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Atlántica XXII

La sentencia de La Manada indigna a mujeres y hombres

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La sentencia de La Manada indigna a mujeres y hombres

Indignación ante una sentencia que no ve violación y que ha empujado a miles de personas a salir a las calles. Elena Plaza / Periodista

Ayer hubo numerosos carteles contra la sentencia de La Manada en las calles de Oviedo. Foto / Imanol Rimada.

Elena Plaza / Periodista.

Estoy cabreadísima y asqueada. Leo los extractos de la sentencia y se me mezclan sentimientos de ira, de impotencia, asco, dolor, náuseas… Lloro de rabia mientras escribo estas líneas. Te confías a la justicia porque te violan y te hablan de prevalimiento y términos similares para quitarte la razón, a ti, mujer, que nada vales, que tu palabra no tiene valor. Aunque te hayan grabado. Aunque hayan sido pruebas en el juicio. Aunque hayas sufrido un estado de shock como una catedral. Aunque hayas cerrado los ojos y deseado que, por favor, pase lo más rápido posible, pensando en si te matarán o qué más, qué más, podrán hacerte. Si no merece más la pena haber muerto antes de vivir algo así. Y todo porque no peleaste frente a una Manada sedienta de violencia y de sexo. Una manada que salió a cazar, como unos meses antes en Pozoblanco. Una manada con antecedentes y donde nadie se acordó de remarcar que hay un guardia civil y un militar. Será que iban de paisanos. Como los de Altsasu. Igual.

Dicen los expertos que con la ley en la mano las cosas son así, que Ricardo González, el magistrado que emite el voto particular que ocupa más de la mitad de la sentencia de 371 folios a doble cara, fundamenta muy bien su postura e incluso abre la puerta y sirve de apoyo a la defensa de los acusados de cara a una posible absolución en segunda instancia. Un magistrado al que se le queda corto el diccionario cuando explica lo que debería mostrar la víctima ante la situación: “en ninguna de las imágenes percibo en su expresión, ni en sus movimientos, atisbo alguno de oposición, rechazo, disgusto, asco, repugnancia, negativa, incomodidad, sufrimiento, dolor, miedo, descontento, desconcierto o cualquier otro sentimiento similar. La expresión de su rostro es en todo momento relajada y distendida y, precisamente por eso, incompatible a mi juicio con cualquier sentimiento de miedo, temor, rechazo o negativa”. Y se corona con un “lo que me sugieren sus gestos, expresiones y los sonidos que emite es excitación sexual”. Sólo falta añadir que el propio magistrado se excitó también con el visionado. Qué perversión en la descripción.

Y digo yo, ahora que hablan de modificar una legislación de 1995, ¿dónde está la perspectiva de género? Pero en todo el sistema judicial. Resulta que las violaciones no existen, que sólo son abusos, y si me apuras, absoluciones. Que va a ser que ella, la perversa Eva, hasta denunció falsamente. Y que la violencia de género es taaan relativa…

Tras conocerse la sentencia miles de personas han salido a protestar a las calles de numerosas ciudades, también en Oviedo. Foto / Imanol Rimada.

Y ésta es la recompensa por los malos comportamientos, que te vayas de rositas, sin más. Eso es lo que estamos diciendo a tantos miembros de manadas. Que la impunidad es suya, que la culpable es la víctima. Culpable por provocar, seguro; culpable por andar sola por ahí, a esas horas, vestida así, y borracha, que mejor estaba en su casa, claro; es que tienen lo que buscan. Que encima ni se resisten, hay que ver. Que seguro que hasta se excitó. Y la victimizamos con un proceso judicial terrible, y en los medios, y en la calle, y con detectives privados, y con una sentencia que la escupe a la cara, y con la triple violación que sufre a manos de los magistrados… y que tendrá que volver a pasar por todo eso si acude en segunda instancia. Que igual vale más quedarse como está, que por lo menos son 9 años (que a ver lo que cumplen en la cárcel), no vaya a ser que encima les absuelvan…

