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Para no dar crédito

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Para no dar crédito

La sucursal de Cajastur en Langreo a la que reclama Luis Felgueroso. Foto / Fernando Rodríguez.

La sucursal de Cajastur en Langreo a la que reclama Luis Felgueroso.
Foto / Fernando Rodríguez.

Fernando Romero / Periodista.

La vida de Luis Felgueroso, vecino de Santoemilianu (Mieres), es la de un trabajador en lucha constante por la supervivencia. Y para ello, además de trabajar sin parar, no le ha quedado más remedio que litigar, protestar, mandar escritos y hablar con políticos y banqueros sin conseguir nada. ¿La  razón de su batalla?: el dinero que le servía para financiar su taller y su hipoteca un buen día desapareció por arte de ingeniería financiera virtual, dejándole a él y a su familia sin casa ni negocio y en la ruina más cruda.

Cajastur y los políticos de la Junta General del Principado conocen bien su historia, pues lleva 24 años exigiendo justicia y por eso, cuando lo ven, tratan de esquivarlo. Sin embargo, su problema sigue sin resolver y su batalla continúa.

Felgueroso es un viejo comunista que ha creído siempre en la legalidad democrática. Por eso su principal campo de batalla ha sido la Junta General del Principado de Asturias, pues es esta institución la que debe tutelar a la entidad de ahorro (al menos hasta que fue privatizada). En estos 24 años no ha querido ser desleal con su sucursal (a pesar de que le ha llevado a la ruina) y consideró siempre que la batalla había que librarla en sede parlamentaria. Le ha costado, pero su fe en las instituciones se ha convertido, como les ha ocurrido a muchos españoles, en un escepticismo amargo. Es consciente de que le están mareando con subterfugios legales y normativas de difícil comprensión para un ciudadano de a pie. Y aunque es cierto que los representantes políticos entrevistaron en varias ocasiones en relación a su caso a altos representantes de la Caja, como a Carlos Siñeriz, nadie ha podido o querido aclarar lo ocurrido y han decidido dar carpetazo al tema.

Por parte de la entidad, más de lo mismo. El director de la sucursal que le hundió fue despedido en su día por Cajastur por sus numerosos chanchullos en el manejo de los fondos y créditos de sus clientes. Sin embargo, con el objetivo de alcanzar audiencia y justicia, Luis Felgueroso puso su caso en manos de un consejero de la entidad con el que tenía confianza, quien pidió entrevistarse con el director general y con el propio presidente. Habló con ambos pero tampoco quisieron hacer nada y tampoco consiguió que se debatiera en ningún órgano oficial. “Al final se encubrían unos a otros en alianza con la Junta General del Principado”, explica este consejero, que prefiere mantener el anonimato.

Cajastur había trasladado toda la cartera de créditos fallidos a una empresa externa, que es ahora quien reclama parte de la deuda a Luis Felgueroso y quien le lleva 30 euros cada vez que descuelga el teléfono para reclamarle lo que debe. Esta empresa aplica fríamente esta “comisión” independientemente del poder adquisitivo de la víctima, como hace con todos los morosos. CCOO trató de anularla en un consejo de la Caja pero no obtuvo ningún eco.

En total, la Caja reclama a Luis 326.000 euros. De esa cantidad hay un crédito de 180.000 euros que Felgueroso asegura que nunca recibió y aunque la Caja lo ha cerrado, ahora, veinte años después, se lo reclama una firma de gestión de cobros. El caso es que la operación crediticia sigue abierta aunque en Cajastur se haya dado por “expurgada”, lo que significa que todo el historial ha sido borrado. La consecuencia de ello es que Luis no puede justificar o documentar ante la Caja que nunca recibió el préstamo de 180.000 euros ni se va a poder saber adónde ha ido a parar ese crédito.

Bloque donde le embargaron un piso y un bajo comercial a Luis Felgueroso. Foto / Fernando Rodríguez.

Bloque donde le embargaron un piso y un bajo comercial a Luis Felgueroso.
Foto / Fernando Rodríguez.

Summum Gestión

Tras volver de la emigración como tantos otros asturianos, Luis Felgueroso montó una carpintería de aluminio en su pueblo. Trabajó sin preocuparse mucho de la administración de su negocio, lo que le hizo acumular una deuda con la Seguridad Social de 400.000 pesetas y estuvo a punto de perder la empresa en un embargo. Ya ha pagado más de tres millones de las antiguas pesetas y aún le quedan 4.000 euros por liquidar. Fue el principio de su largo calvario.

