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Navia, los daños colaterales del Muselón

Estado en que ha quedado la zona, con los enormes taludes de hormigón y, en el medio, la caja donde debería ir la vía del tren. Foto / Sergio López.
Otro de los grandes proyectos del arecismo ha entrado en vía muerta. El ramal de poco más de dos kilómetros que Vicente Álvarez Areces, entonces presidente del Principado, acordó construir para que una empresa privada, ENCE, sacara desde Navia y por tren la pasta de celulosa y diera así carga al puerto ampliado de El Musel, situado a más de cien kilómetros de distancia, está paralizado. La papelera, tras siete años de retrasos, ha buscado “soluciones más eficientes” para su negocio. Las quejas vecinales son constantes y en RENFE no quiere ni oír hablar del proyecto. El Principado asegura que sigue adelante, pero de momento solo hay una inmensa huella en tierras naviegas, unos 14 millones de euros gastados puede que inútilmente y un absurdo desvío en la carretera.
Patricia del Gallo / Periodista.
Entre viaducto y viaducto –las dos únicas infraestructuras que se ven ya terminadas– la hierba crece a sus anchas. Hace mucho tiempo que no hay máquinas trabajando, ni operario alguno en la zona. Cualquiera diría que la obra está abandonada a su suerte.
Lo que los naviegos califican de “despropósito” consiste en llevar por tren hasta el puerto de Gijón, recorriendo más de un centenar de kilómetros, la producción de la papelera que ahora sale por el puerto de Ribadeo, transportada en camiones en un viaje de 30 kilómetros desde Navia. Comenzó como un proyecto a tres bandas en 2008 aunque se materializó dos años después. El Principado era el artífice y pondría 3,5 millones de euros, los mismos que la extinta FEVE, que se encargaría de la construcción y que obtendría la concesión de la línea por 50 años; y ENCE, la que se supondría gran beneficiaria, pondría otros 2. El plazo de ejecución, 10 meses.
Siete años después, la obra está paralizada y de los 9 millones de euros presupuestados ya van gastados 14, un desfase del 55 %, según algunas fuentes, porque sobre el dinero invertido hasta el momento, supuestamente por la Administración de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF), hay un auténtico manto de silencio. Sobrecoste que a día de hoy nadie sabe quién va a asumir, aunque el Principado asegura que solo ha aportado por ahora 114.000 euros en concepto de expropiaciones y “próximamente se abonará a ADIF la mitad de las certificaciones de obra de las que ha presentado factura”.
Tampoco se dan plazos de cuándo podrían retomarse las obras ni por parte de RENFE, que no ofrece ni un solo dato sobre este asunto, ni del Principado, cuya última referencia al ramal fue el pasado mes de diciembre al anunciar que destinará 27.000 euros en el próximo presupuesto para “cumplir sus obligaciones con el convenio suscrito”. Y muestra su “predisposición a seguir adelante con el proyecto”.
Para llegar hasta lo que ahora existe, un enorme desmonte y según los vecinos “todo un despropósito”, ADIF, responsable de la licitación y la ejecución, movió miles de toneladas de tierra que acabó argayando varias veces, por lo que fue necesario inyectar hormigón para hacer unos taludes de más de 30 metros. Aun así varias toneladas de piedra siguen tapando actualmente lo que debería convertirse en vía, a la que solo le faltan las traviesas y los carriles. Según el Gobierno asturiano, el 70% de la obra está finalizada.
Números que no cuadran
Pero incluso en el supuesto de que la obra se terminase, algo que cada vez más gente duda, el Ejecutivo no menciona que se debería construir también en El Musel una terminal de carga, a cubierto, como ENCE pidió en su día como condición para que su pasta saliera por Asturias. En 2011 la Autoridad Portuaria llegó a licitar la construcción de un kilómetro de vía dentro del puerto para rematar el enlace. Se adjudicó en 5,4 millones de euros. Nada se sabe de ellos ni del comienzo de la obra. En total, la inversión comprometida rondaría los 21 millones de euros.
