
Las urnas tendrán que avalar si son la sorpresa el 25-M, pero de momento ‘Podemos’ gana el pulso de la calle en la campaña electoral. Pablo Iglesias se declaró ayer en Oviedo seguidor de Julio Anguita.

Pablo Iglesias llega entre aplausos al acto de campaña de ‘Podemos’ en la plaza de la Catedral de Oviedo. Foto / Pablo Lorenzana.
‘Podemos’ hizo ayer una demostración de fuerza de Oviedo. Llenó la plaza de la catedral en el acto más multitudinario celebrado hasta ahora durante la campaña electoral del 25-M en Asturias. El poder de convocatoria de la candidatura que encabeza Pablo Iglesias quedó avalado en el mismo lugar donde tiene su sede IU de Asturias. Toda una metáfora, porque la coalición es la primera perjudicada electoralmente por el auge del fenómeno ‘Podemos’ y justo cuando IU Asturias afronta una grave crisis interna por el “Caso Ángel González”, el portavoz comunista en el Parlamento asturiano, que se aferra al sillón tras ser inhabilitado durante siete años por prevaricación.
Los feudos de ‘Podemos’ son Madrid y Asturias, aunque eso lo tendrá que validar el 25-M. En la capital laten las tensiones entre el grupo de profesores de la Facultad de Políticas de la Universidad Complutense y responsables del programa televisivo La Tuerka, que encabeza Pablo Iglesias, y el sector de Izquierda Anticapitalista, bien representado en la lista electoral salida de unas elecciones primarias en las que votaron más de 33.000 personas. En Asturias ‘Podemos’ ha logrado aglutinar a sectores de la vieja y la nueva izquierda, a los jóvenes activos e ilustrados del 15-M, a mucha gente progresista desencantada con la política y a los asturianistas de Compromisu, antes Bloque por Asturies.
Que en Asturias, que viene de la izquierda y del movimiento obrero, cuaje especialmente ‘Podemos’ tiene mucho que ver con la historia y con la decepción con un PSOE casi siempre en el Gobierno, gracias a la muleta de IU.
En el tercer aniversario del 15-M, Pablo Iglesias hizo un guiño en Asturias a la clase obrera, más presente en su ideario que en sus filas. Se vio en la fábrica con los trabajadores de Tenneco en Gijón, unos obreros heroicos que lograron vencer al gigante multinacional que pretendía cerrar la factoría, marcando además una nueva vía sindical asamblearia que ha dejado en evidencia a UGT y CCOO. Y en el mitin de Oviedo intervino una portavoz del colectivo de mujeres surgido de la última intifada minera.
En las intervenciones de la plaza de la Catedral, en una fría tarde de primavera en medio del calor y el entusiasmo de los seguidores de ‘Podemos’, hubo continuas alusiones a La Madreña, el espacio social y cultural autogestionado amenazado de cierre por la Justicia. Uno de los grandes logros en Asturias del 15-M, del que ‘Podemos’ es heredero, aunque sus responsables solo lo admitan con la boca pequeña.
En la tarima, después del poeta rockero Pablo Und Destruktion, Pablo Iglesias exhibió buena oratoria y flexibilidad frente a sus adversarios. Arremetió contra el PSOE, pero defendió a sus bases (“muchos socialistas están hartos de sus cúpulas”) mientras disparaba contra sus dirigentes: “Son unos sinvergüenzas que trabajan para los ricos”. Se declaró seguidor de Julio Anguita y reivindicó su “programa, programa, programa”. Y clamó contra la casta partitocrática: “Hay que echarlos para no acabar como en Grecia”. Y para los suyos tuvo una aclaración: “No somos un partido, nos tuvimos que inscribir como un partido por imperativo legal”.
Repudiada por el poder económico, temida por PSOE y PP, silenciada por los medios, la candidatura de ‘Podemos’ es la mayor novedad en estas elecciones y también en la política española desde el regreso de la democracia. Las encuestas ya le dan entre uno y tres diputados. Si hay alguna certeza el 25-M será la elevada abstención. Y si hay alguna sorpresa esa va a ser ‘Podemos’. De momento, como el 15-M, unos jóvenes inconformistas, rebeldes y preparados pueden llenar las plazas. Habrá que ver si llenan las urnas.
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