
Miguel Ángel Presno en su despacho. Foto / María Arce.
En su deber cívico y periodístico, ATLÁNTICA XXII recaba la opinión de diversas personalidades asturianas sobre la situación de Cataluña, de la que Miguel Ángel Presno Linera, profesor titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo, considera que “es evidente que salir de ella no parece algo fácil ni rápido, con lo que no hay que esperar soluciones mágicas e inmediatas. Una declaración unilateral de independencia no contaría con el necesario respaldo internacional para hacerla efectiva; es, incluso, dudoso que lo tenga en el seno de las propias instituciones catalanas, al menos de la Administración”. Una declaración “diferida” le podría servir al Govern “para ganar tiempo siempre que, por una parte, la CUP la aceptara y que, por otra, no diera lugar a la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que supondría la asunción del ejercicio de las competencias de la Generalitat por parte del Estado. No obstante, el recurso al artículo 155 tendría que pasar la prueba ‘práctica’ que puede suponer que funcionarios públicos catalanes se nieguen a seguir las indicaciones de las autoridades estatales”.
A tenor de lo ocurrido en los últimos días, considera que “ha sido más ‘eficaz’, en términos de paralizar o, cuando menos, retrasar la DUI, la actuación de varias empresas con sede en Barcelona que los requerimientos del Gobierno y las propias manifestaciones de personas contrarias a la independencia”. Desde el otro lado, tampoco parece probable que el Estado acepte un “referéndum pactado”, al menos a corto plazo, “algo que habría que ver si convence al sector más independentista catalán, que parece haber sobrepasado la fase de las consultas y estar ya en la de la declaración de independencia”. Unas elecciones autonómicas y/o generales “podrían aclarar, o no, el panorama, pero no parece que, con los datos que hoy tenemos, fueran a generar escenarios muy distintos”.
En suma, según el profesor de Derecho Constitucional, “habrá que dejar que pase cierto tiempo antes de que se pueda encontrar algo que satisfaga a la mayoría de ambos lados, lo que no quiere decir que no haya que hacer nada hasta entonces: desde el Estado habría que pensar en una reforma profunda del modelo de articulación territorial, además de otras reformas políticas e institucionales, que llevan mucho tiempo de retraso. En realidad, una reforma profunda del sistema de distribución territorial del poder ya debió realizarse a mediados de los años noventa del siglo pasado, incluyendo un cambio en la composición y funcionamiento del Senado para convertirlo en una auténtica Cámara territorial. Desde el Govern y la parte del Parlament que le apoya hacen falta alternativas a la declaración unilateral de independencia, sea inminente o diferida”.
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