Sobre el futuro del proyecto pesan demasiadas dudas. Lo que sería “todo un revulsivo” para el Occidente asturiano, en palabras de Álvarez Areces, a la vez que un pequeño balón de oxígeno para lo que los críticos con la obra que ahora investiga la Audiencia Nacional llaman “El Muselón”, se ha quedado a medias. Y habrá que ver si definitivamente.
Durante los primeros meses las obras fueron a buen ritmo pero pronto empezaron los problemas con el terreno y las alegaciones de los expropiados. A ello se unió la falta de interés en el proyecto que demostró el corto Gobierno de Foro Asturias, idéntica a la que empezó a mostrar la papelera. Francisco Álvarez-Cascos frenó los trámites pendientes de aprobación. Durante su mandato nunca ocultó su escasa simpatía por una infraestructura que “se iba a pagar con fondos públicos en beneficio de una empresa privada”.

Restos del material usado para construir en túnel del ramal, abandonados y cubiertos de maleza. Foto / Sergio López.
Con la vuelta del PSOE regresaba el interés del Ejecutivo autonómico, pero la inyección de hormigón no despejó la viabilidad de un proyecto que para muchos era simplemente disparatado. No eran agoreros, como a la vista está en el horrible agujero negro que soportan los naviegos. Nadie sopesó que los precios de El Musel deberían ser competitivos para que ENCE llevara hasta allí su carga y que RENFE también debería ofrecer tarifas que compensaran a la papelera por tener que recorrer 70 kilómetros de más para que su celulosa saliera al mar.
Los gallegos fueron más avezados. Y mientras que en el Principado los operarios se afanaban por retener el terreno que argayaba sobre la futura vía, en lo que han tardado casi tres años, en la Comunidad vecina, como reconoció el presidente de puertos de Galicia, José Juan Durán, han tratado de “fortalecer” el acuerdo firmado con ENCE para que la planta siguiera exportando material desde el puerto gallego más allá de 2020. Mejoraron la infraestructura portuaria de Ribadeo y firmaron un convenio con unas condiciones, aseguran desde la Xunta, “difícilmente mejorables”. Rebajaron las tasas del puerto a cambio de que la papelera facturara 1,5 millones de toneladas en diez años. Se calcula que, con el incremento de producción de la factoría tras su última ampliación, ya se ha llegado a esa cantidad.
La propia ENCE reconocía el pasado mes de octubre, rompiendo el mutismo que desde hace tiempo mantiene sobre esta obra y mediante un escueto comunicado de apenas cuatro líneas, que “pasados 7 años desde la firma del convenio, y pese a los esfuerzos del Principado, y por no haberse acabado las infraestructuras ferroviarias necesarias de conexión con la fábrica y con el Puerto del Musel, hemos encontrado soluciones más eficientes, sobre todo cuando RENFE nos manifestó hace dos años que no podía mantener los precios de referencia”. A preguntas de esta revista la empresa no ha querido concretar si, de llevarse a cabo la obra asturiana, la llegarían a utilizar.
A día de hoy solo el Principado parece tener interés en seguir adelante. El pasado 30 de noviembre se reunió la comisión de seguimiento del convenio firmado a la que ADIF ni siquiera asistió. ENCE no quiso hablar del contenido del encuentro y el Gobierno autonómico solo insistía en que terminará la obra. Eso sí, la consejera de Infraestructuras, Belén Fernández, anunciaba la posibilidad de “actuaciones en caso de incumplimiento por una de las partes” y se reservaba “las acciones que nos asisten en todo orden y las ejercitaremos en legítima defensa del interés de Asturias”. Lo hacía tras reconocer que la propia papelera “planteaba dudas sobre la situación de las actuaciones y sobre si tenía sentido continuar el convenio”.
Pero el desinterés de ENCE no es nuevo para el Gobierno asturiano, que aún así siguió con la obra. Desde hace dos años la papelera conoce las tarifas de RENFE, aseguran trabajadores de la compañía ferroviaria. También lo saben los operarios de la papelera que vieron como hace más de un año se asfaltaron las vías que se habían colocado en el interior de la factoría para que el tren llegara al parque de maderas.
