglárselas para vivir –o sobrevivir– el resto, que se ocupen ellos mismos, que el Gobierno no puede estar en todo.
Pero por si en algún entreacto de tanta escenificación triunfalista tuviesen la improbable curiosidad –interés, por supuesto que ninguno– de enterarse sobre cuál es el escenario económico en que se mueve la inmensa mayoría ciudadana, ahí les van unas cuantas referencias:
En España el salario mínimo fijado por el Gobierno de don Mariano es de 753 €/mes, cuando en Francia, Gran Bretaña, Alemania, Holanda o Bélgica –entre otros países europeos más– ese salario es prácticamente el doble. Eso explica que el 43 % de los asalariados en este país tengan unas retribuciones mensuales por debajo de los 1.000 €, lo que –de paso– lastra brutalmente el consumo interno y la actividad productiva.
De otra parte, el paro laboral ronda aquí el 18 %; el doble que en Francia y prácticamente el triple del que tienen el resto de los países citados.
¿Y cuál es la calidad del empleo que se promueve con las vigentes normas y demás disposiciones gubernamentales? Pues los datos al respecto son demoledores: de los dos millones de contratos firmados en mayo, el 92 % de ellos fueron de carácter temporal. De éstos, el 32 % no llegó ni a una semana de duración y 80.000 más no sobrepasaron los 15 días. Del empleo estable y mínimamente decoroso podría decirse aquello de que “ni está ni se le espera”.
Trasladarles también a esos triunfalistas el revelador dato que Cáritas acaba de publicar: el 16 % de los socorridos por la organización son trabajadores precarios, en vía directa ya hacia eso que llamamos exclusión social; o lo que es lo mismo, en exclusiva dependencia de la anémica asistencia social que fija actualmente el gobierno y de lo que la caridad pública les pueda deparar.
Si a todo esto añadimos que, según UNICEF, dos millones y medio de los niños que viven en este increíble país –el 30 % del total– están condicionados a vivir por debajo del umbral de la pobreza, el panorama es ya de verdadera alarma social, aunque en nuestro muy católico Gobierno no se alarme nadie por ello.
Pero dejémonos de lo que para esta buena gente serán sensiblerías sin recorrido, que los datos verdaderamente importantes para ellos están en las Bolsas y en las grandes cuentas de resultados, ¿o es que se va a dejar que la suerte que corran unos cuantos desdichados empañe los logros de la recuperación económica “del país”?
Pues claro que no, de ninguna manera, que este Gobierno asegura que se lo ha currado y que ahí están los resultados, esos que siempre salen en primera línea nada más que el Sr. Montoro y compañía abren la boca para hablar de la verdadera economía, esa a la que tan preferencial trato le dispensan sin cortase lo más mínimo.
Y que nadie se lance poniéndole “peros” a la basculada gestión económica gubernamental, porque le pueden tapar la boca a cualquiera con la brillante gestión del “no rescate” bancario; aquel con el que lograron salvar y sanear un montón de entidades con ánimo de lucro en una operación más propia de expertos trileros que de alguien con responsabilidades de gobierno.
¿Que esa operación le supuso al erario público un irrecuperable desembolso de más de 60.000 millones de euros? Bueno, pues sí, pero no nos llamemos a engaño, que para gestionar eso y todo lo demás les han puesto sus votantes donde están, ¿o no? Así que no se pretenda ahora que, además, pinten el dinero para dedicarlo a la atención social, a la dependencia, la educación o la sanidad, que aunque ya estemos en situación de “poscrisis” tampoco son ellos proclives a despilfarrar en estas cosas.
En todo caso, si a pesar de todos los pesares y del latrocinio convulso al que vienen sometiendo al país, el PP sigue liderando las encuestas sobre intención de voto, ¿por qué motivo van a modificar ni una sola letra de su modelo de gestión? Dadas las circunstancias estaría absolutamente injustificado, y si además se sigue confirmando eso de que “sarna con gusto no pica”, pues seguirán adelante, a toda máquina y empujando hasta más no poder, que esta vez –con la inestimable colaboración de Ciudadanos– sí que nos han pillado por detrás.
You must be logged in to post a comment Login