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Maxi Rodríguez: Pepe
(Interior de un cibercafé. Entre unas cuantas sillas desparramadas por el suelo está HABIB, un subsahariano atado a la pata de una mesa con el rostro levemente ensangrentado. A su lado, PEPE, un tipo tieso y empinado, que le mira perdonándole la vida mientras se limpia con un trapo las manos)
PEPE.- ¿Qué pensabais? (Pausa) ¿Eh? (Pausa) ¿Qué coño pensabais, Javi?
HABIB.- Habib.
PEPE.- Gente guapa, tarjetas de crédito, futbolistas… ¡Vamos, Javi, no me jodas!
HABIB.- Habib. (Enfatiza) Ha-bib.
PEPE.- Soñar es gratis, de acuerdo. Y mucha culpa no es vuestra. Pero, ya ves, Europa no es como os la venden. Y, joder, tío, si lo piensas fríamente, no os sale cuenta.
(Pausa. HABIB alza la cabeza con la mirada perdida)
PEPE.- ¿De qué os sirve saltar las vallas, traspasar tantas barreras para acabar, en el mejor de los casos, en el top manta de las calles europeas? (Pausa) ¿Eh? (Pausa) ¿De qué cojones os sirve?
(Larga pausa. PEPE enciende un cigarrillo, apaga la luz del techo y echa la persiana metálica del establecimiento)
HABIB.- Sigaret.
PEPE.- ¿Qué?
HABIB.- May ma benn sigaret.
PEPE.- ¿Fumar? Sí, hombre, lo que te faltaba. (Pausa) ¿Qué pasa, que no os cansáis de provocar? Cáncer, bronquitis, enfisema pulmonar… El caso es poneros de acuerdo para venir a jodernos, abarrotar la sanidad pública, colapsar las urgencias…
HABIB.- Nguir Yala.
PEPE.- ¿Cómo?
HABIB.- (Con extrema dificultad) Por favor…
(PEPE tuerce la cabeza contrariado, da un par de largas caladas a su cigarrillo, pasea unos instantes y se acerca, más calmado, a su forzoso invitado)
PEPE.- Mira, tío, ahora mismo yo me siento peor que tú, ¿vale? (Ralentiza sus palabras para hacerse entender) Yo peor, ¿vale? (Pausa) ¿Me entiendes o no? (Pausa) No soy violento, joder, pero si entras aquí y me montas el pollo, ¿qué querías que hiciera? (Pausa) La ley es la ley, tío. Si no tienes papeles en regla no puedes usar los locutorios. Y punto. ¿Vale?
HABIB.- Nguir Yala.
PEPE.- Más que a ti me duele. (Enfatiza) ¡Más que a ti! (Pausa) Al fin y al cabo, tú estás acostumbrado a llevar hostias, es lo tuyo. Pero yo… Mírame. (Estrujándole la cara) Mírame, tío. Estoy jodido. (Larga pausa) La cosa ya no es como antes, ¿sabes? (Pausa) Antes os veía vivir hacinados o a la intemperie, haciendo los curros más penosos o dependiendo de la venta callejera, huyendo de la pasma y tal, y pensaba: joder, con vosotros a muerte, os tengo que ayudar, ¿sabes? (Pausa) Pero ahora, tronco, no es que no quiera ayudaros, ¡es que yo estoy casi igual! (Pausa. Enfatiza mirándole a los ojos) Yo casi igual. ¿Me entiendes o no?
(HABIB asiente tímidamente. PEPE, más relajado, le pone el cigarrillo en los labios. HABIB echa una calada, sonríe. Larga pausa)
PEPE.- Sin trabajo, sin salario, sin derechos…
HABIB.- Jerejef.
PEPE.- ¿Qué?
HABIB.- Gra-ci-as.
(PEPE y HABIB comparten una sonrisa. PEPE apura su cigarrillo)
PEPE.- No os molestéis, tío. En serio te lo digo. ¿Cómo os vamos a necesitar si ya estamos los españoles explotados, currando por una puta mierda?
HABIB.- (Mimético) Pu-ta mier-da.
PEPE.- No os molestéis en venir, joder. (Entre risas) Si eso, ya vamos nosotros, ¿vale? (Pausa) ¡Ya os saquearemos allí!
(HABIB le mira con un rictus de perplejidad. PEPE empieza a desatarle, animoso y locuaz)
PEPE.- Que sí, que la cosa va así, Javi.
HABIB.- (Insiste) Ha-bib.
PEPE.- ¿Qué culpa tengo yo? (Pausa) ¿Tengo yo la culpa de que nuestro bienestar se nutra de vuestra explotación? (Pausa) Oye, tío, la vida es así, ¿vale? (Pausa. HABIB le mira confundido, PEPE se afana en resultar didáctico) Mira, brother, hay dos tipos de países: los desarrollados y los arrollados. Y tú has tenido mala suerte, ¡estás jodido! Sí, estás muy jodido, sí. Pero, coño, no vengas ahora aquí, a joderme a mí. ¿Vale?