Muchos incluso se preguntan si realmente hubo en algún momento interés de la empresa por la obra y si sus directivos se limitaron a no contradecir al poder político.
Expropiados para nada
En la zona donde se construye el ramal no solo crecen las malas hierbas, la indignación de algunos también ha ido en aumento en los últimos años. Son los expropiados. La mayoría tienen recurridas las cuantías, que califican de “irrisorias”, con las que la Administración pretende abonar por sus tierras.
Es el caso de Alfonso Rodríguez. Su finca de 3.661 metros cuadrados quedó partida en dos al construir el viaducto, lo que le hace casi imposible su cultivo mecanizado y la convierte en prácticamente inservible. Le expropiaron 839 metros cuadrados y le talaron 65 árboles, entre pinos, robles y castaños. Una madera “que era mía, que planté con cariño hace más de 40 años y que ni siquiera me dieron. Se la llevaron a la fábrica para hacer papel”, lamenta.

Alfonso Rodríguez, uno de los expropiados, muestra el recurso planteado al Priincipado por el coste de sus terrenos. Foto / Sergio López.
Recuerda que, antes de iniciarse la obra, el entonces número dos de FEVE, Amador Robles Tascón, fue a verle a su casa para convencerle de que vendiera. Nunca lo hizo y su expropiación, como el resto, está recurrida. A sus 87 años este luchador solo espera seguir con vida para que le paguen lo que cree que valen esos terrenos, unos 28.000 euros. Una cifra muy lejana a los 700 euros que ha recibido del Principado. Lo que “más rabia me da –lamenta– es que lo hagan para una obra, dicen de utilidad pública, cuando al único que va a beneficiar, si es que alguna vez decide usarla, es a una empresa privada. ¿Pero en qué mundo vivimos?”.
Su caso no es el único. Florinda García espera desde hace cuatro años una respuesta de la Administración. Le expropiaron una finca de 2.000 metros que linda justo con su casa en construcción. Solo espera que, termine o no la obra, al menos le den algo justo por lo que le quitaron, “no sea que todo haya sido para nada”.
El Principado asegura que ha abonado ya más de 114.000 euros en concepto de expropiaciones. En total 62 son los bienes afectados, entre prados, montes y viales.
Lejos de reportarles algún beneficio, el ramal, dicen los vecinos de Navia, solo les ha traído molestias y daños en el entorno. Y la actual paralización de la obra, el incumplimiento de plazos y el silencio de las tres partes implicadas les desespera aún más.
Los colectivos locales Casa Azul y Salternavia son los más críticos con el proyecto. El portavoz de este último es Amador Rodríguez. Hasta ahora se han construido dos viaductos, uno de 72 metros sobre el río Anleo y otro sobre el arroyo, que asegura “han roto” un paisaje donde el verde ha dado paso al hormigón, “despilfarrando miles de euros para ello de las arcas públicas”. “Dar contenido a El Musel no justifica lo que han hecho”, dicen.
No solo el paisaje ha sufrido. Los propietarios del Palacio de Lienes, del siglo XVI y considerado monumento histórico-artístico, aseguran que las obras han provocado daños en los muros. Ante el silencio de la Administración, llegaron a recoger más de 4.000 firmas para paralizar las obras y pusieron los hechos en conocimiento de la Guardia Civil. Ahora, con las obras paradas, se sienten aliviados, aunque no saben por cuánto tiempo.
También hay un castro cercano, el de Armental, que podría estar afectado, según Salternavia, aunque reconocen que no lo han podido comprobar.
Los vecinos tampoco se creen que la obra fuera a suponer una mejora de la red ferroviaria como ha asegurado el alcalde de Navia, Ignacio García Palacios, porque dicen que “en ningún momento se planteó para mejorar el transporte de pasajeros por ferrocarril: ningún servicio hacia el centro de Asturias más, ninguna mejora en el trazado…”.

Uno de los viaductos levantados para el ramal. Al fondo, la autovía. Foto / Sergio López.
