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Atlántica XXII

Patricia Simón: «El periodismo ha de concitar entendimiento y respeto, no crispación y miedo”

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Patricia Simón: «El periodismo ha de concitar entendimiento y respeto, no crispación y miedo”

La redactora de ATLÁNTICA XXII intervino en la Semana Negra de Gijón. Foto / Javier Bauluz.

La tendencia generalizada de que radio, prensa y televisión trabajen al dictado de Gobiernos, banca y grandes multinacionales arrasa la credibilidad de la profesión periodística. Esa es una de las ideas que Patricia Simón, redactora de ATLÁNTICA XXII, planteó ayer en la 21 edición del Encuentro Internacional de Fotoperiodismo ‘Ciudad de Gijón’, centrado este año en el drama de los refugiados. Celebrado un año más dentro de los actos de la Semana Negra, y bajo el explícito título de “En un mundo de falsas noticias”, la periodista compartió conferencia y debate con el veterano reportero Bru Rovira, desgranando las claves con las que la crisis económica –que también lo es de valores– ha desvirtuado el valor de la información ante la ciudadanía y diezmado, de paso, la presencia en redacciones y emisoras de profesionales críticos y cualificados.

Rafa Balbuena / Periodista.

¿Hasta qué punto campa hoy la falsedad en los medios de comunicación?

Los medios de comunicación dedican la mayor parte de sus espacios informativos a servir de portavoces de declaraciones de políticos, sin contrastar la veracidad de sus discursos y sirviéndoles de manera acrítica para dar difusión a sus discursos interesados. No tiene ningún sentido que tras ver o escuchar los informativos no podamos saber si lo que ha dicho tal o cual político es cierto. Ése sería el trabajo del periodista, no solo poner el micrófono, pero para eso hace falta que los periodistas tengan tiempo para investigar y contrastar, no ir corriendo de una rueda de prensa a otra para llegar sin aliento a la redacción a meter los cortes de voz.

Durante su conferencia ha sido especialmente crítica con las televisiones y ha insistido en el fiasco de las tertulias de política.

Sí, las televisiones son los medios que tienen mayor capacidad de influir en la opinión pública, y han descubierto que el formato más rentable es la tertulia política, que además le da al espectador la falsa percepción de que está viendo algo serio, cuando no tienen mayor valor informativo que Sálvame Deluxe… por lo menos quien ve programas del corazón sabe que está viendo un espectáculo. El hecho es que proliferan estos espacios, donde sus tertulianos no tienen pudor de hablar lo mismo de Irán, de Ahora Madrid o de la valla de Melilla, aunque son en realidad plataformas de la batalla por la desinformación y solo sirven para afianzar discursos ideológicos o para que cada espectador se reafirme en sus convicciones. Y en este juego de la banalización terminan cayendo todos, por la necesidad de que sus posicionamientos tengan difusión pública.

¿Dónde se rompe esa frontera entre “noticia” y “espectáculo”?

Veamos: la falta de inversión en información de investigación y profundidad –y hay que recordar que en la última década se han despedido más de 12.000 periodistas de las redacciones españolas– ha provocado que parte de las noticias sean refritos de notas de prensa de empresas y organismos públicos, o historias que reproducen los prejuicios y estereotipos sobre los colectivos más vulnerables. Esta tendencia de reproducir acríticamente las versiones oficiales es muy peligrosa, de tal forma que nos encontramos con titulares en El País como el que decía: “El 50% de los internos de los CIE tienen antecedentes policiales”. Cualquiera sabe que los antecedentes policiales no son nada más que te han tomado los datos para investigarte. Por otra parte, el tiempo para informarse que tiene un ciudadano es muy limitado, así que deberíamos ser muy exquisitos a la hora de buscar espacios con un valor añadido, que es lo que ofrece el periodismo de calidad, porque la mayoría de noticias que llega a través de estos formatos no la recordaremos al día o a la semana siguiente. La actualidad se está comiendo lo que verdaderamente tiene valor: la información que ofrece contexto, análisis y un punto de vista novedoso y esclarecedor.

Planteados los males ¿cuáles serían las soluciones?

Es necesario fomentar un periodismo decolonialista, que integre las distintas cosmovisiones, que dé voz a multiplicidad de voces de la sociedad civil que tan duro está trabajando en todo el mundo. Así no solo estaremos haciendo informaciones más respetuosas con nuestras audiencias, tratándolas como seres inteligentes y exigentes, sino que estaremos haciendo un retrato más poliédrico y ajustado a la realidad de los contextos que abordemos. Ésta es la vía además para que nuestro oficio sirva para concitar entendimiento y respeto, en lugar de crispación y miedo.

¿La desinformación interesada está igual de presente en los grandes acontecimientos internacionales como a nivel local?

Sí, y en este sentido es muy interesante el papel que está jugando Rusia y su decreto sobre seguridad de la información. Rusia tiene claro, y así lo declaró alguno de sus ministros, que las guerras no se libran solo por los medios convencionales y que la información es una de sus estrategias fundamentales. Por ello ha invertido mucho en crear medios de comunicación, como RT y Sputnik, que han ido calando en Occidente. En ellos trabajan excelentes compañeros, pero también ha servido para jugar la batalla de la desinformación en los conflictos de Ucrania o Siria. Estos dos medios se han convertido en los grandes validadores de cierta parte de la izquierda española que defiende el régimen de Ássad porque al considerarlo “antiimperialista” entienden que, por tanto, es de los suyos. Un régimen que reprimió con bombardeos manifestaciones pacíficas que solo pedían reformas –ni siquiera un sistema democrático–, que ha cometido todo tipo de crímenes de guerra y de lesa humanidad durante estos seis años contra la población civil y que, gracias a su actuación, ha convertido el suelo sirio en un tablero donde numerosos países están librando sus propias batallas.

¿La media verdad sigue siendo la peor de las mentiras?

No hay una sola verdad y mucho menos cuando hablamos de un periodismo que se desarrolla en sociedades como la nuestra, multiculturales, o cuando vamos a otros países. Lo que creo es en un periodismo que se aborde desde la perspectiva de los derechos humanos y del feminismo, que evidencia las causas de las desigualdades y que trate a las personas supervivientes de violaciones de sus derechos desde sus fortalezas y capacidad de superar las dificultades, y no como seres al albur de las circunstancias, pasivas y sin un antes y un después de lo que para nosotros resulta supuestamente más interesante.

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