Porque violencia… ¿qué es violencia? Que te den una hostia bien dada, que igual es lo que mereces. Pero ni siquiera que te maten, porque puede que no sea asesinato, sino homicidio (¿verdad Nagore?). Que la intimidación no cuenta, ni la violencia psicológica, ni las amenazas (que igual es que provocas), el abuso de poder, cultural, emocional, sexual, la dependencia emocional y económica, la negligencia emocional y física… Hay tantos tipos de violencias no contempladas que apabullan. Pero no, no cuentan. Tú resístete, que sólo importa la física. Y asegúrate de cerrar bien las piernas.

Mujeres, que os quede, que nos quede claro el mensaje. Que debéis ser sumisas si no queréis sufrir violencia. Pero que resulta que si lo sois, consentís vuestra propia violación, nuestra propia violación. Que ni siquiera podéis recluíros en vuestras casas, porque tampoco son entornos seguros. Y entonces caváis vuestra propia tumba, porque hagáis lo que hagáis, la culpa siempre será vuestra, porque sois Evas perversas, porque provocáis violencia (o deseo sexual, quién sabe, porque la Manada parece ser que sólo mantuvo relaciones sexuales, consentidas claro, porque ella no se opuso, que sólo hubo prevalimiento).

Otro momento de la concentración en Oviedo tras conocerse la sentencia. Foto / Imanol Rimada.

Pero no hablamos de la cosificación de la mujer, de la cultura de la violación, la normalización de la violencia sustentadas por la industria musical y del cine, los medios de comunicación (los mismos que denuncian hoy pero que llenan sus parrillas con programas machistas), la publicidad (y su exacerbada hipersexualización de la mujer)… Por la socialización que nuestros y nuestras menores sufren, y de aquellos polvos después vienen estos lodos. Y ahora todas y todos nos tiramos a la calle, y leemos la sentencia, y vemos los noticieros… ¿por morbo? Deberíamos empezar a tomar conciencia y a ser intolerantes con cada mínima actitud machista, empezando por esos chistes tan graciosos que corren por WhatsApp o programas como ‘Mujeres y hombres y viceversa’ y por tanta basura que nos contamina el día a día. Y el cerebro.

Que nos quieran presentar a la Manada como víctima es otra más de las estrategias del Posmachismo, al igual que nos quieran hacer confundir con si hubo o no consentimiento y la libertad sexual, con la neutralidad que pretenden enfrentar cuando hablan de presiones sociales por las feministas y sus intereses interesados que dificultan el trabajo de los magistrados, señalando con el dedo a estos cinco machotes de nombre José Ángel Prenda (un ultra del Sevilla), Ángel Boza (el joven del grupo, siempre retado a demostrar su valía que niega llorando que sea un violador), Jesús Escudero (el peluquero), Antonio Guerrero (el guardia civil que le robó el móvil; amparadas estamos…) y Alfonso Jesús Cabezuelo (el militar, otro que nos asegura la protección…). Todo un ejemplo. Y no puedo dejar de pensar en los condenados de Altsasu, acusados de terrorismo por una riña de bar con agentes de la Guardia Civil que no estaban de servicio… No puedo dejar de señalar el doble rasero de la justicia. Y de la sociedad a la hora de posicionarnos de un lado o de otro.

Hablamos de depredadores a la busca de su propio Valhalla en cualquier portal de localidad en fiestas, aunque para ello haya que recorrer la Península. Un motivo excelente para grabar y enviar por WhatsApp a los colegas, que hay que dejar pruebas de lo machotes y simpáticos que somos. Y tú, mujer, ya puedes hacer un ejercicio de reflexión: si te merece la pena pelear por tu integridad, por tus derechos, y ser víctima de homicidio, o ser una sometida y consentir sin esperanza en el marco de una justicia patriarcal.

Foto / Imanol Rimada.

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