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Atlántica XXII

José Antonio Postigo y el culebrón del Montepío minero

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José Antonio Postigo y el culebrón del Montepío minero

José Angel Fernández Villa con José Antonio Postigo a su izquierda. A su derecha está el portavoz del PSOE en Mieres y sindicalista del SOMA Armando Fernández Natal. De pie, el expresidente de Hunosa Juan Ramón García Secades. Foto / Pablo Lorenzana.

José Angel Fernández Villa con José Antonio Postigo a su izquierda. A su derecha está el portavoz del PSOE en Mieres y sindicalista del SOMA Armando Fernández Natal. De pie, el expresidente de Hunosa Juan Ramón García Secades. Foto / Pablo Lorenzana.

Xuan Cándano y Fernando Romero/ Periodistas.

Con la Fiscalía Anticorrupción al acecho, su sucesor investigando su sospechosa gestión y los medios aireando por fin lo que era un secreto a voces, el ex presidente del Montepío de la Minería de Asturias, José Antonio Postigo, permanece en silencio mientras se estrecha el cerco sobre su relación con el Caso Villa. Era la mano derecha de Fernández Villa en el SOMA-UGT, pero también compartía banco, una oficina en Oviedo del BBV, para ocultar dinero a Hacienda, 300.000 euros en el caso del ayudante y 1,4 en el del Jefe. Que se sepa.

Se supone que Postigo rumiará su estrategia de defensa o su huida hacia adelante en la vivienda que comparte en la provincia de Murcia con su actual compañera sentimental, la rumana Dorina Bicher, a la que había nombrado gerente del centro de ocio que el Montepío minero tiene el Los Alcázares ((Murcia). El sucesor de Postigo, Juan José González Pulgar, la cesó hace unos días. Como el hijo de Villa en el macrogeriátrico de Felechosa, Bicher tiene un contrato blindado que contempla 80.000 euros de indemnización en caso de despido, una herencia de la presidencia de su actual pareja.

Este episodio tiene similitud con uno anterior en el otro centro de ocio que el Montepío tiene en Roquetas de Mar. Años atrás Postigo inició una relación sentimental con la recepcionista del centro almeriense, Daniela Cosbuc, también extranjera,  a la que nombró gerente. Cuando visitaba Roquetas ambos se alojaban en la más lujosa suite del hotel del Montepío. La relación se rompió, tras llegar anónimos al domicilio familiar de Postigo en Mieres, y el entonces presidente del Montepío despidió a Daniela en julio de 2011. La propia Daniela aireó esta historia, detallando otras muy comprometidas para Postigo, en un escrito que llegó a esta revista poco después de la publicación en enero de 2012 de un artículo contando las relaciones nada edificantes entre el constructor del macrogeriátrico del Montepío en Felechosa y Postigo. Nada se publicó entonces en ATLÁNTICA XXII de aquellas confidencias, a pesar de la persecución desatada contra la revista por el SOMA y el Montepío, que denunció en una rueda de prensa protagonizada por Postigo una campaña de acoso a la mutua minera. Ni en esa rueda de prensa, a la que no fue invitada esta revista, ni en ninguna otra ocasión se le preguntó a Postigo por su relación con el constructor Juan Fernández, que era vecino suyo en Mayorga (Valladolid), donde compraron y disfrutaban de dos chalets de lujo anexos. También compartían jornadas de caza en un coto.

Esa ostentación de Postigo era bien visible. Tenía un chófer a su disposición con un coche de alta gama que le facilitaba el Montepío. A la esposa del conductor la metió Postigo a trabajar en el macrogeriátrico cuando abrió, al igual que a su propia hija. El sucesor de Daniela en Roquetas es un primo de Postigo, que continúa en su puesto. Por Mieres el expresidente del Montepío, un hombre de gran altura y corpulencia, se paseaba con aparente poderío, acompañado de sus hombres de confianza, provocando imágenes que evocaban películas del género negro. Hay quien lo recuerda en plenas Navidades con un largo abrigo y un llamativo anillo recibiendo adhesiones por la calle como un verdadero benefactor. De él dependían dineros y empleos, eso saltaba a la vista.

Lo de Postigo, como lo de su Jefe Villa -aunque éste es o era mucho más astuto e inteligente, y por lo tanto discreto- representa la degeneración de buena parte de la histórica y épica clase obrera, corrompida por el poder y el dinero, en el caso de los mineros asturianos en forma de jugosas prejubilaciones a los 40 años, facilitadas por el SOMA y por Villa: paz social, a costa de un desierto industrial y pérdida de dignidad personal en aquellos trabajadores empeñados en demostrar que los pobres somos ricos sin dinero.

Un minero del pozo Nicolasa, el mismo del que salió Postigo, aunque hace prácticamente treinta años que no baja a la mina, lo resumía para esta revista:

“Yo a José Antonio Postigo nunca lo vi trabajar. Ya en 1988 estaba de liberado en el chabolo. Cuando Villa venía al Nicolasa traía escolta porque le tiraban piedras. Bajaba del coche y lo ponían a caldo. En las cuencas se comentaba que tenía acciones en El Árbol, que tenía mucha pasta y que manejaba dinero. Yo nunca me arrastré y así me fue, empecé de ayudante minero y acabé de ayudante minero. Por delante de mi pasó mucha gente que tenía enchufe. Son una mafia en su manera de funcionar, aunque también hicieron muchas cosas buenas, como conseguir prejubilaciones buenas».

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