(ELLA y ÉL, en un banco del parque)
ÉL.- ¿Pastillas?
ELLA.- No sé.
ÉL.- ¿No sabes?
ELLA.- Se mató. Punto.
ÉL.- Joder.
ELLA.- Otra más. No pudimos hacer nada. Se dejó caer.
(Pausa. De fondo, ulular de sirenas, bocinas de coches, la algarabía de la gran ciudad)
ÉL.- Pues nada.
ELLA- ¿Qué?
ÉL.- Ya ves. (Pausa) La gente se va comiendo por dentro, se lo traga todo por vergüenza, en silencio.
ELLA.- ¡Cabrones, hijos de puta!
ÉL.- Ana. (Pausa) Escucha, si ella nos…
ELLA.- ¿Qué?
ÉL.- No sé, al menos le quedaba…
ELLA.- ¿Qué?
(ÉL enciende un cigarrillo)
ÉL.- Nada. No sé.
ELLA.- Sí. A una persona desahuciada ya no le queda casi nada.
Él.- ¿Desde cuándo la conocías?
ELLA.- Aunque hubiera trabajado veinticuatro horas al día jamás llegaría a pagar esa deuda. Es la forma de extorsión y de esclavitud perfecta.
ÉL.- ¿Desde cuándo…?
ELLA.- ¡Asesinos!
(ELLA, visiblemente alterada, le quita a ÉL el cigarrillo de la boca para echarse una calada)
ÉL.- Yo también la había visto por el barrio. Un par de veces. O así. No pensé que fuera propietaria, la verdad. Quiero decir que… No sé, me cuesta pensar cómo pudo llegar a…
ELLA.- Para ella era más fácil hipotecarse.
ÉL.- ¿Por qué dices eso?
ELLA.- Lo sé. Al ser inmigrante, le ponían muchísimos problemas para alquilar.
ÉL.- ¿Seguro? Eran otros tiempos, cuando llegó había más dinero…
ELLA.- Sí, pero un racismo brutal.
ÉL.-Pues imagínate en el banco…
ELLA.- Qué va. Ahí al contrario. ¡Todo eran facilidades! (Pausa) Mucho apoyo, mucha sonrisa… ¡Cabrones!
(Los dos fuman con un punto de amargura. ELLA saca un sobrecito del bolsillo)
ÉL.- ¿Y eso?, ¿por qué a ti?
ELLA.- Tiene un pariente. Solo. Un tipo raro. Está fuera de España. Hablé con él, necesitaba su dirección para mandarle cosas. No iré, me dijo. No me mandes nada. Abre el sobre y lee.
ÉL.- Joder. ¿Y se lo leíste por teléfono?
ELLA.- La culpa fue suya, me dijo.
ÉL.- ¿La culpa?
ELLA.- Sí, tío. Ella tuvo la culpa, me dijo, por haber firmado la hipoteca.
ÉL.- Joder.
ELLA.- Sí. En aquel momento, debió valorarlo. Era su responsabilidad. ¡Ella era libre!, me gritó. ¡Nadie le puso una pistola en el pecho!
(ELLA rompe el papel en pedacitos. ÉL fuma mirando al infinito)
ÉL.- ¿Qué le pasa a la gente?
ELLA.- Te lo quitan todo, te dejan tirado, muerto civilmente, y acabas tragándote la culpa porque ni siquiera te entienden ni te apoyan tus…
ÉL.- Ese tío no es un pariente, es un hijo de puta.
ELLA.- En España os volvisteis locos, me dice. ¡Todos quisisteis ser propietarios!, ¡vivir por encima de vuestras posibilidades!
(ÉL va a decir algo pero enmudece súbitamente. Otro cigarro. Larga pausa)
ÉL.- Qué bien se lo han montado, ¿no? Lo de la culpa, digo. Te estafan miserablemente, te hacen cargar con todo y…
ELLA.- (Evoca agitada) La recuerdo, ¿sabes? Hace muchos años, aquí, donde estás tú sentado. Sonreía todo el tiempo, la pobre mujer. Sí. Había visto a una ministra por la tele diciendo que era el momento, que comprar una vivienda era la mejor inversión, que la vivienda nunca bajaba, que…
ÉL.- ¡El negocio, el puto negocio!
ELLA.- …Ella hacía cuentas, tenía planes. Casi la llevaron de la mano para firmar. Quiso que mi madre la acompañara al notario. Le leyeron el contrato muy rápido, a toda velocidad, me decía mamá.
ÉL.- Si comprabas ladrillo todo eran ventajas.
ELLA.- …O lo coges ahora o si no va a venir otro…
ÉL.- Una parte pone todas las condiciones, y tú o lo firmas o… Ellos tienen toda la información.
ELLA.- …Ella necesitaba una vivienda, joder, no era ningún lujo. Echó cuentas, tenía un plan.
ÉL.- Se han enriquecido tanto esos cabrones, han hecho tantísimos miles de millones de beneficios…
ELLA.- Lo estamos perdiendo todo, Juan.
ÉL.- Sí. Hasta el miedo.
ELLA.- Qué puta violencia. Tenemos que estar preparados.
ÉL.- ¿Desde cuándo la conocías?
(ELLA rompe a llorar. ÉL intenta tocarle el pelo, pero ELLA se levanta enrabietada)
ELLA.- ¿Qué importa eso, Juan? Lo importante es que ahí enfrente y ahí al lado, y dos kilómetros más allá… Hay mucha gente como ella, sintiéndose una mierda, sufriendo sus penas en soledad.
ÉL.- Continuaremos, Ana. (Incorporándose) Pararemos más desahucios.
ELLA.- Cuatro gatos, Juan. Cuatro putos gatos.
ÉL.- Qué va. Cada día somos más. Y hay mucho que hacer, muchas viviendas vacías que recuperar, muchas manos que tender…
(Una ambulancia atraviesa por delante a toda velocidad. Se miran)
ELLA.-Juan.
ÉL.- ¿Qué?
ELLA.- (Agarrándole del brazo) No les dejemos caer.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 25, MARZO DE 2013.
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