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Operación interna de acoso y derribo a ‘Cherines’

Mercedes Fernández votando en Gijón, donde la crisis interna del PP no tiene fin. Foto / POL.
Aunque el éxito de la coalición PP-Foro en las últimas elecciones generales le ha dado un balón de oxígeno, la posición interna de la presidenta de los populares en Asturias, Mercedes Fernández, es delicada y hay un sector crítico a la sombra que la cuestiona abiertamente. De ello trata el artículo de Pablo Batalla que ATLÁNTICA XXII publicó en su número 44, aparecido el pasado mes de mayo, y que reproducimos a continuación.
Arrecia la hostilidad contra Mercedes Fernández en el PP asturiano
Pablo Batalla Cueto / Periodista.
Suenan trompetas de guerra en el Partido Popular de Asturias. El futuro no se muestra halagüeño para Mercedes Fernández, ‘Cherines’, presidenta desde 2012 de un partido en el que cada vez se alzan más voces en su contra y comienzan a sonar ya con fuerza los nombres de posibles sustitutos. Los ojos están puestos en el congreso regional que ha de celebrarse a lo largo de los próximos meses, en una fecha aún por determinar. Fernández deberá enfrentarse en él a la hostilidad de las tres principales juntas locales —Gijón, Oviedo y Avilés— y a la de un porcentaje de las pequeñas que fuentes internas del partido calculan en un 80%.
El acuerdo con Foro
La desafección de gran parte de la militancia popular hacia su presidenta se explica por varios motivos, a los que no son ajenos los fracasos en su propia ciudad, Gijón, donde sentencias judiciales anularon los dos últimos congresos locales en los que se habían impuesto candidatos apoyados por Mercedes Fernández. Pero dos hechos han caldeado los ánimos con especial intensidad. El primero de ellos es el modo con que Fernández firmó la coalición con Foro Asturias para las elecciones generales del pasado diciembre. Tres altos cargos del partido consultados por esta revista coinciden en recordar la «sorpresa» con que recibieron el anuncio. No se había abierto, cuentan, ningún debate previo en el partido y el pacto fue presentado como un hecho consumado por Fernández, a quien una persona que ocupó la bancada popular en la Junta General no duda en calificar de «dictadora» que «hace feos y humilla» y a quien otro alto cargo de la formación describe como «una niña» a la que le dan «muchas perretas» y «desprecia y ningunea» a la gente.
A incrementar la indignación en buena parte del partido a causa del acuerdo con Foro contribuyeron las peculiares condiciones de aquel sorpresivo abrazo de Vergara entre populares y casquistas. Este acuerdo se circunscribía a las elecciones generales del 20-D y, pese a lo que exigía la mayor parte del partido, no llevaba aparejada consecuencia municipal alguna. Nada cambiaría para los sufridos populares de Villaviciosa y Cangas del Narcea, concejos en los que el PP había ganado las últimas municipales y en los que la suma con Foro daba lugar a mayoría absoluta, pero los concejales foristas habían decidido no apoyar a los populares y ceder así ambos gobiernos locales al PSOE. Para más inri, el segundo puesto de la lista del PP asturiano para el Congreso de los Diputados y el tercero de la del Senado eran otorgados, respectivamente, a los foristas Isidro Fernández Oblanca y Rosa Domínguez de Posada, personas distinguidas en los últimos años por la especial acidez de sus críticas al PP y cuya inclusión en las listas suponía desplazar a miembros fieles e históricos del partido.
El hecho de que la alcaldesa forista de Gijón, Carmen Moriyón, rechazara ostensiblemente hacer campaña por el PP, añadido al de que el resultado electoral de la coalición PP-Foro en las generales de 2015 no mejoró finalmente el obtenido en 2011 por el PP en solitario, sino que lo redujo en casi 40.000 votos, no contribuyó a aplacar las críticas. Que con Mercedes Fernández al frente el partido «no gana las elecciones ni para la comunidad de vecinos», en gráfica expresión de Gabino de Lorenzo —quien reclamaba el mismo día una candidatura anticherinista presidida por Agustín Iglesias Caunedo—, es un factor más de movilización para los contrarios a la actual presidenta, que claman, como una de las personas consultadas para este reportaje, que «el Partido Popular es un partido de Gobierno, que tiene siempre en todas partes opciones reales de gobernar y aspira a hacerlo pero en el que Asturias es una excepción en ese sentido».
Las declaraciones de Lugo
El segundo gran detonante del conflicto ahora abierto fueron unas declaraciones polémicas en Lugo. Fernández, citada en el juzgado número 1 de esa ciudad gallega por la jueza Pilar de Lara en el marco de la investigación del Caso Pokémon, calificó allí como «caóticas» las cuentas con que se había encontrado al ponerse al frente de la formación hace cuatro años, e incluso pretendió demostrárselo a la magistrada con un nutrido fajo de facturas que intentó detallar una por una, impidiéndoselo la juez al entender que no procedía. Como era de esperar, ese inesperado arranque de transparencia indignó a los integrantes de la dirección autonómica anterior, presidida por Ovidio Sánchez. El delegado del Gobierno, Gabino de Lorenzo, que fue el gran valedor de su nombramiento como presidenta del PP, la llamaba «amoral» y «mala compañera» y Fernando Goñi, actualmente senador, alzaba la voz en los órganos internos para referirse a ella en parecidos términos.

