Connect with us

Atlántica XXII

Matar moscas a cañonazos

Corrupción en UGT

Matar moscas a cañonazos

Xuan Cándano / Director de ATLÁNTICA XXII.

Mentiría si dijera que esperaba que en ATLÁNTICA XXII íbamos a salir indemnes del implacable acoso judicial al que nos somete UGT. Ese sindicato es un poder (“potente” lo denominan los jueces de la Sección 5 de la Audiencia Provincial) aunque tenga los pies manchados por el barro de la corrupción. Y esta revista es un contrapoder, tan modesto y frágil como una mosca, por muy cojonera que resulte. Con la balacera que llevamos tanto tiempo soportando parecía inevitable que nos alcanzara un proyectil, aunque solo provoque rasguños.

Porque da la impresión de que justamente de eso se trata: de asfixiarnos a denuncias, las únicas que tuvimos en siete años y medio de existencia, un arma muy eficaz si se quiere hacer enmudecer a una voz discordante.

Respeto ésta y todas las decisiones judiciales y creo en la independencia de los jueces, aunque parezca una frase retórica. En contraste con los fiscales, los jueces no dependen jerárquicamente del Gobierno y ni el suyo, esclavo de la partitocracia, les puede dictar sentencia alguna. Pero ésta de la Sección 5 de la Audiencia, que condena a pagar 6.000 euros a ATLÁNTICA XXII (más intereses de demora), atendiendo parcialmente un recurso de un poderoso dirigente ugetista, es una amenaza a las libertades de información, expresión y opinión, además de un incentivo a la autocensura, tan extendida en la profesión periodística como la corrupción en la vida pública.

¿Tendríamos acaso que callarnos cuando una información de interés público es imposible de documentar y está avalada por varios testimonios solventes? En la Facultad, en clase de deontología periodística, nos decían que bastaban dos de esos testimonios. En este caso teníamos más y nunca en la historia de esta revista se extremaron tanto las comprobaciones, hasta donde fue posible. Es lo que la jueza María Fidalgo, en su contundente condena, considera cumplir con la “diligencia exigible”.

Y la valentía no está reñida con la prudencia. A todas las redacciones llega mucha más información que la que se publica. A veces llega tarde –como una relevante en relación al fallo del recurso, que hubiera sido motivo de recusación– o no está corroborada, aunque se tenga la convicción de que es cierta. En esta revista eso nos pasa frecuentemente y especialmente con UGT-Asturias, una organización tan agujereada como un queso gruyere, donde las filtraciones son continuas y la vida interna un auténtico volcán en erupción. Hasta las actas de las reuniones de la ejecutiva de MCA-UGT, que presidía Eduardo Donaire, que delatan los vicios y el clientelismo de una organización opaca y endogámica, son material de alto voltaje informativo al alcance de cualquier periodista con interés en ellas.

Si nuestra condena parcial es injusta, la del exsindicalista de la Corriente Sindical de Izquierda Cándido González Carnero, por sus opiniones críticas sobre Donaire aparecidas en el mismo artículo denunciado, es incluso más inquietante. Vuelve el delito de opinión y de no remediarlo el Tribunal Supremo estaríamos ante un retroceso gravísimo en las libertades democráticas. Uno más. Resulta tan sorprendente que avala la impresión generalizada de que se trata de una sentencia que supone una seria advertencia hacia esta revista y hacia la Corriente Sindical de Izquierda, dos de las bestias negras de la tríada que forma el poder socialista en Asturias, con sus vertientes política, sindical e institucional (PSOE, UGT y Principado). ¿O es un castigo a un sindicato asambleario que no admite liberados y que de paso se lleva por delante a una publicación independiente nada complaciente con todos los poderes?

Sea como sea, el futuro de ATLÁNTICA XXII vuelve a estar en manos de sus lectores, que son quienes la sostienen. Y que lleve pasando eso desde hace casi ocho años es una buena noticia para la sociedad asturiana y también para la española, porque esta revista tiene lectores y seguidores en todo el Estado. Eso es lo que más les preocupa a sus poderosos enemigos: ATLÁNTICA XXII demuestra que pervive una masa crítica en la sociedad, la condición imprescindible para el progreso y la salud democrática.

Matar moscas a cañonazos no suele ser muy eficaz.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 46, SEPTIEMBRE DE 2016

Continue Reading
Click to comment

You must be logged in to post a comment Login

Leave a Reply

Más en la categoría Corrupción en UGT

Último número

To Top