
La Talá, a las afueras de Llanes, un espacio natural arrasado por la especulación y la fiebre del ladrillo. Foto / María Arce.
Patricia del Gallo / Periodista.
Era un terreno urbanístico en el extremo oeste de Llanes, a pie de costa y con posibilidad de construir hasta 500 viviendas, llamado La Talá. Un diamante en bruto si nos remontamos a los años del boom inmobiliario. Un alcalde, el entonces socialista Antonio Trevín, que iniciaba la tramitación del plan de ordenación urbana más polémico y anulado en los tribunales de la historia de la región y que convertiría en urbanizable la zona.
Propiedad de la familia Vega, La Talá fue vendida a Inmobiliaria Los Llanos, integrada por tres promotores madrileños, en 320 millones de pesetas (1,92 millones de euros). Pero nadie contaba con que el Supremo anularía el Plan General de Ordenación Urbana y los promotores decidieron vender. ¿Quien querría entonces comprar unos terrenos que apenas tendrían utilidad y mucho menos rendimiento económico, una vez que los jueces impedían edificar en ellos? El empresario astur-mexicano Juan Antonio Pérez Simón la adquirió en 1996 por unos 500 millones de pesetas (alrededor de 3 millones de euros). Una inversión que argumentó entonces a quien le preguntó que la quería “para pasear”, cerca del mar. Pero sus intenciones eran otras, o al menos eso decía la publicidad de los futuros chalets que se iban a construir en la zona además de un centro comercial.
Quizá cansado de que el Plan de Ordenación y las posibilidades de negocio fueran tumbadas una y otra vez en los tribunales y de que la finca estuviera rodeada de decenas de polémicas y denuncias de vecinos y ecologistas, Pérez Simón vendió la finca en julio de 2006 a la empresa Desarrollos Urbanísticos Nozar-Masaveu por 38,3 millones de euros (6.372,58 millones de pesetas). En apenas una década los terrenos se habían revalorizado más de 30 millones de euros.
El grupo de Nozaleda, gravemente afectado por la crisis inmobiliaria, ofreció en 2008 a Cajastur La Talá, a cambio de la cancelación de su deuda. La Talá fue tasada por Tinsa en 39,8 millones, cantidad a la que se añadió el coste de las obras de urbanización ya ejecutadas (el 90% del total), lo que llevó el valor de la propiedad a 41 millones, sin IVA.
Lo último que se sabe de la Talá es que está transferida a la Sociedad de Activos Procedentes de la Reestructuración Ordenada Bancaria (Sareb), más conocido como banco malo, como un activo tóxico más de la banca española donde su valor no supera los 18 millones de euros.
Nacho Quintana: “Es asombroso que no sean capaces de dar una licencia legal”
Xuan Cándano. / Periodista.
Nacho Quintana se toma con resignación, y hasta con cierto humor, pasar por ser el que atrajo a Llanes a la beautiful people socialista en los años ochenta, cuando era subsecretario de Cultura en el Gobierno de Felipe González. Lo niega rotundamente. “A Rubalcaba lo encontré allí por la calle”, dice por citar al más conocido entre los famosos y poderosos dirigentes socialistas vinculados a Llanes, por sus veraneos o por tener segunda residencia en el concejo.
Para muchos, en aquellos años y con esos veraneantes ilustres se inició esta reciente etapa de la historia de Llanes, donde el urbanismo a la carta, los grandes negocios amparados desde el Ayuntamiento socialista y las tramas políticas y familiares, donde se repiten los mismos apellidos en empresas y consejos de administración, transformaron uno de los concejos más bellos de España.
Nacho Quintana llegó a militar en el PSOE de Llanes, donde tiene su segunda residencia y va con frecuencia durante todo el año. Mantiene buena relación con Antonio Trevín, pero ninguna con su sucesora Dolores Campillo. Hace tiempo que trasladó su ficha de militante a la AMSO de Oviedo.
El que fuera gerente de Urbanismo en el Ayuntamiento de Madrid, con Tierno Galván de alcalde, admite que el PSOE llanisco se dotó de “una red clientelar muy eficaz que le permitió ganar elecciones” y la existencia de “clanes familiares”. De Juan Antonio Pérez Simón apunta que “no es millonario por Llanes”. Pero no observa una corrupción generalizada. “Donde clarísimamente hubo corrupción fue en Andalucía, pero yo en el Norte no vi eso”.
En las operaciones urbanísticas tampoco ve grandes excesos, algo que vincula en buena parte a la falta de sol de la España cantábrica. “Hubo un desmadre entre comillas, pero no un gran deterioro”. Pese a ello es implacable con la política urbanística en Llanes de los Ayuntamientos socialistas, que gobernaron 26 años. “Es absolutamente escandaloso que no sean capaces de hacer un plan general. ¿Cómo es posible? Lo más bondadoso es decir que se trata de una torpeza. Es asombroso que no sean capaces de dar una licencia legal y sensata”.
En relación a la situación política asturiana y a la de su propio partido no se anda con disimulos: “Fernández Villa ha hundido a la región y al PSOE”.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 43, MARZO DE 2016
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