
Lara Alcázar, líder de FEMEN en España, durante la presentación del manifiesto. El que se echa las manos a la cabeza es el editor del libro, Daniel Álvarez Prendes, de Hoja de Lata. Foto / Pablo Batalla.
Pablo Batalla / Periodista.
Lara Alcázar, líder de FEMEN en España, presentó ayer en el café cultural La Revoltosa de Gijón el primer manifiesto de la famosa organización feminista, traducción al español del texto teórico recientemente publicado en Francia. El acto contó, además de la presencia de la dirigente feminista, que aunque vive en Madrid es de origen gijonés, con Daniel Álvarez Prendes, el editor del libro, publicado por Hoja de Lata.
Alcázar explicó cómo surgió la idea de escribir el manifiesto y respondió seguidamente a preguntas de los presentes sobre el ideario y el funcionamiento de FEMEN. El objetivo del texto es, dijo, doble: por un lado, desgranar a los simpatizantes del movimiento su trasfondo teórico; por otro, que los escépticos puedan criticarlo con fundamento y sobre bases veraces. El libro se estructura en capítulos diferentes, cada uno de los cuales ha sido escrito por una militante especializada o particularmente interesada en el tema en cuestión: así, por ejemplo, las dimensiones anti-lobbies, antirreligiosa o antifascista de un movimiento que aspira a galvanizar la “revolución feminista pendiente” después de siglos de meras rebeliones parciales e incompletas.
Alcázar reivindicó el “poder de la blasfemia” y explicó que el propósito de los famosos desnudos de las activistas de FEMEN es “encarnar la blasfemia en el propio cuerpo”, una forma de lucha que en la organización denominan sextremismo y que busca “denunciar el doble rasero” que opera en el diferente tratamiento que reciben en la sociedad el cuerpo masculino y el femenino. También llamar la atención sobre el carácter intrínsecamente machista y patriarcal de toda religión. “Nuestra desnudez es, en realidad, nuestro uniforme de protesta”, explicó Alcázar.
“El patriarcado existe”, inquirió la activista en un momento de la intervención, haciendo énfasis en que, “mientras que la diferencia entre la democracia y la no democracia está clara para todo el mundo, la diferencia entre machismo y no machismo o patriarcado y no patriarcado no lo está tanto”, y en que en el seno de la izquierda teóricamente feminista se producen muchas veces comportamientos machistas. Alcázar definió categóricamente FEMEN como un movimiento exclusivamente feminista, aunque no dejó de recordar la “inspiración marxista” que el movimiento tuvo en su origen ucraniano ni de expresar su opinión de que la liberación feminista solo puede producirse desde presupuestos de izquierdas, nunca desde la derecha.
A preguntas del público sobre la financiación de FEMEN, explicó que ésta procede exclusivamente de la venta de merchandising y de la obtención de donaciones, así como del altruismo de simpatizantes femeninos y masculinos. También desmontó el “falso mito” de que entre las activistas de FEMEN solo hay “mujeres rubias y esbeltas de talla 36 y tetas pequeñas”: cada vez, dijo, hay más variedad estética e incluso generacional entre las mujeres que participan en el movimiento, no se realiza ninguna clase de casting y la idea prevaleciente en FEMEN es que “cualquier mujer es un disturbio” y “cualquier mujer que lucha es bella”.
Alcázar también se mostró confiada en la carencia de fecha de caducidad para FEMEN y en la capacidad de la organización de renovarse constantemente para evitar ser asimilada o convertida en parte del paisaje por el propio sistema. Como ejemplo de tal capacidad de renovación puso el falso secuestro de un cura emprendido hace unos meses para denunciar la visita del papa Francisco al Parlamento Europeo. El sacerdote era en realidad un simpatizante de FEMEN disfrazado, pero el presunto secuestro generó un “tirón mediático brutal” y avivó el debate sobre la conveniencia de la visita del pontífice al Europarlamento. “FEMEN jamás utilizará la violencia a no ser que las cosas cambien a muy mal, y a lo mejor ni así”, dijo. “Nuestro objetivo es ofender ideas, no ofender a personas. Si ciertas personas se ofenden con nuestras acciones es porque encarnan esas ideas”, apostilló.
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