Las aguas bajan revueltas en el PP asturiano, con muchos dirigentes de la vieja guardia distanciados de la dirección. Foto / Mario Rojas.
‘Cherines’ acogió con gran nerviosismo la citación judicial, sobre todo por la contratación de un hermano suyo por parte de Aquagest para una sustitución, a través de las gestiones del gran conseguidor de la trama del Caso Pokémon, el exvicesecretario del PP asturiano José Joaquín Fernández, algo que aparece en las escuchas telefónicas. Una persona del PP, muy cercana durante años a Mercedes Fernández, asegura que previamente la presidenta corrió la voz por el partido sobre la difícil situación laboral de su hermano para encontrarle una colocación.
Esto es lo que un alto cargo del partido consultado por ATLÁNTICA XXII, que prefiere conservar el anonimato, opina y declara tras la polémica comparecencia en los juzgados de Lugo: «Yo no sé si las cuentas eran caóticas cuando ella llegó, pero lo que está demostrado en las auditorías es que el Partido Popular era solvente y tenía dinero en caja. De hecho, hubo capacidad de pagar la campaña de Mercedes de 2012, que fue seguramente la más cara de la historia del Partido Popular en Asturias. Ella podría haber decidido gastar menos en su campaña para pagar las facturas que supuestamente estaban sin pagar, pero no lo hizo».
La financiación de las campañas electorales del PP asturiano no cambió desde la llegada de ‘Cherines’ en lo que respecta a las aportaciones económicas de los candidatos, una versión legal del pitufeo valenciano. Los candidatos, tanto en las elecciones autonómicas como en las generales, aportan un mínimo de 1.000 euros y reciben por ello un certificado. Si no salen elegidos se les devuelve el dinero, aunque una persona que fue candidata en las elecciones autonómicas de 2011 asegura que aportó «bastante más» de 1.000 euros directamente en la sede del PP, en la ovetense calle Manuel Pedregal, sin recibir a cambio documento alguno que lo avalara.
A estos dos grandes atizadores de malestares, el pacto con Foro y las declaraciones en el juzgado lucense, se suman otros más pequeños a la hora de avivar el fuego. La apatía del partido a la hora de hacer oposición al Gobierno autonómico y a la hegemonía izquierdista en general es uno de ellos. «Ortega y Gasset decía», reflexiona uno de los cargos consultados, «que se viene a la vida a ser un hombre de acción o uno de reflexión. Los hombres de acción son los políticos y los de reflexión los intelectuales. La política es actuar. Sin embargo, la dirección regional no está actuando. Aquí no pasa nada pese a que hay en la sociedad una exigencia de cambio importante y, o somos capaces de liderar el cambio, o alguien lo va a liderar bien desde la izquierda —Podemos—, bien desde el centroderecha —Ciudadanos—. Estamos perdiendo un tiempo precioso».
Mercedes Fernández ha rechazado hacer declaraciones a esta revista, escudándose en su convicción de que «no es el momento de entrar en polémicas» y remitiéndose a su intervención en el último comité ejecutivo regional, en el que abogó por «presentarse ante los asturianos como un partido serio y cohesionado». No parece, desde luego, que lo sea, y así las cosas el próximo congreso autonómico se anticipa tumultuoso.
Lo que de él resulte dependerá en gran medida de qué formato de congreso adopte el PP nacional para su propia asamblea, que ha de celebrarse antes que las regionales. El formato actual es un the winner takes all, poco apto para presumir de democracia interna, en el que un 51% de los votos en una determinada circunscripción, o incluso un 34% si se presentan varias candidaturas, basta para llevarse todos los compromisarios en juego, de tal manera que una victoria pírrica en un par de circunscripciones grandes, como Gijón u Oviedo, es suficiente para garantizarse la victoria total. Si, como reclaman numerosas voces en todo el Estado, el PP transita en lo que respecta a su organización interna hacia un modelo más cercano al principio un hombre, un voto, los aparatos regionales tendrán las cosas mucho más difíciles, y será de prever una catástrofe para el aparato asturiano en particular, a tenor de la falta de apoyos locales que barruntan los críticos, que dicen ser más cada día…
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 44, MAYO DE 2016

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