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Atlántica XXII

Por fin un poco de inteligencia en la política asturiana

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Por fin un poco de inteligencia en la política asturiana

La candidata de Somos, Ana Taboada, con el nuevo alcalde de Oviedo, el socialista Wenceslao López. Foto / Pablo Lorenzana.

La candidata de Somos, Ana Taboada, con el nuevo alcalde de Oviedo, el socialista Wenceslao López. Foto / Pablo Lorenzana.

Luis Feás Costilla / Editor de ATLÁNTICA XXII.

Había varios objetivos claros en las pasadas elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo: que el PP no gobernara en Madrid, en Valencia, en Castilla y León, en Aragón, en las principales ciudades gallegas, allí donde había tenido un poder omnímodo en las últimas décadas con el rodillo de sus mayorías absolutas. Que perdiera el poder en Castilla y La Mancha y en Extremadura pero que tampoco lo recuperara el PSOE, porque en aquellos lugares también cacicaron cuanto pudieron cuando mandaban y cuatro años de oposición no son suficientes para purgar los excesos cometidos por una mayoría impune que, incomprensiblemente, aún gobierna en Andalucía. Que se acabara la hegemonía del PNV y CiU en sus respectivos feudos, dando la oportunidad a ciudades alternativas como Barcelona, primera en promover las candidaturas que, en un lenguaje un tanto viejuno, se han dado en llamar de unidad popular pero que no son otra cosa que las ganas y la confianza de mucha gente indefensa en que la política partidista cambie de una vez por todas.

En Asturias, el propósito razonable era que el PSOE del Caso Marea, el Caso Villa, el expolio de Cajastur o la Operación de los Palacios no mantuviera el Gobierno autonómico. Que el partido socialista también fuera descabalgado de Avilés por el Caso Niemeyer, de Llanes por los pelotazos urbanísticos, de Cudillero y Grandas de Salime por los más variopintos chanchullos y alcaldadas. Que el PP perdiera en Tapia o en Oviedo, donde hace ya décadas que campan por sus anchas los intereses particulares frente a los generales, como muestran entre otros muchos los casos del Palacio de Calatrava y Villa Magdalena, de los que intentaba desligarse inútilmente Agustín Iglesias Caunedo, heredero de Gabino de Lorenzo. Que el rancio Foro Asturias, partido hecho a imagen y semejanza de un Francisco Álvarez-Cascos que también pide a gritos ser investigado, perdiera el Ayuntamiento de Gijón, pero no a manos de un PSOE que permitió El Muselón y El Solarón, proyectos tan especulativos y grandilocuentes como lo fuera su promotor, el hoy senador Vicente Álvarez Areces, tanto en su etapa como alcalde de la ciudad como en la de presidente del Principado.

Estaba claro que esta era la voluntad que reflejaron las pasadas elecciones, incluso entre aquellos que no votaron, por encima de “mayorías de izquierdas” y otras pretensiones más o menos partidistas. Higiene en las instituciones por encima de cualquier otra consideración. Ya tendrán tiempo los que apoyaron a Ahora Madrid y a Barcelona o Zaragoza en Común para decepcionarse, porque la práctica política siempre conlleva frustraciones, bien sea por defecto o por exceso, por pragmatismo o por sectarismo, pero nadie les quitará la ilusión del cambio, que es un bien democrático en sí mismo aunque pueda suponer otros males iguales o mayores. Solo en Asturias parecía que se frustraba la expectativa, pues, con la excepción saludable de Llanes y de Cudillero, todo indicaba que las cosas se quedarían como estaban tras las investiduras de ayer en las grandes ciudades asturianas, por culpa del inmovilismo de los partidos dominantes. No solo en Avilés, donde el PSOE ya había obtenido la mayoría suficiente, sino también en Gijón y Oviedo, donde los resultados eran más inciertos y aun así aparentaban estar atados y bien atados.

El alcalde saliente de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo, del PP, felicita a su sucesor en el cargo. Foto / Pablo Lorenzana.

El alcalde saliente de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo, del PP, felicita a su sucesor en el cargo. Foto / Pablo Lorenzana.

Era imposible que Xixón Sí Puede, la marca local de Podemos y Equo, apoyara al candidato socialista José María Pérez, al que habían denunciado por participar en la comisión que aprobó los sobrecostes de 200 millones de la ampliación del puerto de El Musel, ahora en los tribunales. En revancha, la Federación Socialista Asturiana (FSA) y su secretario general, Javier Fernández, decidieron sacrificar Oviedo e impusieron que los socialistas locales no votaran la candidatura de Somos, el Podemos ovetense, a pesar de que se había alcanzado un acuerdo entre los dos partidos al que también se adscribía IU. Cambio de cromos puro y duro: si no les apoyaban en Gijón, no les cederían la Alcaldía de la capital asturiana, a la que la FSA siempre ha renunciado de manera un tanto sospechosa, quizá por un extraño reparto de poder nunca adecuadamente explicado a la ciudadanía.

Ante el órdago lanzado por la directiva socialista, que no truncó el resultado en Gijón y la consiguiente reelección de Carmen Moriyón como alcaldesa en minoría, Somos Oviedo y su líder, la abogada Ana Taboada, respondieron con una jugada no por inesperada menos maestra: seguir apostando por el cambio aunque eso significara votar a favor del candidato socialista, Wenceslao López, dando así en las narices a la FSA y a Javier Fernández, declarado enemigo de Podemos, con el que se enfrenta en la Junta General del Principado. Ni cargos ni siglas se pusieron por medio. Los concejales de Somos salieron del pleno tan cariacontecidos como los del PP, que por unos instantes dieron por hecho que volvían a ganar cuando Taboada  anunció de manera retadora que presentaba su candidatura a la elección, no consumada, pero con su actitud responsable demostraron mayor inteligencia que otros políticos en teoría menos bisoños por profesionales. Se agradece el gesto, que aunque les obliga a entrar en el gobierno local para permanecer vigilantes permite al mismo tiempo sacar del poder municipal a Agustín Iglesias Caunedo y sus huestes, casi enquistados, y demostrar que una nueva política es posible, no solo por su “generosidad”, como reconoció López, sino por su desprecio hacia imposiciones que tienen que ver más con intereses partidistas que con la recuperación de la salud cívica y la regeneración democrática.

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1 Comment

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  1. Meekel

    domingo, 14 junio (2015) at 10:10

    Y la «inteligencia» como Uds. lo llaman, viene una vez mas por parte de la juventud y de la gente con ideas de cambio, con verdadero querer para su ciudad.
    Comparados con los prepotentes, corruptos y enchufados de la FSA (fascismo socialista astur), se ve de sobra quienes están de mas en la gestión de los asuntos de la ciudadanía, que ya no quiere de ellos. Se puede estar con algunos, pero no con Villa, Pérez, ni Javierin.
    Al tiempo lo que dará en Gijon, pero donde quieren que vaya ésa alcaldesa sin mayoría? Los que colaboren con ella se denunciaran a si mismos, pocas opciones quedan. La solución seria fácil: Dimisión de Pérez o nuevas elecciones. De corruptos ya no queremos ni hablar. La dirección es: Fuera!

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