
Miembros de las Juventudes Socialistas durante un acto del PSOE. Foto / Paco Paredes
Por Dani Ripa. Primera escena. Viernes noche. Altas horas de la madrugada. “No quise obtener la nacionalidad española con 18 años [que era posible al amparo de la ley de memoria histórica], porque en mi país ello te inhabilita para acceder a la presidencia”. Me lo explicaba así un joven amigo de un Estado latinoamericano, de ascendientes españoles, que después ocuparía un cargo para una multinacional. Estupefacción. Cura de realidad. ¿Por qué yo nunca me había planteado ser presidente de mi país? ¿Por qué nunca te has planteado ser presidente de tu país? No como una broma de madrugada, sino como posibilidad real. Otro ejemplo: joven recién salido de universidad de élite italiana que trabaja en Naciones Unidas, pero que se plantea irse a una multinacional en Bangkok porque Ginebra no le ‘llena’. ¿Alguien de 23 años sabe cómo narices se entra a trabajar en un alto puesto en una multinacional en Bangkok?
Segunda escena. Chicos y chicas elegantes con chaqueta en la Conferencia del PSOE. Sonrisa sincera. Alegría. Orgullo de ser socialistas. “Hemos traído el Estado del bienestar a este país. Hemos hecho todo”, dicen. Les falta añadir: hemos nacido para gobernar este país. No nuestro partido, sino nosotros. Como Nino Torre, secretario general de Juventudes Socialistas de España e hijo del omnipresente consejero de Industria del Principado de Asturias, Graciano Torre. Como otra ilustre hija de socialista, Leire Pajín. Como muchos otros jóvenes que pueblan ese partido [también las nuevas generaciones del PP] que saben que han nacido para gobernar.
Hasta la conversación de la primera escena no fui consciente de que existían las personas de la segunda escena. No son entes etéreos en los discursos de los izquierdistas sino jóvenes vivitos y coleantes que no se verán afectados por esta crisis. Gente que es, vive y será poder. Y es que la clase política es ese conglomerado de personas que saben que han nacido para el poder, y que lo buscan, porque les pertenece (“no todos llegarán a presidentes, pero todos llegarán a algo”). Solo hacía falta echar un vistazo a las fotos de los asistentes en noviembre a la Conferencia del PSOE para ver la burbuja en la que se encuentran. Se le escapa el subconsciente a Elena Valenciano, la flamante eurocandidata que trabaja desde sus tiernos 20 años para el PSOE, al decir que quieren “estar con los más débiles”. Obviamente, no están entre ellos: los ‘pijos del PSOE’ (y del PP) son todo lo contrario a ‘gente como tú’.
Emporios y compañeros de clase
¿Con cuántos hijos de ejecutivos de empresas, parlamentarios o banqueros ha estudiado o crecido? ¿A cuántos conoce ahora? Eso se preguntaba el sociólogo francés Pierre Bourdieau (1930-2002) cuando empezó a estudiar la reproducción de las clases sociales en Francia. Encontró que eran claves los colegios de élite a los que las clases altas enviaban a sus hijos. Aunque el haber estudiado allí les marcaría toda la vida como ‘uno de los nuestros’, lo importante no era la educación de ‘calidad’ ¡sino las relaciones sociales que se formaban entre ellos!… y a las que no accederemos quienes enviamos o enviaremos a nuestros hijos al colegio asignado en nuestro barrio [pero sí los líderes de la izquierda que envían a sus hijos a escuelas privadas]. No es extraño: los concejales se acuerdan de sus compañeros de Universidad, los empresarios hacen negocios con quienes conocen… También nosotros. Nos enamoramos y casamos con quienes hemos estudiado, conocido en los bares que frecuentamos o convivido en los movimientos sociales. Y es que, ¿habríamos tenido más oportunidades laborales si nuestra compañera de colegio hubiera sido la hija de Botín? Eso parece: José María Aznar puso al frente de Telefónica a un compañero suyo de clase y fútbol, Juan Villalonga.
Ahora lo llaman networking: actos y eventos desde cenas de partidos políticos a aniversarios y premios. Requiere un ‘esfuerzo incesante’, pero tiene su recompensa: ahí nacen afinidades que desencadenan negocios, redes de favores y políticas clientelares. Lo sabían los hermanos Iglesias, que realizaban en su Hotel Bosque de La Zoreda dos banquetes anuales donde reunían a concejales, consejeros o alcaldes de todas las ideologías. Su constructora conseguiría grandes obras en Asturias como el soterramiento de las vías en Langreo. ¿Mero azar? Que le pregunten a Felipe Fernández, ex consejero socialista reconvertido a número 2 de Cajastur-Liberbank y prejubilado con 600.000 euros tras estafar a casi 10.000 familias asturianas. O los cinco de Enagás del PP (¡Isabel Tocino!), que entraban al consejo de administración de la entidad días después de que el Gobierno asumiera el pago de la inútil regasificadora de Gijón (más de 200 millones de euros sin haber entrado en funcionamiento).
Asalto al Club de Tenis
¿Han visto Match Point?: club de tenis, fiestas de gala, orden y decoro… es el panorama con el que Woody Allen nos describe la forma de vida y aficiones de las clases altas londinenses. Al verla pensaremos: ¡qué aburrido, extraño o aversivo! Sentimos una distancia psicológica: no es que no podamos relacionarnos donde los ‘ricos’ (muchos actos o clubs tienen ‘libre acceso’), es que no nos atrae. Para Bourdieau, ocupamos un lugar en el ‘espacio social’ que lleva aparejado gustos, comportamientos, estilos de vida o formas de ocio; que hacen que no nos movamos de la posición social asignada. Nos sentimos incómodos. Por ello, haremos cenas con antiguos compañeros de clase, organizaremos manifestaciones en La Madreña, prepararemos eventos culturales en cervecerías o sidrerías… pero ni se nos pasará por la cabeza ‘mezclarnos’ con los lugares donde se decide el futuro de Asturias. Pero, ¿y si cambiamos eso? ¿Y si convertimos los lugares donde nos relacionamos el común de los mortales en los lugares donde tomamos las decisiones? ¿Y si asaltamos el Club de Tenis y convertimos las plazas de nuestros pueblos y ciudades en los lugares donde tomamos las decisiones? Está en nuestras manos.
JULIETA
domingo, 23 marzo (2014) at 14:43
Bueno, el comienzo son las marchas por la dignidad. Luego, ya se irá viendo. . . Siempre hubo dos bloques sociales luchando.
Carlos Roberto
lunes, 24 marzo (2014) at 09:02
Soy Argentino, vivo en Argentina y la política la hacemos con militantes, para lo cual formamos cuadros, que son los que quedan cuando vienen las derrotas. Por supuesto usamos todos los medios: redes sociales, impresos, radio, television, tenemos locales donde se discute de política, propiciamos debates, es muy difícil pero la decisiones que se toman son fundamentadas y por supuesto hay que exigir que haya un ida y vuelta con los dirigentes…en el caso nuestro a pesar de pertenecer al oficialismo, no recibimos ninguna subvencion, nosotros pagamos el alquiler , luz, gas, servicios y mantenemos nuestra «casita», tenemos proyector, sonido, pantalla propios, ….propongo intenten lo mismo!!! abz criollo!!! ah los que nos quieran ayudar bienvenidos sean, nosotros buscamos un mundo popular e igualitario, tambien pueden visitarnos en Ituzaingo, Buenos Aires, Argentina y carlosabons@gmail.com
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