San Esteban y Avilés
No están menos indignados los trabajadores de RENFE de la comarca. Nunca entendieron la obra. Sostienen que lo lógico hubiera sido que el ramal llegase hasta el puerto de Avilés o incluso al de San Esteban, más cercano a Navia, porque en ambos hay infraestructura ferroviaria hecha e infrautilizada. El puerto naviego no tiene condiciones para exportar la celulosa de la fábrica situada en la ría. “¿Qué sentido tiene volver a construir algo que ya está?”, se preguntan.
Ya en 2010 el diputado del PP Marcial González daba en la diana y se preguntaba en la Junta General si no podría el Gobierno asturiano abaratar los costes, como estaba haciendo el gallego, a una empresa que genera empleo y riqueza para Asturias. Apuntaba a que “detrás de todo ello se encuentra, en mi opinión, el nepotismo desmedido de salvar a cualquier precio el endémico puerto de El Musel, que, hasta ahora, lo único que ha generado son inmensos gastos en forma de sobrecostes. Areces tiene que alimentar al elefantiásico Musel, previsto por cierto para un transporte de 15 millones de toneladas que no sabemos de dónde van a salir, y siempre a costa de los impuestos de los asturianos, que pagan El Musel y pagarán también el ramal”.
Proféticas palabras que reconocen hasta los máximos defensores de la obra, aunque con distintos argumentos. Entre ellos el alcalde socialista García Palacios. “El objetivo primero del ramal era dar carga a El Musel, una obra esencial para nuestra región porque mejor que se utilicen nuestras infraestructuras que las de la Comunidad vecina”, reconocía a esta revista. Es una forma de “colaborar desde Occidente para que esto vaya adelante”, sostiene.
Otro de los argumentos del alcalde es que el ramal mejoraría la línea férrea de cercanías en una zona donde el tráfico de viajeros está descendiendo y abocado, si todo sigue así, a desaparecer, como reconoce el propio regidor y también pronostican trabajadores de RENFE.
Y luego está el argumento medioambiental de que el camión contamina más que el tren. Según las previsiones que se hicieron en su día, el ramal ENCE transportaría 500.000 toneladas anuales de madera y 420.000 de celulosa. Eso son entre 26 y 27 camiones haciendo varios viajes a la semana. A las empresas del transporte de la zona, que trabajan para la papelera, el asunto les preocupa, porque supone para la mayoría un porcentaje importante de su negocio. Pero, sobre todo, levanta ampollas en los autónomos, unos 16, la mayoría mayores de 50 años que llevan media vida transportando solo para ENCE y a los que el tren dejaría sin trabajo. Pero al alcalde de Navia eso no le preocupa demasiado: “Son unos pocos, si lo comparamos con lo que puede suponer el ramal”.
Pero incluso a él, máximo defensor de la obra, se le termina la paciencia y asegura que el proyecto tiene que terminarse. Le preocupan las molestias que ha generado la obra, que ha obligado a cambiar el trazado de la AS-25 que lleva a Villayón. Lo que era una vía recta es ahora un trazado sinuoso.
Servando Fernández, cronista oficial de Navia, es otro de los que vieron en la línea carga para El Musel. “Evidentemente, como asturiano a mí me gusta que el negocio se quede en casa y no salga para la Comunidad vecina”, aunque lamenta que la obra esté en vía muerta porque “eso sí que no beneficia a nadie”.
Pokémon y el ramal
La jueza asturiana Pilar de Lara, que investiga en Lugo si dentro del Caso Pokémon había una posible red de financiación a partidos políticos, ha interrogado durante los últimos meses a varios empresarios que recibieron concesiones millonarias en fechas próximas a procesos electorales.
Entre los últimos interrogados está el constructor de Vigo Javier Anchelergues Martínez, socio único de Anchelergues y Asociados SL, una pequeña empresa gallega creada en 2009. Dos años después recibía la concesión de uno de los tramos del ramal entre ENCE y El Musel. Una obra cifrada entonces en 3 millones de euros, que ha supuesto ya varios más. La concesión se produjo en 2011, poco antes de las elecciones municipales.
Por ello la jueza asturiana quiso saber si había pagado dinero a cambio de esta y otras concesiones. Javier Anchelergues quedó en libertad tras declarar.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 42, ENERO DE 2016

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