(HABIB, ya desatado, se masajea tímidamente las manos)
PEPE.- ¿Tengo yo la culpa de que tú hayas nacido allí, tan a tomar por el culo? Eso es cosa del azar, ¿vale? Te ha tocado, sí, ya está. Te van a pasar por encima. Y punto. Es lo que hay. Normal, joder, eso… lo tienes que entender. Mira, si tuviéramos que pagar a un precio justo las materias primas que os robamos, tendríamos que bajar a tope nuestro consumo de gas, petróleo, metales preciosos y… ¡cuidado, eh! ¡Hasta los alimentos! Y claro, por ahí no podemos pasar. ¿Lo pillas, Mustafá? (Pausa. Se hace gracia) ¿Lo pillas, Javiz?
HABIB.- Habib.
PEPE.- Que sí, tío, que sí. (Pausa) Oye, y si, por un casual, los países de donde provenís quieren establecer unas condiciones de cambio más justas, ¡os hacemos unas guerras y a tomar por el culo! (PEPE se viene arriba emulando a un soldado en plena refriega) ¡Ra-ta-ta-taaaaa! ¡Ra-ta-ta-taaaaaa! ¡Ra-ta-ta-taaaaaa!
(HABIB, aterrado, se tapa los oídos y encogiéndose como un ovillo se esconde bajo la mesa)
PEPE.- (Flipando) ¡Eh, eh! ¿Qué pasa, tío?, ¿qué pasa?
HABIB.- ¡¡¡Guerra dedet!!! ¡Noooo. Noooo!
PEPE.- Tranqui, Javi. Tranqui, coño, que es una broma, joder.
HABIB.- ¡No guerra! ¡Dedet!
(Pausa)
PEPE.- Hay que ver, qué poca chispa, coño. ¡Tanto huir, tanto escapar de las guerras y la destrucción que perdéis hasta el sentido del humor!
(PEPE le tiende la mano a HABIB para “rescatarlo” del fondo de la mesa)
PEPE.- (Para sí) ¡Qué jodido el negro, jejeje! (Le tira el trapo) Toma, anda, límpiate, que tienes algo de sangre por ahí. (Pausa) Has tenido suerte de dar conmigo. A mí los negros… (Sotto voce) Me encantáis, tío, me gusta veros. Sí, sí, sobre todo por la tele. Anda que no habré visto yo reportajes de tribus de esas… (Larga pausa) Pero, ¿sabes qué pasa?, que ahora lo de los extranjeros se está poniendo imposible. Y ¿quiénes nos jodemos? Los pobres de aquí, los de casa. Entiendes, ¿no?
(HABIB le mira con cierta desconfianza, PEPE se vuelca en su explicación)
PEPE.- Aquí no hay trabajo, y estoy harto de ver que, por ser extranjero, en algunos sitios hasta te dan puntos, macho. (Pausa) Mira, mi hermana está arruinada, muy jodida, pero a su vecina, que es de un país de esos que ni puta idea, de estos del pañuelo en la cabeza, resulta que los Servicios Sociales le dan una cartilla de alimentos, material de colegio y la hostia. (Pausa) ¿Qué, cómo te quedas? (Pausa) Y nosotros, mirar y callar, porque si abres la boca te llaman fascista. ¡Fascista! (Sacando pecho) A mí, que vengo de Comisiones Obreras. ¡Vamos, no me jodas! (Se enerva) ¡Ya no tenemos pasta para ayudaros, chaval! Se elevan las vallas, se afilan las cuchillas… ¡Y ya está! Oye, bien poco hacemos, eh. ¡Que parecemos las hermanitas de la caridad de Europa! Y, claro, así nos va. ¡Mira los franceses! ¡Orden de expulsión y al barco! Esos sí que tienen güevos. Nosotros somos unos blandos. Y claro, nos toman por el pito del sereno.
(HABIB hace ademán de levantarse, PEPE le ayuda tendiéndole su mano)
HABIB.- Dama marr.
PEPE.- La tuya, por si acaso. (Se hace gracia) ¡Qué jodido el negro, jejeje! (Pausa) Será antes mi miseria que la tuya, ¿no? Vamos, digo yo. (Guiñándole el ojo) Perdona por las hostias, tío, yo tengo un corazón muy grande. Mucho. Pero si me buscas, me encuentras. (Pausa) Lo mejor que hacías es volverte, tío, hazme caso. Si quieres comunicarte con tu familia, si es que tienes, vuelve con ellos, coño. Aquí, cada vez estamos más jodidos, ya te digo.
(HABIB, sumamente desconcertado, recoge su mochila. PEPE le estrecha su mano)
PEPE.- Bueno, Javi, suerte que soy de izquierdas y no he llamado a la policía para ahorrarte problemas. Cuídate, tronco. Y perdona, eh, es que a veces tengo un pronto…
(HABIB camina renqueante hacia la puerta, PEPE permanece un instante reflexivo)
PEPE.- ¡Espera!
(HABIB se vuelve tímidamente, atemorizado)
PEPE.- Oye, entre esos cedés de la mochila, ¿llevas algo de “Camela”?
(Oscuro. TELÓN)
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 32, MAYO DE 2014

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