Carecía de financiación y pidió un préstamo a Cajastur (en donde ya tenía otro crédito hipotecario) y entonces empezó a ver que le retenían el dinero y se lo destinaban, sin autorización suya, a otros pagos, hasta dejarle prácticamente desplumado. Su oficina estaba en Langreo y su director era Rafael Martínez García, despedido en 1993 acusado de manejar irregularmente los fondos de la entidad.

El abogado de Felgueroso, Javier Fernández Torres, explica que todo comienza con la creación en Langreo de una gestoría llamada Summum Gestión SA en febrero de 1989.  Arcadio Álvarez, un hombre muy ligado al PSOE y que trabajaba en la misma oficina de Langreo, era uno de los socios e invitó a participar al director de la sucursal, el cual entra a formar parte comprando el 10% del capital. Ese mismo año Cajastur concede un préstamo de 5 millones de pesetas a Summun Gestión. Posteriormente, tanto Arcadio como Rafael Martínez abandonan Summum Gestión, aunque, según señala el juez, mantienen las operaciones con esta gestoría hasta su disolución en 1992. El Tribunal Supremo recogía en la sentencia sobre el despido de Rafael Martínez algunas de las “gestiones” que firmaba este director para favorecer a la gestoría.

En ese tejemaneje aparece un inocente: Luis Felgueroso, que será víctima de estas operaciones. Su abogado envió un escrito a la Junta General acusando a estas personas de un delito de apropiación indebida, “delito que ha sido ocultado, amparado y ejecutado materialmente por Cajastur, al haberse apropiado indebidamente de un crédito solicitado por D. Luis Felgueroso Palacio”. Según los denunciantes, Cajastur hizo bonos y cargos con ese dinero sin autorización ni firma del titular y cancelaciones de préstamos “con procedimientos irregulares”.

Luis se da cuenta en ese momento de que está siendo utilizado. Un día acude a su sucursal a cobrar su pensión de 700 euros y observa que le retienen, por embargo, 390 euros. Nunca le había llegado información de su crédito y empezó a reclamar sin éxito los extractos de su cuenta, al sospechar que ocurrían cosas raras con sus préstamos.

Le recomiendan en su oficina pedir un nuevo crédito y Summum Gestión le hace un estudio económico que le cuesta 500.000 pesetas y le dicen que se lo cargan después de que reciba el préstamo. Sin embargo, hacen la operación antes de que obtenga el dinero. Al final, de los 10 millones de pesetas que pedía le dan 4. Tenía un préstamo de tres millones de pesetas de ayuda a pymes con la misma entidad bancaria y, sin decirle nada, con el nuevo crédito que pide le cancelan sin su autorización ese crédito anterior y otro crédito más pequeño. De todo le quedan 6.000 euros y le cobran más de 300 euros por comisión de cancelación. El peregrinar de Felgueroso acaba con el embargo de su piso y del bajo comercial de su propiedad.

Empieza su lucha. Desde 2004 recurre a la comisión de peticiones de la Junta General. En total Luis reclama 543.178 euros por daños materiales y morales. De ellos, 330.000 por el cierre del taller de carpintería, que tenía un beneficio anual medio de 22.000 euros. La indisponibilidad del crédito le generó 76.977 euros de intereses a pagar.

Además reclama 86.184 euros por las pérdidas de sus activos patrimoniales embargados y ejecutados (el taller, la maquinaria y la furgoneta) y 50.000 euros “en concepto de daños morales que tienen como base la pérdida de su negocio, su vivienda y el sufrimiento derivado de un peregrinaje procesal e institucional que tiene su origen en el año 1990”.

Consejeros de la Caja consultados por ATLÁNTICA XXII aseguran que aunque la situación a la que ha llegado Luis Felgueroso no ha sido premeditada por parte de la entidad (“tuvo la mala suerte de cruzarse con dos crápulas”) sí reconocen que los esfuerzos por resolver el problema “han sido nulos”. Esta revista intentó sin éxito conocer la versión de Carlos Siñeriz o de algún responsable de la entidad bancaria a través de su gabinete de prensa. Cual David contra Goliat, hoy Luis Felgueroso sigue su lucha sin rendirse, aunque cada vez le flaquean más las fuerzas.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 35, NOVIEMBRE DE 2014

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