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Atlántica XXII

Mediterráneo

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Maxi RodríguezMAXI RODRÍGUEZ / TEATRO PRECARIO

(Habitación de hotel. ELLA cabizbaja, pegada al televisor; ÉL, entusiasmado, le habla desde el cuarto de baño)

ÉL (Off).- Algo tendrán, Maricarmen. Seguro. Algo romántico, ya verás. Una bienvenida con champán, desayunos en la cama o algún otro detalle. Además, los barcos suelen disponer de camas dobles, Queen Size y en algunos hasta… (Saliendo provocativo con una toalla de baño amarrada a la cintura)  ¡¡¡King Size!!!

(ELLA ni le mira, está medio hipnotizada frente al televisor)

ELLA.- ¡700 muertos, el mayor naufragio…!

ÉL.- Ya, qué putada. ¿Ponemos música?

ELLA.- Mientras unos podemos cruzar los mares bebiendo champán en camarotes con aire acondicionado, los desheredados del África subsahariana mueren por miles ahogados…

ÉL.- ¡Joder, Maricarmen!

ELLA.- (Encarándose, afectada) ¿Qué pasa?

ÉL.- No, nada. Por cierto, ¿y lo de los camarotes cómo va? Digo yo, que una vez a bordo se podrá cambiar.

(ELLA se incorpora y se dirige decidida hacia el armario, abre un cajón y vuelve a la cama con una carpeta en las manos)

ELLA.- Vendrá aquí el número de la agencia, ¿no?

ÉL.- Claro, me imagino. ¿Pero qué buscas?, ¿qué pasó?

ELLA.- (Resuelta) Este es. Pásame el teléfono.

ÉL.- ¿Ahora? Ya has hablado con tu casa. Relájate, cielo. ¿Una copa? ¿O mejor…? (Se acerca insinuante y le da besitos en el cuello) ¿Qué haces, mujer?

ELLA.- Quiero ayudar sin necesidad de que mi Gobierno se decida a hacerlo.

ÉL.- ¿Qué?

ELLA.- Los billetes, Amador, voy a devolverlos.

ÉL.- Estás de coña, ¿no?

ELLA.- Recuperaremos casi todo el dinero y será para alguna ONG, alguna asociación de esas que llevan años trabajando por la dignidad de esos seres humanos.

(ÉL la mira un buen rato alucinado, luego se parte de risa)

ÉL.- (Entre aplausos) ¡Hostia, plas, plas, tía, qué grande! Por un momento me lo había creído. En serio. Sí, sí… ¡Hubo unos segundos ahí… que digo, jajaja, qué crack jajajaja!

ELLA.- No bromeo, Amador. (Pausa) Y tú deberías estar conmigo.

ÉL.- (Flipando) ¿Contigo?

ELLA.- Podemos ayudarles, cielo. ¡Ahora mismo!, sin esperar a que la Asamblea General de la ONU se reúna para mirarse el ombligo.

(Larga pausa)

ÉL.- Vaya pedrada, Maricarmen.

ELLA.- ¿Cuántos, Amador? ¿Cuántos?

ÉL.- ¿Qué?

ELLA.- ¿Cuántos parias hacinados más deberán morir ahogados en un barco-chatarra a la vista de nuestras playas para que tomemos conciencia de que este sí es nuestro problema?

ÉL.- ¿Nuestro?

ELLA.- ¡El de todos! Europa…

ÉL.- No tiene culpa, Mari, de la muerte a la que se exponen los inmigrantes al embarcarse voluntariamente en esas condiciones tan miserables.

ELLA.- ¿Cómo que no? Europa ha mantenido dictadores para proteger sus intereses, ha armado a grupos radicales cuando les convenía, ha provocado guerras, ha…

ÉL.- ¡A tomar por el culo, Maricarmen! (Pausa) ¡A tomar por el culo, cariño! (Aplaude sarcásticamente) El mundo está podrido. Vale. Tienes razón. (Saca una cerveza del minibar) Y ahora, como cada vez que hay una tragedia, toca conmoverse. Pues, hala, unos minutos de mala conciencia. (Se sienta a su lado, ceremonial) ¡Cientos, miles de personas, ahogadas en el mar de la esperanza arrojan sus muertes sobre la hipocresía occidental! (Bebe con parsimonia. Lago silencio) ¿Ya? Muy bien. (Le pasa el mando a distancia) ¡Hala, ya está! Ya puedes zapear.

ELLA.- (Alucinada) ¿Pero qué haces?

ÉL.- (Estallando) No, Maricarmen, ¿qué haces tú, eh? ¿Qué cojones haces tú? ¿De quién coño fue la idea del puto crucero por el Mediterráneo? A ver. ¿De quién? Si a mí lo de bordear la costa italiana me la pela. Que yo lo que quería era aprovechar los quince días para arreglar la finca de León. ¿No te lo dije? (Pausa) ¿Te lo dije o no?

(Pausa. ELLA, compungida, se recoloca el camisón)

ELLA.- Los Gobiernos corruptos de estos países están allí porque nosotros les financiamos.

ÉL.- ¿Nosotros?

ELLA.- ¡El mundo occidental, Amador! ¡El mundo occidental!

(ÉL apura la cerveza de un trago y pasea inquieto por la habitación)

ÉL.- A ver si lo entiendo, Maricarmen.

ELLA.- ¿Qué hay que entender? ¡La Unión Europea es culpable, por no dar soluciones a este problema humanitario!

ÉL.- O sea, que tú y yo esta noche no vamos a follar por culpa de los desmanes del mundo occidental.

ELLA.-Qué puto egoísta eres, de verdad.

ÉL.- ¿Egoísta yo? ¿Y tú qué, eh? (Parodiándola) ¡Ay, pobres negros que no saben ayudarse a sí mismos…! (Muy serio, encarándose) ¿Sabes cómo se llama eso? ¡Racismo!

ELLA.- ¿Qué dices? ¡Estás loco!

ÉL.- Sí, Maricarmen. ¡El hombre blanco al rescate! (Brincando sobre la cama) ¡Tataríí, taríííí! (Cogiendo resuello) ¡La puta televisión! Si me hubieras hecho caso, si hubiéramos aprovechado la luna de miel para quedarnos en León…

ELLA.-Hasta el Papa lo dijo, Amador.

ÉL.- ¡No, el Papa no, por favor!

ELLA.-Sí. “Eran hombres y mujeres como nosotros. Buscaban la felicidad”.

ÉL.- ¡Que no me mientes ahora al Papa, Mari, me cago en…!

(Silencio. ELLA vuelve a dejar el teléfono en su sitio)

ELLA.- (Sotto voce) Egoísta, insensible.

ÉL.- (Ídem) Demagoga, hipócrita, calientapo…

(Se meten juntos en la cama rumiando exabruptos por lo bajini. Pausa. ÉL apaga la luz)

ELLA.- Habrás puesto el despertador, ¿no?

ÉL.- Sí.

ELLA.- ¿Y el bañador? ¿Ya tienes claro dónde has metido tu bañador?  

ÉL.- Que sí. Y relaja, eh, todo irá bien. Algo tendrán, Maricarmen. Seguro. Algo romántico, ya verás. Si vas a surcar el Mediterráneo lo más normal es que te den la bienvenida con champán. (Oscuro final)

www.maxirodriguez.es

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 38, MAYO DE 2015

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